viernes, 28 de febrero de 2014

Capítulo 36. Cuatro días. Segunda parte.

"Una vez más. Las tragedias nos enseñan que cometemos errores, pero que algunos sabíamos que los estábamos cometiendo y no hicimos nada en contra. Culpable." Gema.

Estaba en casa con Jon. Ya había recorrido la playa otra vez para volver a mi casa al apartamento (cada vez más lo llamo como "casa"). Estábamos viendo la tele y entonces, él me pasó el brazo por los hombros y me bajó los tirantes. Sentí que mi corazón se aceleraba. Mucho. Cada vez más. Más rápido. ¡Más! Sus manos me recorrían los brazos para quitarme los tirantes. "¡Gema! ¡Haz algo!", me supliqué a mí misma. Y le paré las manos.
-¿Qué pasa? - me dijo.
-Jon, tú ya sabías que yo... tenía novio.
-Claro.
-Y... ¿no te sientes mal?
-No. A ver, no porque te tengo a ti pero... supongo que el chico se habrá quedado mal cuando le hayas dicho que habías conocido a otro y tal.
-Ese es el problema. Que no he cortado con él.
-¿¡Qué?!
-Es que no puedo. Yo... ¡No puedo!
-No me puedo creer que no se lo hayas dicho. Al principio vale, pero ahora que hasta hemos...
-Lo sé. ¡Lo sé! Pero ¿cómo iba ha decírselo?
-No sé. Pero ahora le estás poniendo los cuernos.
-Odio admitirlo pero...
-Sí.
-Sí.
No podía creerlo. Hasta Jon me confirmaba que estaba mal.

Respiré.
-Vale, de hoy no pasa. Ya está.
-Pero, ¿tú le quieres?
-Hace una semana te habría dicho que sí.
-Pero... ¿ahora?
-No. Ya no.
-Entonces, llámale y cuéntale todo.
-No puedo.
-Si no lo haces me iré y no volveré a verte.
-¿¡Por qué?!
-Porque si yo fuera él, me gustaría saberlo.
-Joder, tienes toda la razón. Tengo que llamarlo.
-Así me gusta.
Me cogió por la cintura y me tiró al sofá. Me reí y no pude evitar quitarle la camiseta. Él me la quitó a mi y me puse encima suyo. Me agaché para besarlo y cuando levanté la vista... ahí estaba él.
-¡Sorpresa! - dijo. Y se quedó mudo.

                                           *            *           *

-¿Gema?
-¿Alex?
-¿Ese es?

Los dos miramos a Jon y después nos empezamos a vestir otra vez. Alex salió por la puerta y yo detrás.
-¡Alex! ¡Espera!
-Gema, ¿cómo has podido? - decía sin volverse.
Salió del edificio conmigo y Jon detrás. Ya casi era de noche, pero no se veía ninguna estrella.
-Alex, escúchame.
-Te dije que se lo tenías que decir. -dijo Jon.
-¡Cállate por Dios! - le dije.
Paró en seco.
-Lo siento. - le dije.
-No, no. Perdona. Culpa mía. - dijo.
Seguímos corriendo detrás de Alex.
-¡Alex para ya! Te entiendo. Mereces una explicación.
-¡No hay nada que explicar! Sé lo que significa cuando una persona está encima de la otra.
Por fin había parado y se había girado hacia mí.
-Alex. No pude. De veras lo intenté pero... me enamoré de él y...
-¿No podías decírmelo? ¿Acaso no podías?
-No, no podía. Porque te quería. Pensé que decírtelo iba ha ser horrible y... como volvería en poco tiempo, pensé que podría callármelo.
-Pues he hecho un viaje para nada.
-No, no. Escúchame. No puedo dejarlo todo así.
-Gema, vete.
-No, no, ¡no!
-¡Vete! ¡No quiero que me veas llorar!
Pero enseguida empezó a llorar.
-Alex, te juro que Jon quería que te lo contara él no sabía nada.
No me miró. Al revés. Miró detrás de mi para ver a Jon. Pasó de mi y le pegó un puñetazo.
-¡¿Estás loco?! ¿¡Qué coño haces?! - dije.
Jon le devolvió el golpe con creces. Él iba al gimnasio, era atlético y Alex...
-¡Para, para! - le pedí a Jon. Pero le siguió pegando. - ¡PARA!
Paró.
-Perdona, perdona. -dijo exhausto. Y se separó de él.
Me agaché junto a Alex.
-¿Estás bien?
-No. Roto por dentro y roto por fuera. - dijo mientras se tocaba el ojo y el párpado. Se le iba a poner rojo, y morado.
-Alex, - dije medio llorando - solo espero que puedas perdonarme. Yo te quería y te puedo asegurar que siempre serás genial para mi pero... cuando conocí a Jon...
-Sí, sí, lo entiendo. Ya conoces nuestro pasado.
-Parece que nunca íbamos a ser una buena pareja.
-Cierto. No deberíamos haber vuelto. Sólo dime una cosa.
-Tú dirás.
-¿Por qué? ¿Por qué has venido hasta aquí?
-Porque yo sí que te sigo queriendo. - me saltó una lágrima.
-Joder, Alex. Te juro que ha sido hace poco. No pienses que te he estado engañando todo este tiempo.
-Tranquila. Puedo perdonarte lo que sea.
-Joder. Prométeme que seguiremos siendo amigos.
-Puedo perdonarte pero... no será lo mismo.
-Lo siento.

Entonces empecé a llorar y se le cruzaron los cables.
-No puedo.
-¿Qué dices?
-¡No puedo olvidarlo!
-Pero...
-¡Gema! ¡Me has roto! ¡Has cogido mi corazón y lo has partido en mil trozos!
Me levanté.
-Hace un momento decías que...
-¡Calla! Intentaba se amable y perdonarte. ¡Pero no puedo!
-Alex, ¡Alex! ¡Perdóname! ¡No quería que esto acabara así yo...!
Me pegó. Me pegó una bofetada y caí al suelo de rodillas.
-Alex... - dije mientras me tocaba la mejilla. Estaba caliente. Y apuesto a que roja.
Jon le pegó. Lo tumbó en el suelo. Lo paré. ¿Acaso era el infierno? ¿Acaso había muerto y había ido al infierno? Porque Alex y Jon se estaban peleando y Alex jamás me había levantado la mano. Y mucho menos, había llegado a pegarme. Que yo recordara.

Jon paró. Lo dejó. Vino junto a mí y me tocó la mejilla. Me limpió las lágrimas con el dedo y susurró:
-Qué hijo de puta...
Estuvo a punto de volver a pegarle pero le agarré del brazo y le dije:
-No. Te equivocas. Me lo merecía.
-Bueno, en parte tienes razón. Pero no debería haberte pegado.
-Vamos a perdonarlo, ¿vale? Porque dudo que me vaya a perdonar a mi.
Jon me besó y entonces vimos cómo Alex se alejaba corriendo.
-¿A dónde va? - me preguntó Jon.
-No lo sé.
Lo vimos coger un coche.
-¿Sabe conducir?
-No. ¡Es el coche de su hermano! ¡Mierda!
Me levanté corriendo con Jon detrás. El coche arrancó y Alex se fue. Corrimos detrás de él. Pero solo unos metros. Caí de rodillas llorando.
-¿Por qué? ¿Por qué tuve que hacer nada?
-Gema, la culpa es mía.
-No, de eso nada. Por mucho que te quiera... debería habérselo dicho.
Me acarició la mejilla y justo cuando iba ha hablar, escuchamos que algo se chocó. Algo próximo a nosotros. Algo como un coche.
                   
                                            *                   *                 *

Corrimos hasta la columna de humo y sacamos a Alex del coche. Jon lo cogió y fuimos corriendo hasta Urgencias. Lo dejamos allí. Esa vez no me sentía una mierda, definitivamente, era una mierda.

Jon y yo nos quedamos sentados allí toda la noche. Toda.

Continuará...


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