viernes, 28 de febrero de 2014

Capítulo 36. Cuatro días. Segunda parte.

"Una vez más. Las tragedias nos enseñan que cometemos errores, pero que algunos sabíamos que los estábamos cometiendo y no hicimos nada en contra. Culpable." Gema.

Estaba en casa con Jon. Ya había recorrido la playa otra vez para volver a mi casa al apartamento (cada vez más lo llamo como "casa"). Estábamos viendo la tele y entonces, él me pasó el brazo por los hombros y me bajó los tirantes. Sentí que mi corazón se aceleraba. Mucho. Cada vez más. Más rápido. ¡Más! Sus manos me recorrían los brazos para quitarme los tirantes. "¡Gema! ¡Haz algo!", me supliqué a mí misma. Y le paré las manos.
-¿Qué pasa? - me dijo.
-Jon, tú ya sabías que yo... tenía novio.
-Claro.
-Y... ¿no te sientes mal?
-No. A ver, no porque te tengo a ti pero... supongo que el chico se habrá quedado mal cuando le hayas dicho que habías conocido a otro y tal.
-Ese es el problema. Que no he cortado con él.
-¿¡Qué?!
-Es que no puedo. Yo... ¡No puedo!
-No me puedo creer que no se lo hayas dicho. Al principio vale, pero ahora que hasta hemos...
-Lo sé. ¡Lo sé! Pero ¿cómo iba ha decírselo?
-No sé. Pero ahora le estás poniendo los cuernos.
-Odio admitirlo pero...
-Sí.
-Sí.
No podía creerlo. Hasta Jon me confirmaba que estaba mal.

Respiré.
-Vale, de hoy no pasa. Ya está.
-Pero, ¿tú le quieres?
-Hace una semana te habría dicho que sí.
-Pero... ¿ahora?
-No. Ya no.
-Entonces, llámale y cuéntale todo.
-No puedo.
-Si no lo haces me iré y no volveré a verte.
-¿¡Por qué?!
-Porque si yo fuera él, me gustaría saberlo.
-Joder, tienes toda la razón. Tengo que llamarlo.
-Así me gusta.
Me cogió por la cintura y me tiró al sofá. Me reí y no pude evitar quitarle la camiseta. Él me la quitó a mi y me puse encima suyo. Me agaché para besarlo y cuando levanté la vista... ahí estaba él.
-¡Sorpresa! - dijo. Y se quedó mudo.

                                           *            *           *

-¿Gema?
-¿Alex?
-¿Ese es?

Los dos miramos a Jon y después nos empezamos a vestir otra vez. Alex salió por la puerta y yo detrás.
-¡Alex! ¡Espera!
-Gema, ¿cómo has podido? - decía sin volverse.
Salió del edificio conmigo y Jon detrás. Ya casi era de noche, pero no se veía ninguna estrella.
-Alex, escúchame.
-Te dije que se lo tenías que decir. -dijo Jon.
-¡Cállate por Dios! - le dije.
Paró en seco.
-Lo siento. - le dije.
-No, no. Perdona. Culpa mía. - dijo.
Seguímos corriendo detrás de Alex.
-¡Alex para ya! Te entiendo. Mereces una explicación.
-¡No hay nada que explicar! Sé lo que significa cuando una persona está encima de la otra.
Por fin había parado y se había girado hacia mí.
-Alex. No pude. De veras lo intenté pero... me enamoré de él y...
-¿No podías decírmelo? ¿Acaso no podías?
-No, no podía. Porque te quería. Pensé que decírtelo iba ha ser horrible y... como volvería en poco tiempo, pensé que podría callármelo.
-Pues he hecho un viaje para nada.
-No, no. Escúchame. No puedo dejarlo todo así.
-Gema, vete.
-No, no, ¡no!
-¡Vete! ¡No quiero que me veas llorar!
Pero enseguida empezó a llorar.
-Alex, te juro que Jon quería que te lo contara él no sabía nada.
No me miró. Al revés. Miró detrás de mi para ver a Jon. Pasó de mi y le pegó un puñetazo.
-¡¿Estás loco?! ¿¡Qué coño haces?! - dije.
Jon le devolvió el golpe con creces. Él iba al gimnasio, era atlético y Alex...
-¡Para, para! - le pedí a Jon. Pero le siguió pegando. - ¡PARA!
Paró.
-Perdona, perdona. -dijo exhausto. Y se separó de él.
Me agaché junto a Alex.
-¿Estás bien?
-No. Roto por dentro y roto por fuera. - dijo mientras se tocaba el ojo y el párpado. Se le iba a poner rojo, y morado.
-Alex, - dije medio llorando - solo espero que puedas perdonarme. Yo te quería y te puedo asegurar que siempre serás genial para mi pero... cuando conocí a Jon...
-Sí, sí, lo entiendo. Ya conoces nuestro pasado.
-Parece que nunca íbamos a ser una buena pareja.
-Cierto. No deberíamos haber vuelto. Sólo dime una cosa.
-Tú dirás.
-¿Por qué? ¿Por qué has venido hasta aquí?
-Porque yo sí que te sigo queriendo. - me saltó una lágrima.
-Joder, Alex. Te juro que ha sido hace poco. No pienses que te he estado engañando todo este tiempo.
-Tranquila. Puedo perdonarte lo que sea.
-Joder. Prométeme que seguiremos siendo amigos.
-Puedo perdonarte pero... no será lo mismo.
-Lo siento.

Entonces empecé a llorar y se le cruzaron los cables.
-No puedo.
-¿Qué dices?
-¡No puedo olvidarlo!
-Pero...
-¡Gema! ¡Me has roto! ¡Has cogido mi corazón y lo has partido en mil trozos!
Me levanté.
-Hace un momento decías que...
-¡Calla! Intentaba se amable y perdonarte. ¡Pero no puedo!
-Alex, ¡Alex! ¡Perdóname! ¡No quería que esto acabara así yo...!
Me pegó. Me pegó una bofetada y caí al suelo de rodillas.
-Alex... - dije mientras me tocaba la mejilla. Estaba caliente. Y apuesto a que roja.
Jon le pegó. Lo tumbó en el suelo. Lo paré. ¿Acaso era el infierno? ¿Acaso había muerto y había ido al infierno? Porque Alex y Jon se estaban peleando y Alex jamás me había levantado la mano. Y mucho menos, había llegado a pegarme. Que yo recordara.

Jon paró. Lo dejó. Vino junto a mí y me tocó la mejilla. Me limpió las lágrimas con el dedo y susurró:
-Qué hijo de puta...
Estuvo a punto de volver a pegarle pero le agarré del brazo y le dije:
-No. Te equivocas. Me lo merecía.
-Bueno, en parte tienes razón. Pero no debería haberte pegado.
-Vamos a perdonarlo, ¿vale? Porque dudo que me vaya a perdonar a mi.
Jon me besó y entonces vimos cómo Alex se alejaba corriendo.
-¿A dónde va? - me preguntó Jon.
-No lo sé.
Lo vimos coger un coche.
-¿Sabe conducir?
-No. ¡Es el coche de su hermano! ¡Mierda!
Me levanté corriendo con Jon detrás. El coche arrancó y Alex se fue. Corrimos detrás de él. Pero solo unos metros. Caí de rodillas llorando.
-¿Por qué? ¿Por qué tuve que hacer nada?
-Gema, la culpa es mía.
-No, de eso nada. Por mucho que te quiera... debería habérselo dicho.
Me acarició la mejilla y justo cuando iba ha hablar, escuchamos que algo se chocó. Algo próximo a nosotros. Algo como un coche.
                   
                                            *                   *                 *

Corrimos hasta la columna de humo y sacamos a Alex del coche. Jon lo cogió y fuimos corriendo hasta Urgencias. Lo dejamos allí. Esa vez no me sentía una mierda, definitivamente, era una mierda.

Jon y yo nos quedamos sentados allí toda la noche. Toda.

Continuará...


jueves, 27 de febrero de 2014

Capítulo 35. Cuatro días. Primera parte.

"Las tragedias nos hacen pensar sobre la vida, sobre lo que pudimos hacer pero que no hicimos, sobre lo que hicimos pero no deberíamos haber hecho..." Gema.

Habíamos pasado todo el día anterior abrazados en el sofá. Jon y yo nos habíamos contado todos los secretos (bueno, casi todos) y lo habíamos pasado muy bien. Pero había algo que nos quitaba el sueño. No habíamos podido dormir en toda la noche y habíamos hablado de qué hacer al día siguiente para solucionar lo que había pasado. Y era por eso, por lo que estábamos juntos en mi casa de  nuevo a la mañana siguiente. Otra vez en el sofá. Pero no abrazados. Ni mucho menos.

Salimos y me puse el otro conjunto que era parecido al que llevaba, el que más me gustaba.
Tenía palabras y números escritos en colores claritos como el amarillo, el rosa y el azul. Después, el pantalón era verde pistacho y tenía un cinturón y un lazo del mismo estampado que la camiseta.

Fuimos a la playa. Hacía tanto tiempo que no nos reuníamos todos juntos allí... Las cosas se habían torcido demasiado, y en tan solo cuatro días, dejaría Vizcaya para volver a Madrid. La idea no me ilusionaba ¿pero que iba ha hacer? No había manera de alargar las vacaciones, y aunque la hubiera, acabaría llegando el final.

Hacía días que no hablaba con mis amigos de Madrid porque las cosas ya se habían arreglado y aunque echaba de menos a Alex, hablar con él mientras Jon estaba cerca (aunque fuera simplemente al otro lado de Vizcaya), me era totalmente imposible. Así que nada de hablar con él.

El caso es que fuimos a la playa y allí estaban todos bebiendo zumos. Bueno, no todos. Estaban solo Estitxu, Irantzu y Unai. Nos pareció raro pero no queríamos ir, irrumpir y preguntar por ellos. Queríamos arreglarlo no empeorarlo.

Al vernos, Estitxu se levantó y me dio un abrazo haciéndome soltar la mano de Jon. Unai lo miró unos instantes y fue con él para darle la mano. Irantzu vino y nos juntó a todos en piña. Yo quería hablar seriamente pero no pude. Las sonrisas empezaron a aparecer en las caras de todos, incluida la mía. Y hasta lloré, pero esta vez de felicidad. Me había vuelto muy blanda allí. Pero ese era mi nuevo yo.
-Perdona, de verdad nosotros no fuimos. - dijo Estitxu.
-De verdad, nosotros solo... - dijo Irantzu.
-Solo pensamos que era una tontería. No sabíamos que era por ese tipo. - acabó Unai la frase de Irantzu y le dio la mano.
-Lo sabemos, lo sabemos. - dije.
-Sí, no os preocupéis. - dijo Jon.
-Pero... ¿qué ha pasado con los del grupo de volei? -pregunté.
-Pues... nos hemos peleado y ya no estamos en el equipo. Estaban todos de parte del chico. Increíble. - dijo Estitxu.
-No lo sabía. Lo siento. - dije abrazando a Estitxu.
-Tranquila, nosotros tampoco. No sabíamos lo que pretendían. - dijo ella.
-Pero, ¿cómo sabéis lo que me pasaba con ese chico? Nunca os lo dije. -preguntó Jon.
-Porque al ver que saliste del equipo, después de eso y  lo mal que estabas... nos informamos. Somos tus amigos y bueno, cuando lo supimos, preferimos no decirte nada porque parecía que lo habías superado. - dijo Unai.
-Me alegro, tío. Aunque aún no lo había olvidado, me habría ido fatal que me hubierais agobiado. En el buen sentido. - dijo Jon.
-Y... a todo esto. ¿Desde cuándo os dais la manita y os termináis las frases el uno al otro? - dije riéndome.
-Pues... desde que salimos juntos. -dijo Irantzu.
Primero silencio. Después risas y abrazos.
-Ha llegado el momento de decirlo jaja. - dijeron Unai y Irantzu a la vez.
-Bueno, ¿zumos? - dije.
Y así fue. Zumo y música. Y mar. Una gran mañana.

Pero entonces llegó la hora de comer. Estaba comiendo con mis padres en un restaurante (porque quedaba poco tiempo de vacaciones y querían que comiéramos juntos) que estaba justo al lado de la playa cuando me llegó un WhatsApp. Que no esperaba. Para nada.
-Gema, te echo de menos. No puedo esperar a que vengas y estar contigo un solo día. Háblame. Responde en cuanto leas esto.
Era de Alex.
Empezaba a agobiarme. Antes lo quería pero ahora... ¿iba a ser capaz de volver y seguir como siempre? Antes no conocía a nadie más que a los de mi quinta, a los de mi instituto pero... ahora el curso había terminado y había conocido a Jon. Mis sentimientos habían cambiado por completo. Otro WhatsApp interrumpió mis pensamientos.
-Gema, apaga el móvil aunque sea solo por hoy en la comida. - dijo mi madre.
-Perdona. Es... Anaís. Que no puede esperar para contarme lo que ha hecho en este mes sin mi. Jajaja. - dije falsamente.
Respondí al WhatsApp:
-Alex, ahora no puedo hablar. Luego hablamos.
-¿Por qué? Nunca puedes. - respondió.
-¡Jon te he dicho que no puedo! Estoy comiendo.
Enviar.
Gran cagada.
"Mierda", pensé al leer el nombre que había mandado. "No, no, no".
-¿Jon? Gema, ¿quién es Jon?!
Mierda.
-¡Gema! Anaís puede esperar, estamos comiendo en familia. - dijo mi padre.
-¡Perdón! Es que es importante. - dije y me levanté de la mesa.
-Gema, siéntate. - dijo mi madre.
-Y no te levantes hasta que acabes. - dijo mi padre.
-No tengo hambre. Me voy ya.- dije.
Y me fui.

Fui de nuevo hasta el final de la playa. A las rocas. Llamé a Alex tras respirar hondo, muy hondo. Tenía que mentirle. Si me sentía capaz, quizá era porque ya no le quería. Bueno, eso lo tenía claro. Me estaba -agobiando porque tenía que cortar con él. Bueno, llamé.
-¿Alex?
-¡Gema! ¿Quién c*ñ* es Jon?
-A-Alex, cámate. - mierda, mi voz sonaba entrecortada.
-¿Que me calme? ¡Pero si me has llamado Jon!
-Es que...
-No me jodas, Gema.
-No, no, no es eso.
-¿Entonces?
-Es... un amigo nuevo que he hecho. También he conocido a dos chicas y a otro chico.
-Ah, menos mal. No quería llegar ahí y no pintar nada.
-¿Llegar?
-Es una forma de hablar. Me refiero a que somos novios y eso.
-Ah vale, no lo había entendido.
-Bueno, te dejo comer.
-Vale, adiós.
-Te quie...- colgué.
Colgué y le dejé con el te quiero en la boca.
Me sentí mal.
Pero ya no había marcha atrás.

Miré al horizonte, ¿por qué me gustaba tanto ese lugar? Dios mío, me iba a costar mucho olvidar ese lugar.

Continuará...

lunes, 24 de febrero de 2014

Capítulo 34. Cinco días.

"No debería importarte que no te diga te quiero a todas horas, deberías saber de todas formas que te quiero. La duda ofende".  Gema.

Me desperté. No podía esperar ni un segundo más. No era extremadamente tarde pero no era pronto y era posible que alguien nos viera juntos o que sospechara. Cogí mis cosas y me fui. Llegué a mi casa y... mierda. mierda, mierda. Irantzu, Estitxu y el equipo de volei estaban justo en frente de la puerta del apartamento (al que ahora veo como una segunda casa, por cierto). Intenté no llamar mucho la atención e irme pero, la voz chillona de Estitxu estropeó mi plan.
-¡Geeemaaa!

Mierda, nunca chillaba tanto. A no ser...

-¡Hola! -dije girándome a ella con una gran y flamante sonrisa falsa.
-¿Qué tal?
-Pues, bien. ¿Tú? - los demás me miraron extraños - ¿Vosotros?
-¡Bien! - respondieron todos a coro.

Era una situación demasiado extraña. ¿Por qué me miraban tanto? ¡Era imposible que lo supieran! Miraban mi ropa, mi pelo... Y después de darme un repaso cuchicheaban. Irantzu y Estitxu me miraban con una gran sonrisa y los demás igual, aunque juraría que era más una <<risa>> que una <<sonrisa>>. Entonces, vi cómo uno de los chicos del equipo de volei enseñaba una foto por WhattsApp. El fuego se apoderó de mis pulmones. Me abrí paso y cogí el móvil del chico. Al ver la foto casi me da un vuelco al corazón. Me tapé la boca con una mano y de repente, dejé de ver por culpa de las lágrimas que fueron apareciendo. Los miré a todos, a penas los conocía pero no esperaba eso de ellos. Y menos de las que sí eran mis amigas. Le devolví el móvil y salí corriendo. Entonces, me vino a la cabeza la imagen que acababa de ver: todo estaba oscuro, el mar estaba casi en conflicto con el cielo estrellado debido a las pequeñas olas y... en el centro de la foto, la silueta negra de dos personas. Una encima de la otra, concretamente. Una llamada Gema, y otra, llamada Jon.

                                      *           *          *

Sentada en la roca más alta. Las alturas eran lo único que conseguían tranquilizarme. Supongo que porque como estuve a punto de morir, ahora les guardo respeto. En esos momentos, tenía ganas de luchar, de volver a las clases de boxeo. Lo había dejado hacía tiempo pero solo unos buenos golpes podían hacerme sentir viva y no muerta. Me calmé. Me tumbé y aunque algunas piedras se me clavaban en la nuca, me sentía libre. Miré al cielo muy concentrada. "Ojalá tuviera alas para poder irme de aquí", pensé. Entonces, sonó el móvil. Abrí el chat de Jon y leí:
-¿Dónde estás?

No, no necesitaba alas. Sólo necesitaba apoyarme en la persona correcta. Respondí.
-En las rocas. Ven, por favor. Te necesito...

Me pareció leer algo más pero justo estaba cerrando el chat y lo único que quería era esperar a que llegara. Guardé el móvil en el bolso y metí también las cuñas. Me levanté y empecé a caminar el borde, las piedras se clavaban en mis pies, pero me hacían sentir viva. Aún no me había parado a pensar en lo que había pasado, pero quería arriesgarme para... ¿calmarme? No suena muy calmante pero lo aseguro, sentirme tan concentrada en no caer me hacía sentir el riesgo y... ¿adrenalina? No sé. Entonces, vi a Jon que venía corriendo. "Mierda", pensé. Venía muy agitado. Creo que pensaba que iba a saltar otra vez. "No, no, mierda. No es lo que piensas", pensaba intentando bajar. Y entonces... resbalé.

Caí al agua muy cerca de las rocas pero por suerte no me di contra ninguna de ellas. Jon se tiró enseguida para "salvarme" y entonces vio que estaba bien.
-Jon, relájate, ¿quieres? Ha sido sin querer.
-Pero, ¿por qué? ¿Qué ha pasado?
-No, no. Te equivocas, ¿vale? No es lo que estás pensando.
-¡Has vuelto a saltar!
-¡Jon! ¡No pasa nada! Ha sido sin querer.
-¿Segura?
-Al cien por cien. Solo quería... evadirme un poco de la realidad...
-Bueno, al fin de al cabo a pasado algo...
-Sí.
-¿Qué es?
-Mmm. - dije mientras me acercaba a la orilla - No sé si debería decirlo... - continuaba alejándome de él.
-Pues... tendré que hacerte hablar. - dijo empezando a correr detrás de mi. Yo también corrí.

Salí del agua y corrí todo lo lejos que pude. Pero Jon corrió mucho más deprisa y me cogió por las piernas. Me levantó y me dio vueltas como si fuera un saco de patatas. Me bajó y me dio una vuelta de tal manera, que me quedé pegada a él. Nuestras frentes estaban a cinco centímetros y notábamos la respiración del otro. Se separó de mi y se sentó en la arena. Me senté a su lado. La sonrisa de mi boca pasó a mejor vida.
-¿Qué ha pasado? - preguntó con mirada firme.
-Jon... Antes quería hablarlo pero... son tus amigos y...
-¿Qué ha pasado? - repitió más tenso. Jamás había visto a Jon así. Al oír eso su rostro cambió por completo. Pensé que él sabía algo.
-¿Qué sabes? - pregunté directamente sin responderle.
-He preguntado primero. - dijo él con autoridad.
Me dio un poco de miedo pero me arriesgué y dije- Quiero saber todo lo que sepas... antes de hablar.
-No quiero dar información que pueda dañarte.
Abrí mucho los ojos y miles de preguntas aparecieron de la nada en mi cabeza.

Cuando pude responder, le dije:
-Nos han hecho una foto.
-¿Una foto? - dijo mirando a su alrededor.
-Sí.
-¿Cuándo? - dijo tenso. Muy tenso.
-Anoche... - dije con la voz entrecortada.
-Ven aquí. - me dijo mientras me abrazaba. Sentí su calor en el abrazo, pero el ambiente era frío. "¿En qué te has metido, Jon?", pensé. No podía dejarlo pasar, necesitaba saberlo. Me aparté de él y le dije directamente - ¿En qué estás metido, Jon?
No me miró.
Siguió a lo suyo.
Las lágrimas empezaron a surgir de nuevo. ¿Acaso no estaba a salvo de las mentiras? Y entonces me di cuenta: la primera mentirosa era yo.

Al fin se dignó a mirarme a los ojos. No parecía el mismo chico socorrista y entusiasta que conocí. Era... un Jon frío. Lo que no tenía claro, era si eso me gustaba o me asustaba. Quizá me asustaba y eso me gustaba. No sé. Trás unos segundos mirándome dijo:
-Todo ha cambiado.
No entendí en absoluto qué significaba eso. Entendí las palabras, obviamente, pero necesitaba una explicación.
-Ellos... - empezó a decir antes de que yo pidiera explicaciones - han conocido a alguien que no deberían haber conocido. Sabes que se fueron unos días algunos del equipo, lo sabías, ¿no?
Asentí.
-Bien, pues han conocido a un chico que no me soporta. Yo antes jugaba al volei pero lo dejé porque... lesioné a un chico. Ese chico es a quien han conocido.
No acababa de entenderlo.
-Yo era bueno, pero aquel día... - dijo mientras se resguardaba entre sus piernas.
-Si no quieres no sigas. - le dije acariciándole el cabello.
-Necesito hacerlo. - dijo incorporándose de nuevo.
-Adelante.
-Ese día le di en la cara. Cayó en el suelo. Sin más. La pelota le dio en la cara con toda mi fuerza por delante y... se lo llevaron al hospital. Lo grabe no era la sangre que no dejaba de salir de su nariz, sino el golpe que se dio en la cabeza contra el suelo. En la cabeza y en toda la columna vertebral.
-Dios mío... - dije sin querer. Se me escapó. Lo último que Jon necesitaba era que lo viera como un monstruo.                       Mierda.
-Se lo llevaron y se curó. Estuvo a unos centímetros, o quizá a un poco de fuerza de quedarse tonto o algo. No sé. Quizá debería haberme pasado a mi. La gente que jugaba contra nosotros nos miraba mal. Siempre. Al principio pensaba que era porque solíamos ganar pero... después de aquello, pensé que era porque tenían miedo de que "mi fuerza" les hiciera daño. No podía seguir jugando. Al chico le dieron un título, la verdad es que se lo merecía pero... cuando fui a disculparme, me dijo que me destrozaría. Pero pensé que no era posible: ya lo había dejado.

Lloró. Lloró durante unos minutos y después continuó.
-Yo lo apoyaba. Siempre lo animaba y tal. Me sentía demasiado mal y no tomé sus palabras en serio. Lo veía como una víctima pero él se las arregló para que la gente pensara lo mismo que él sobre mí. Me metí a socorrista por ayudar a la gente, principalmente. Más tarde, intenté habar con este chico pero él seguí con su entusiasmo de arruinarme la vida y lo mandé todo a la mierda. Estaba bien, podría haberle pasado algo malo pero la peor parte me la llevé yo. La psicológica. - dijo señalando a su cabeza.- Tantos días pasándolo mal, tantas noches en vela... Y no había manera de que dejara de mirarme como si fuera un asesino. Así, que me tatué la palabra "casi".
Abrí los ojos. ¿Enserio? No podía creerlo pero tampoco le iba a pedir que me lo enseñara. Siguió.
-Cada vez que viene me recuerda todo y vuelta a empezar.
Entonces, se echó el pelo hacía atrás y le vi la muñeca. Agarré su brazo y leí la pequeña palabra. "Casi".
-Me la tatué para recordarme siempre que no llegué ha hacerle daño. Que la víctima no es él.
-Joder. -dije. No tenía ni idea.
-Te entiendo, yo también fliparía. El caso es que vi en Twitter que el chico este había hecho unas semanas de volei para grupos y el equipo de aquí fue. Así que lo peor que podía pasar era que se conocieran. Y zasca.
-Te entiendo.
-No lo creo.
Le miré fijamente a los ojos y repetí mis palabras.
-Te entiendo.
Me cogió por el cuello y me besó. Después me besó en el cuello. Pero entonces me aparté.
-¿Qué tiene eso que ver con la foto?
-Que seguramente, el que la ha hecho ha sido uno del grupo por culpa del chaval y... bueno. No les guardes rencor.
-Mira, antes pensaba que era por mi. Porque no querían que alguien como yo estuviera... ya sabes, con alguien como tú. - me miró extrañado - Pensaba que era eso. Una tontería. Pero ahora me parece más grave. ¿Sabes? Te quiero.
-Me alegro, porque no lo dices mucho.
-Jon... ¿qué dices?
-Nada.
-Repite eso. . dije con ganas de sacarme el corazón por la garganta con mi propia mano.
-Perdona es que...
-Sí, lo estás pagando conmigo. Ya lo veo.
Me levanté.
No quería que él me viera llorar.
Tarde.
Caí sobre mis rodillas y me hice una bola en la arena. No podía dejar de llorar.
-Perdóname. Lo siento. De verdad.
-Vete.
-Pero... Gema, lo siento. Es que...
-¡Vete! - dije aún echa una bola. No quería que se fuera, no sabía qué quería.
-No pienso irme. Eres la única persona que me ha escuchado... La única que lo sabe.
Me quedé de piedra. ¿No lo sabía nadie? Me incorporé y Jon me quitó la arena de la cara.
Me besó.
Preferí no marear más la situación así que le seguí la corriente y seguimos besándonos.

Al rato fuimos a mi casa, necesitaba cambiarme de ropa. Al final decidí ponerme un conjunto que no solía llevar. Tenía uno parecido y me gustaba más que ese pero bueno, tan solo era para estar por casa.

-Jon, ¿tú que piensas? ¿Que debería no volver ha hablarles o...?
-No tienes que separarte de ellos por mi culpa.
-No es tu culpa. ¿Acaso eras el único que salía en la foto?
-Cierto.
-Pues eso.
Me llegó un WhatsApp. Era un link. La foto estaba publicada en twitter. No se distinguía quiénes eran pero la rabia empezó a arder en mi estómago. Después leí lo que ponía debajo del link. "Lo sentimos, nosotras no hemos sido". Eran Irantzu y Estitxu. Se lo enseñé a Jon. Sonrió y me besó en la cabeza. 
-¿Ves? No tienen nada que ver. Han sido los otros.
-Veo.
Respondí justo antes de besarle y tumbarme en el sofá.

Continuará...