martes, 3 de diciembre de 2013

Capítulo 26. Gracias.

"Que sin saber de mates, te enfrentas a los problemas del amor". Gema.

Por fin iban a ser las diez. Había estado un buen rato decidiendo qué ponerme para que al final me quedara con una camiseta de tirantes rotos blanca en la que ponía Bad is the new good y luego unos shorts negros. No era muy original pero quería ir natural para Jon. Bueno, todo lo natural que se puede ir con la raya bien negra y marchada... La verdad es que no sabía ni por qué me pintaba tanto, éramos amigos y ya. Me miré al espejo. Reflexioné, miré el reloj y vi que quedaban diez minutos para dar las diez... No me daba tiempo a desmaquillarme así que salí del apartamento y fui para allá. Durante el camino me peinaba con los dedos de las manos, aunque al llegar a la playa el viento me despeinó. Seguí el caminito y entré en la caseta. Jon estaba allí sentado y al verlo sentí que estaba triste.
-¡Hola! - le dije. Se giró hacia mí y sonrió. - ¿Qué pasa?
-Nada... es que... nada, de verdad.
-Vale... ¿qué hacemos?
-Pues quería ir a una plaza que me gusta mucho. Esta muy cerquita, ¿vamos?
-Por mí bien.
Llegamos a la plaza y era la misma plaza a la que yo bajaba con Estitxu e Irantzu.
-¿Esta es la plaza?
-Sí.
-¡No me lo puedo creer!
-¿Qué pasa?
-Pues mira, este apartamento es en el que estoy yo y bajaba con Estitxu e Irantzu muchos días. Ahora no tanto pero seguimos viniendo.
En parte estaba contento, pero cuando escuchó el nombre de "Irantzu" se puso mal otra vez. Odiaba que se sintiera así. Lo noté y lo abracé. Él empezó a llorar y me sentí especial porque estaba casi segura de que pocas más personas lo habrían visto llorar. Nos sentamos en el banco y él empezó a hablar:
-Gema... ¿cómo hemos llegado a esto?
-¿A qué te refieres? - lo sabía perfectamente, pero le pregunté.
-A que... yo creía que me querías y... me dejé llevar y ahora no siento nada por mi propia novia porque a la única persona a la que tengo en la cabeza eres tú. Siempre estás ahí. Mire a donde mire, piense lo que piense... tú estás en todas partes.
-Jon...
-No, Gema. Yo ya no sé lo que quiero, porque Iran me importa pero tú...
Me miró y la luna iluminó sus oscuras pupilas, mi corazón se aceleró. Sentí que me quedaba sin aire y cuando volví a respirar, el tiempo, mágicamente, siguió su curso y él volvió a mirar al suelo diciendo:
-Tú eres muy especial. Te conozco que cualquier otra persona de por aquí y eres la persona en la que más confío porque siento que aunque te quiero, puedo contártelo todo.
-Eso es porque somos buenos amigos...
-Sí, es por eso. Pero no niegues que no es por... Me llamarás raro pero... No me digas que no es por una conexión.
-No sé decirte... Tú también eres muy especial pero...
-Pero no de la misma manera. - dijo con la voz entrecortada. Estaba destrozada y no podía seguir con esa conversación. Me levanté dispuesta a irme pero él me sujetó del brazo y me dijo:
-No te vayas, por favor. Quédate.
Me senté de nuevo a su lado y lo miré. Él me miró fijamente a los ojos y me dijo:
-Te quiero, Gema.
No sabía qué responder, me temblaban las manos y mis labios titubeaban. Noté que mi silencio estaba siendo más incómodo de lo que los dos preferíamos así que le contesté.
-Jon... No puedo decir que no te quiero pero... Ya sabes lo que hay... Me encantaría que estuviéramos juntos pero... ¿qué será de nosotros dentro de dos semanas? Tú seguirás viendo a Irantzu y yo a mi novio y... es mejor que no les rompamos el corazón porque esto iba a durar tan solo dos semanas...
-Habrían sido las dos semanas más felices de mi vida.
-Jon, no te pongas así. Las tienes a montones. ¿Por qué yo? Me voy en nada y...
-Por eso, no puedo dejar pasar la oportunidad de hacer esto.
Se inclinó para besarme y yo me aparté y le dije:
-Me muero por besarte, pero no puedo.
Me levanté y subí corriendo al apartamento. Salí al balcón y él seguía ahí, mirando al suelo y yo no pude evitar cerrar la ventana (puerta) de un golpe y tirarme en el sofá a llorar. En cada mirada saltaban chispas y aunque nuestras palabras decían "no", nuestro corazón decía "sí". No podía creer que estuviera pasando. Me di cuenta de una cosa, él no razonaba y por más que le decía por qué no podía ser, él se empeñaba. Y todo era culpa mía por decirle que también le quiero. Si le hubiera dicho que no desde el principio hasta ahora no tendríamos este problema. Pero claro... si según Unai se nos nota... Por algo será...

Me había quedado dormida en el sofá y me desperté ya por la mañana. Tenía dos llamadas de Jon. Las borré. Tiré el móvil al sofá y fui al baño. Toda la raya se había corrido por el resto de mi cara, daba miedo. Me di con un algodón por toda la cara y me la lavé. Me fui a mi habitación y me cambié de ropa. Me aburría en la casa y mis padres seguían durmiendo así que me cogí mi mochilita de Oxford y me fui. No sabía a dónde ir, así que me puse toda mi música triste y me fui a dar vueltas por ahí.  En los últimos días estaba demasiado sentimental para mi gusto. Me gustaba parecer una chica fuerte, y comportarme como tal. De hecho solo me derrumbaba antes cosas importantes como los amigos o la familia pero jamás me había pasado por algo así. Mi fuerza estaba desapareciendo, bueno, había desaparecido hace un tiempo. No sabía por qué pero no podía mentir sobre lo que sentía por Jon, ni si quiera delante de él. Era extraño pero me gustaba. Acabé volviendo por la playa y me pasé por la caseta de los socorristas. Ahí estaban Unai, Estitxu, Irantzu y... Jon.
-¡Hola! . dije al entrar. Todos me saludaron. - ¿Qué hacéis?
-Pues nada, distribuyendo los turnos de la semana que viene. - dijo Unai.
-Ah, pues bien.
Irantzu y Estitxu se rieron y dijeron:
-¡Para nada!
Me reí y pasé a dentro con ellos.
-Hola, Jon. - le dije sentándome con él.
-Hola... - respondió sin mirarme.
-Me sentí super incómoda y Estitxu dijo:
-Uyuy, qué mal rollo. ¿Qué ha pasado?
-Nada...  dije yo.
-Nada, nada, es que... Bueno que estoy raro hoy...- dijo Jon.
-Pues vaya... transmites tristeza, chico... - dijo Estitxu sentándose.
Me levanté y Jon me dio un papel y me dijo:
-Léelo cuando estés fuera.
Asentí y me fui a fuera con la nota. Quería abrirla ahí mismo pero preferí irme a algún lado apartado para leerla con calma. Fui a un extremo de la playa y me senté en una roca. Las olas chocaban en las rocas y me salpicaban la cara. Cerré los ojos y me incliné hacia arriba. Sentí la brisa, escuché las olas romperse y a las gaviotas, olí el olor salado del mar y noté, aun con los ojos cerrados, la luz blanca de la mañana. Con mi capucha puesta, imaginaba qué podía haber escrito Jon en aquella nota. Podría haberla leído para salir de dudas, pero la sentía en el bolsillo de mi chaqueta con la punta de los dedos y no me atrevía a sacarla. Al final, abrí los ojos y miré hacia abajo, saqué la nota y la leí:
Gema, no sé cómo decirte esto pero me pasa una cosa rara contigo y es que no puedo mentirte sobre lo que siento por ti así que... lo he estado pensando y prefiero contárselo yo a Irantzu porque si se acaba dando cuenta en una de las veces que te lo suelto todo le rompería el corazón. Y la quiero. Pero estoy enamorado de ti. Puede que no quieras salir conmigo mientras estés conmigo, pero que sepas que yo te querré durante mucho tiempo, podría decir que para siempre, pero no lo creo porque el tiempo pasa y las cosas se olvidan. A lo que voy es a que, ¿y qué si se acaba este mes? Pues todo acabará, pero podrá tener final feliz o triste y eso no depende de mi. Pase lo que pase, sé que si hubiéramos salido, dos semanas habrían sido una vida entera para mí, porque el tiempo se detiene cuando estamos juntos y eso, que pase lo que pase, no te guardaré rencor, te seguiré amando.                              Jon.

Arrugué la nota y me la metí en el bolsillo de nuevo. Salté de la roca y corrí playa a través. Llegué a la caseta y entré corriendo. Aún seguían con los horarios. Hice una señal a Jon para que saliera. Él se sorprendió al verme, no me esperaba ahí, en ese momento en el que iba a quedarse a solas con Iranztu... Salió y me preguntó:
-¿Qué haces aquí?
-Impedir que hagas una locura. ¿Acaso no escuchaste lo que dije ayer?
-¿Acaso no has leído la nota?
-Mira... te voy a ser sincera... tampoco te quiero tanto. Solo es un capricho así que olvídame porque nunca te querré como tú a mi.
Me iba a ir pero él me agarró por el brazo y me giro hacia él.
-¿Es eso cierto? Dímelo otra vez y te creeré.
Me sentí muy incómoda pronunciando esas palabras mirándole a los ojos pero lo hice:
-No te quiero, eres un capricho y nunca te querré como tú a mi.
Me soltó y me fui andando con seguridad pero temblando, cuando ya no podía verme me fui corriendo de nuevo hasta las rocas. Estaba encima de la roca y me sentía fatal. Me movía nerviosa y no sabía qué hacer. Me estaba volviendo loca. Me quité toda la ropa y me quedé en ropa interior. Respiré hondo y salté al agua.

Mientras en la caseta...
-Bueno, yo me voy ya que he quedado. - dijo Estitxu.
-Yo también. - dijo Irantzu.
Unai miró a Jon, estaba muy raro. Acababa de entrar y fuera lo fuera que había hecho afuera lo había dejado más raro de lo que estaba. Así que le dijo:
-Tío, me toca el turno, pero puede que un poco de trabajo te ayude a olvidar... lo personal.
-Pues... te diría que no, pero me apetece.
-¿Sí?
-Sí.
-Vale, pues ala, toda tuya.
Jon salió y miró la escalera que subía a la silla del socorrista. Subió y miró hacia todas partes y entonces... vio una silueta saltar de la roca más alta.
-¡Unai! - gritó.
-¿Qué pasa? - gritó Unai desde lo lejos.
-¡Alguien ha saltado, alguien ha saltado!
Unai tiró todo lo que llevaba y corrió a la caseta a coger algunas cosas. Jon saltó de la silla y corrió hacia allá.

Mientras en la mente de Gema...
Sentía una extraña sensación. Estaba en un lugar blanco y... no había sonido. Estaba casi segura de que había ido al cielo. Había una extraña silla en medio de esa nada blanca. Me acerqué a la silla y había un papel en la silla. En él ponía: Sentarse en la silla para escuchar al mundo.

Mientras en la playa...
-¡Eh! ¿Estás bien? - gritaba Jon sin saber quién era.
No asomaba nadie. Contó hasta tres... 1, 2, 3... Se quitó la camiseta y se lanzó al agua desde una roca cercana. Buceó, pero no veía nada. Siguió buscando pero se quedó sin aire. Sacó la cabeza y gritó:
-¡Mierda! ¡Unai corre!
Se metió de nuevo en el agua y buceó hondo. Vio una silueta flotante. Se acercó más y... al ver a Gema se le salió el aire por la boca. Sacó la cabeza y gritó:
-¡Unai! ¡Es Gema! ¡Corre!
Unai estaba a pocos pasos con todo el equipo de auxilios. Corrió y tiró todo por el suelo. No podía creer que era Gema. Se metió en el agua y ayudó a Jon a sacarla.

Mientras en la mente de Gema...
Tras pensarlo un rato cogí el papel y me senté en la silla. Cerré los ojos y me senté a escuchar. Escuchaba el agua correr muy agitada. De repente, el agua se dejó de escuchar como 'estéreo' y escuché a dos chicos hablando...
-Vamos, ponla aquí. ¡Vamos trae algo!

Mientras en la playa...
-¡Joder, joder! ¡Gema! ¡Venga!
-Dios... ¿cómo ha podido...?
-¡Eso ahora no importa! Vamos, ¡pide ayuda!
-Voy.
Unai se fue corriendo a pedir ayuda. Mientras, Jon intentaba reanimarla.
-¡Vamos! Gema... ¡no me dejes! ¡Vuelve!
Jon empezó a llorar mientras seguía intenándolo.
-Vamos... ¡Gema! No me dejes, por favor. No me dejes...

Mientras en la mente de Gema...
-¿Es Jon?
-Sí. - habló una voz.
-¿Qué hace él aquí?
-Él no está aquí. Está salvándote.
-¿De qué?
-Has saltado al agua y no te despiertas... de no ser por él estarías muerta.
-¿Y cómo se supone que estoy?
-Estás... dormida.
-Y... ¿cómo vuelvo con él?
-Eso ya no depende de ti.
-¡Jon! ¡Te quiero!
-Buen intento, pero no  puede oirte.
-¡Jon!
Me levanté de la silla y empecé a correr por todas partes.
-No, no. Si no te sientas no puedes escuchar.
Me senté avergonzada en parte por haberme lanzado de repente. Nada más sentarme pude oír de nuevo a Jon.
-¡Gema! Gema... Gema...

Mientras en la playa...
-Gema... ¿Por qué has hecho esto? Entiendo que no me quieras... de verdad, lo acepto, no volveré a molestarte, lo prometo. Pero vuelve... porque si no no podré cumplir mi promesa...
Jon estaba débil, ya no tenía fuerzas para seguir.

Mientras en la mente de Gema...
Estaba llorando. En esos momentos sí que me sentía cerca pero lejos de él. Porque me moría por hablarle, por decirle que no era su culpa, que todo había sido porque le quería tanto que no podía estar así, alejándole de mi constantemente...

Mientras en la playa...
Jon seguía hablando cuando...
-Una... ¿una lágrima? ¡Gema! ¿Me escuchas?

Mientras en la mente de Gema...
-¡Sí! - grité y seguí llorando como una niña.

Mientas en la playa...
Jon agarró todas sus fuerzas y siguió intentándolo. Cogió aire y le hizo el boca a boca.
-¡Vamos! ¡Vuelve!

Mientras en la mente de Gema...
-Es hora de irse. - dijo la voz.
-¿Qué?
-Lo está consiguiendo. Levántate y camina hacia adelante... Buena suerte.
-Gracias... supongo.
Me levanté y caminé hacia adelante como me había dicho la voz, entonces, una bocanada de aire entró por mi garganta y sentí la vida en mi otra vez. Cerré los ojos y...

Mientras en la playa...
Me desperté escupiendo agua.
-¡Gema! ¡Gema! ¿Estás bien?
-¿Jon?
-Estoy aquí, tranquila estás conmigo.
-Mi ropa. - dije señalando a la roca.
Jon me la trajo y me cogió en brazos. Me llevó corriendo a la caseta y allí me sequé y me vestí. Jon me miraba con tristeza. Yo pensé ne decírselo todo pero... no me creería así que solo le dije:
-Gracias.
-No, de eso nada. Todo ha sido mi culpa. Te presioné para que estuviéramos juntos y...
-Para, para. No digas más. Eso no es verdad. Te quiero pero no puedo quitarte de mi cabeza si me insistes tanto. Por eso te dije que no te quería y... me sentía tan mal... tan nerviosa que... salté.
-Dios, mío, Gema.
Me abrazó y después de un rato le besé la mejilla y volví a darle las gracias:
-Gracias.
Iba a salir de la caseta y de repente entraron Unai, Irantzu y Estitxu. Las chicas me abrazaron haciéndome todo tipo de preguntas. Miré a Unai y vi cómo miraba a Jon... era extraño. ¿A qué venía esa mirada?

Continuará...

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