martes, 22 de abril de 2014

Capítulo 43. FINAL - De vuelta en casa.

"Ni los estudios harán que me olvide de ti" Gema.

Llegamos a casa muy pronto, de madrugada. Así que nos fuimos a dormir sin deshacer las maletas y con la ropa de calle. No hablé en todo el viaje, y eso que mis padres me miraban con cara de "tenemos que hablar". El caso es que me desperté. Vi el techo de mi habitación y al rato las paredes. Miré por la ventana de al lado de mi cama; la ventana por la que me escapaba. Vi las calles grises aunque bonitas de mi ciudad y fue entonces fue cuando realmente desperté.
"Estoy en casa",pensé.

Me levanté a las ocho y salí a correr. Fui hasta el parque y recordé muchas cosas, pero de Vizcaya. La plaza... Recordaba el banco, el balcón (que daba a la plaza)... "Joder", pensé.

Pasé por casa de Anaís, supe que tendría que haber avisado antes pero decidí llamar al timbre.
-¿Diga?
-¡Hola!
-¿Quién es?
-Soy yo...
-¿Tú...?
-¡Gema!
-¿Gema? ¡Oh, Dios mío! -de fondo- MAMÁ, ¿PUEDO SALIR? HA VENIDO GEMA.
Supongo que dijo que sí porque salió segundos después poniéndose a toda prisa una sudadera.
-¿Qué tal? - grité mientras ella estiraba la sudadera y corría para abrazarme.
-¡Bien! ¡Genial! - dijo ella mientras me estrujaba.
Cuando me soltó, me dio un beso en la mejilla.
-¿Y tú? ¿Qué tal?
-Pues... - iba a decir bien pero entonces pensé en Jon -no lo sé.
-Es por... ¿el chico ese?
-Sí. Se llama Jon - dije enseñándole una foto con él.
-¡Está super bue...! Quiero decir... hacéis muy buena pareja.
-Jajajaja, tranquila, lo sé. Quiero decir, lo de que está muy bueno.
-Jajajaja. Pero lo otro también es verdad, ¿eh?
-Gracias. Lo que no sé es qué ha pasado ahora.
-¿No habéis roto?
-Tía, intenté escaparme sin decirle adiós.
-¿¡Qué?!
-Lo que oyes. Me estaba yendo ya en el coche cuando apareció Jon corriendo detrás del coche.
-¿¡Qué?!
-Así que tuve que bajar del coche para despedirme de él. Fue tan... ¿bonito? No sé.
-¿Cómo fue?
-Pues corrí hacia él, él corrió hacia mí, me levantó en el aire y me besó. Después... nos despedimos y entonces mis padres me dijeron que habían comprado el apartamento así que... ¡no rompimos!
-¿Entonces qué duda hay?
-La verdad es que ninguna pero...¿ y si conocemos otra gente?
-No te ralles con eso. No te va a traicionar y tú a él tampoco.
-Cierto.

Fuimos al parque y a comprar uno helados. Estuvimos hablando de "lo suyo" y más tarde de "lo mío". Ya sabéis, los problemas que tuvo y los que he tenido yo (y también mi historia con Jon). Después, decidimos quedar por la tarde porque tenía que deshacer la maleta y así, a lo mejor podíamos quedar también con Dana y Alex.

Volví a casa y les conté a mis padres que había ido a correr y a ver a Anaís. Después, comimos una ensalada (era lo único que teníamos) y me fui a vestirme.

Me puse una camiseta de media manga azul, 
con unos shorts blancos y un cinturón marrón, 
con los pendientes, el bolso, las pulseras y las 
manoletinas a juego con la camiseta.


Salí a las cinco. Como siempre, fuimos al parque. Llegué tarde por culpa de los semáforos pero cuando llegué, solo vi a Anaís que se movía muy nerviosa. 
-¿Ana?
-Ho.hola, Gema, emm...
-¿Qué pasa?
-Que no sé por qué no han venido...
-¿Cómo?
-Que Dana y Alex no...
-Ya, ya...
-Perdona, no sé qué ha pasado...
-Tranquila. Seguramente Alex pasa de mi y Dana... hace mucho que no hablo con ella.
-Bueno, podemos ir... ¿al cine?
-No, perdona, es que quiero ir al estreno de una película la semana que viene y tengo que reservar la paga.
-Bueno, pues... nos quedamos aquí...

Justo cuando empezaba a desanimarme, aparecieron Alex y Dana.
-¡Hola! - dijo Dana.
-Eh- dijo Alex.
-Chicos, lleváis un mes sin ver a Gema, ¿cómo habéis podido llegar tarde?
-Eh, eh. Relájate, Ana. Que solo son y media - dijo Dana.
-¿¡Cómo?! Bueno, bueno... -dijo Anaís.
-Hola chicos. Tranquila, Ana - dije.
-¿Qué tal? - dijo Dana.
-Bien, ¿sabíais que conocí a un chi...? - miré a Alex. Todos estaban al corriente. - Quiero decir... a unos chicos y chicas muy simpáticos.
-Y a un chico muy guapo, ¿no? - dijo Dana tajante.
-Pero...
-Dana... - dijo Alex.
-De pero nada. ¿Cómo se te ocurre liarte con otro chico? 
-Dana, no es tan sencillo, nos enamora...
-Mira, Gema. Después de hacerte la mosquita muerta con todo lo que te había hecho él, que encima fue por tu culpa, ¿ahora vas y te lias con otro?
-¿Perdón?
-No, no, a mí no. A Alex - dijo ella.
-Dana - dijo Anaís.
-Es que no me lo puedo creer. ¿Cómo pudiste? - dijo Dana más enfadada.
-¡Dana! - dijeron Anaís y Alex a la vez.
-¡Dana yo no elegí enamorarme de él! - grité.
-¡Y yo no me puedo creer que seas tan guarra de tirarte a otro mientras sales con un chico como Alex! - gritó ella.
-¡DANA! - gritaron Anaís y Alex a la vez.
-¿Qué... acabas de llamarme? - dije con la voz entrecortada.
-¡Guarra!
Noté como mis ojos empezaron a ponerse llorosos. Dana, mi mejor amiga. Bueno, una de ellas. Ahora veía claro que en realidad no solía estar de mi parte. Ana era mi mejor amiga, no ella. Y me había juzgado sin saber nada. Yo también me arrepentí de lo que hice. Yo no elegí hacerle daño. Yo no elegí enamorarme de Jon.
-Bueno - empecé a decir casi sin voz -. Creo que me voy ha ir.
-Eso, ahora vete llorando - dijo Dana.
-¡Dana! ¡Ya vale! ¡Como si tú lo hicieras todo bien! - gritó Anaís.
-¿Perdona? ¿Ahora me reprochas tú algo? ¿Tú que estabas tan pedo, tan fumada y tan drogada que te violaron?
-¡DANA! - gritamos Alex y yo antes de que Anaís empezara a llorar. La abracé y ella a mi.
-Dana, ¿tienes bastante? ¿O tienes algo que decirme a mi? - dijo Alex.
-¿Qué dices? Si son ellas - dijo Dana.
-Dana, tú aquí no pintas nada. Si yo he perdonado a Gema, ¿quién eres tú para juzgarla? Y menos aún llamarla guarra.
-Te estaba defendiendo.
-Mira, sé defenderme. Y ya lo hice cuando la visité.
-¡Volviste escayolado!
-¡Pero mírame! Estoy perfecto. Podría haberme quedado en silla de ruedas y ahora, con llevar muletas de vez en cuando, ando normal. 
-Pero...
-¡Y Ana! Lo de Ana no fue culpa suya. Fue culpa nuestra, por confiar en ellos. Sobre todo mía, por seguirte el juego. Dana, simepre vas a la deriva. Que si bebiendo, que si probando... "sustancias"...
-Como si vosotros no bebierais - dijo ella.
-Pero no tanto. Ana ni si quiera bebía cuando pasó aquello.
-Está claro que estáis todos contra mí... Adiós.
-Adiós - dijo Alex.
Dana esperó que nos despidiéramos de ella, pero como no le dijimos nada se marchó sin más.
-Gracias - le dije a Alex.
-No me las des. Se ha pasado - dijo.
-Mira, esto solo ha sido la prueba definitiva: somos amigos. Y ya está. Ni salir juntos ni nada.
-Tienes razón. No puedo dejar de verte porque eres mi amiga.
Solté a Ana que ya había dejado de llorar y abracé a Alex. Después, ella se unió y nos dimos un gran abrazo.
-Os echaba de menos, chicos - dije.
-Y nosotros - dijeron a la vez.
-¿Y qué pasa con Dana? - preguntó Anaís.
No quería ser yo la que confirmara que todo había terminado con ella.
-Está claro que ha cambiado. Ya no le molesta hacernos daño así que... - dijo Alex.
-Era de mis mejores amigas...  dije yo.
-También nuestra - dijo Ana.

Fuimos a por otro helado y después a casa de Ana. Su madre nos dio zumo de naranja antes de irse. Lo pasamos muy bien y entonces Ana sacó un tema que nadie sabía.
-Alex... sé que Dana nos ha hecho daño. No quiero perdonarla, ni nada. Pero sé por qué la ha tomado así con Gema...
-¿Y eso? - dije yo muy sorprendida.
-Dana... está, bueno, no sé si ahora...En fin, que Dana estaba enamorada de ti.
-¿De Gema? - preguntó Alex.
-¡No, tonto! - dijo Anaís - De tí.
-¿De Alex? - dije yo.
-Sí, de Alex.
Nos miramos perplejos y después, cuando asimilamos la información, seguimos hablando de otras cosas.

Estaba claro que era el día de Anaís porque luego, le sonó el móvil y nos enteramos de otra cosa que no sabíamos...
-Perdonad, tengo que contestar.
-Claro - dije yo.
Escuchamos su conversación.
-Hola car... digo, hola.
-¿Ahora?
-Pero...
-Al... digo, que estoy con Gema y Alex.
-Sí, sí, se han reconciliado.
-No, no, no están juntos.
-¡Sí! Gema no ha cortado con el chico ese.
-¡Qué tonto eres!
-Yo también.
-¿Pero tiene que ser ahora?
-Bueno, vale, ya voy.
-Hasta ahora, te qui... Adiós.
Se dio la vuelta y nos vio allí, escuchando.
-¡Tía! ¿¡Quién es?!
-Em, eh...
-Tiaaa que somos mejores amigas.
-Vale, vale. Alex lo sabe.
-¿¡Qué?! - dije yo mirando a Alex.
-Perdona - dijo él -. Venga, Ana, cuenta.
-Vale. Estoy saliendo con... Alberto.
-¿Enserio? - dije.
-Sí, es que cuando me estuvo ayudando y Dana intentaba salir con Alex...
-Perdona, ¿que ella intentaba quitarme a mi novio? - pregunté.
-Madre mía, en qué fregados me metéis... - dijo Alex.
-Sí. Ella quería salir con él. Quería convencerlo de que cortara contigo y entonces, Alberto fue quien más me ayudó y cuando volvieron mis padres ya estaba genial y bueno, no sabíamos que nos gustabamos hasta que un día me besó y... Con lo paciente que había sido él... Porque yo estaba en plan trauma y...
-Dios mío, Ana. Me dejas de piedra, con las dos cosas. ¡Pues me alegro por ti!
-Bueno, chicas. Me tengo que ir. Mañana me voy - dijo Alex.
-Es verdad, se me había olvidado... - dije abrazándolo. 
Ana lo abrazó y se fue. Como Ana había quedado con Alberto me tuve que ir a casa. 

Me puse ha hablar con Jon nada más llegar, pero por teléfono.
-Tu voz suena distinta por teléfono - dije.
-Lo sé, la tuya también - dijo él.
-Te llamaré cada día - dije - y sino puedo te mandare un WhatsApp.
-Y sino, te llamaré yo, o te mandare un WhatsApp.
-Jajaja.
-Jjajaja.
.
Y seguimos hablando porque... 
Porque sí.

-A


GRACIAS por haberme seguido durante tanto tiempo. Por si no lo sabéis, habrá una segunda temporada que empezará pronto, tenéis el gadget a la derecha con la cuenta atrás. Por supuesto podéis hacer sugerencias y mandar vuestra opinión. Os avisaré pronto por si queréis leer alguna de mis otras novelas y bueno. Que sois geniales y que espero que la novela os siga gustando para que cada vez sea mejor.









lunes, 14 de abril de 2014

Capítulo 42. Game over.

"Y entonces dije "Adiós". Mi corazón se paró de repente y mis pulmones dejaron de respirar. Entonces él me miró. Y su mirada me dejó en Game Over." Gema.

Había sido un final... ¿precioso? Un poco raro, la verdad.
La verdad es que no tenía claro si realmente había llegado el final. De hecho, ni sabía si existía un final en sí. Me explico, no podía olvidarlo así, sin más. No podía montarme en el coche y alejarme sin mirar atrás. Una vez, una amiga me dijo que tenía que vivir el momento. No sé a qué se refería. Antes creía que sí, creía que tenía que vivir y ya está, que tenía que hacer lo que quisiera. Pero ahora... ¿cómo voy ha despedirme? Simplemente no puedo. Y aunque me gustaría vivir el momento y pasar todo el día con mis amigos y con Jon, eso solo serviría para hacer el final más incómodo de lo que ya veía que iba a ser.

La maleta ya estaba hecha. Había seguido el consejo de mi padre. En su momento me pareció buena idea, pero ahora no tengo ninguna excusa para quedarme en el apartamento. No tengo nada con lo que entretenerme. Así que cojo el móvil y lo primero que veo es la foto del fondo de la pantalla. Es una foto de mis amigos. De mis nuevos amigos. "Joder", pienso. Hasta que veo los whatsaps que me han mandado. Quieren quedar conmigo para estar un rato juntos antes de que me vaya. No quiero ir, no puedo. A ver, no es eso. Con Unai, Estitxu e Irantzu no tengo ningún problema. El problema está con Jon. Es obvio que no puedo decirle adiós.

Me visto.

Elijo una camiseta básica de tirantes de color negro. Después cojo unos vaqueros y mis manoletinas negras. "Tengo que hacer algo", pienso, "si no, me voy a morir de aburrimiento". Busco en mi caja de accesorios y veo mis pendientes redondos de estampado leopardo y, para mi sorpresa, un reloj también de leopardo y negro. "Vaya, justo lo que quería. Ni sabía que lo había traído", pienso. Me pongo ambas cosas y miro por la ventana. 

Hacía tan buen tiempo... Tenía unas ganas tremendas de salir y dar una vuelta. Así que cogí un fular ocre y me di a la fuga. Escuché que mi padre gritaba algo así como "¿A dónde vas?" pero lo ignoré. Abrí la puerta y saqué del bolso el mapa-folleto de Vizcaya. No había pisado nada que no fueran las calles cercanas a la plaza y la playa de cabo a rabo. Desplegué el mapa-folleto y me fijé en que cada lugar interesante estaba marcado y detallado con una foto real y un pequeño párrafo de información. Parecía un atlas. El atlas de Vizcaya. 

Al rato, mi madre me llamó al móvil para saber dónde estaba.
-¿Gema?
-Dime, mamá.
-Te estamos esperando para comer. 
-¿Ya es la hora?
-Sí. ¿Dónde estás?
-Pues estoy dando una vuelta. No he visto nada en todo el mes porque he estado en la playa.
-Te entiendo pero deberías ir volviendo. La comida ya está lista.
-Bueno, pues doy la vuelta.
-Vale, te esperamos un rato más.
-Vale, hasta ahora.

Bueno, el tour acababa de ser cancelado. 

De vuelta al apartamento. Por las escaleras ya se podía oler el olor de la comida. Entré y me senté a la mesa. La sopa casi estaba fría y mis padres ya habían acabado (casi) de comer.
-Sentimos no haberte esperado, pero se iba a enfriar - dijo mi padre.
-No pasa nada - dije en respuesta.
Comí y cuando acabé la sopa, mi madre me sirvió una tortilla.
-No quedaba otra cosa en la nevera.
-Que da igual, es normal. No pasa nada. Además me gusta la tortilla.
Mi madre sonrió y cuando acabé, me ayudó a recoger la mesa. Después, empezaron a limpiar la casa porque nos iríamos sobre las nueve. Aún quedaba mucho pero ellos querían empezar cuanto antes.

Miré el grupo de WhatsApp y leí que querían quedar y que si no respondía iban a venir a buscarme.
"Pues no pienso ir con vosotros", pensé. "A no ser..."
-Vale, vamos ha quedar ahora. ¿Os parece bien?
-¡Vale! - respondieron todos.
Abrí el chat de Jon.
-Jon, quiero quedar contigo a parte. Pon cualquier excusa y no vengas ahora con todos. Quedaré con ellos hasta las seis y luego a las seis quedaré contigo hasta las nueve que es cuando me voy. ¿Vale?
-Pero yo quiero ir con todos.
Plan B.
-Joder, Jon. Es que... no quiero ya sabes qué contigo delante de todos. 
-Ahh ya te entiendo. Vale, quedamos entonces a las seis.
-Sí. Ya te diré dónde.
-Bien.
-Hasta luego. Te quiero. 
-Y yo. 

Me sentía fatal. Menos mal que se lo había dicho por WhatsApp. En persona no habría sido capaz de mentirle así... 
A las seis me reuní con todos en la plaza. Me abrazaron y empezamos a caminar en dirección a la playa.
-Gema, lo sentimos pero Jon no ha podido venir... - dijo Unai.
-No pasa nada. Ya me lo ha explicado - dije en su defensa.
-Bien, ¿a dónde vamos? - preguntó Estitxu.
-No sé. ¿Y si en vez de ir a la playa vamos por Vizcaya? Me refiero a las calles y tal - dije.
-Vale. Podemos cruzar por las calles hasta llegar a un gran parque que hay - propuso Irantzu.
-¡Sí, sí! Me encanta ir allí - dijo Estitxu.
-Pues no se hable más - dije.

Lo pasamos genial caminando por Vizcaya haciéndonos fotos. La verdad es que a unos amigos así no los iba a olvidar nunca. Llegamos al parque y era impresionante. Me recordó a Madrid por la inmensa fuente que había en medio. Estitxu me cogió del brazo y me llevó hasta una especie de colina que había. Daba la sombra de un gran árbol y se estaba muy bien. Nos sentamos y empezamos a mandar algunos tweets con las fotos que nos habíamos hecho y también las subimos a Instagram. Nos hicimos nuevas fotos tumbadas en el césped y al rato hasta Unai se unió a la sesión de fotos. También las subimos. A lo tonto modorro se hicieron las seis, así que abrí el chat de Jon.
-Jon.
Joder, no quería quedar. Tenía que pensar en alguna excusa para retrasarlo. 
-Dime - respondió.
No sabía qué hacer y entonces, me llegó un mensaje de mi madre.
-Gema, vuelve, corre. Tu padre se acaba de cargar la maleta.
"¿Hola?", pensé.
-Chicos, mirad -dije señalando el mensaje de mi madre  -. Lo siento. Tengo que ir.
-Tranquila. Iremos a las nueve a despedirte.
-Vale, venid un poco antes.
-Hasta luego - dijeron los tres mientras yo me alejaba corriendo.
Recordaba más o menos el camino de vuelta. Y si no, miraba las fotos para ver las calles en orden. La verdad es que me fue muy útil. Le mandé a Jon lo que mi madre me había mandado y le dije que quedaríamos antes de irme. Y que lo sentía. Lo último era cierto.

Llegué al apartamento muy agitada por correr. Ya eran las seis y media. Subí rápidamente las escaleras y vi que mi maleta estaba perfectamente.
-Pero... si está bien -dije. 
-No - dijo mi madre -. La cremallera está rota.
Entonces me fijé.
-¿Se puede saber qué habéis hecho? - pregunté.
-Pues verás, la maleta no estaba cerrada del todo así que he intentado cerrarla pero se a atascado y he tirado y bueno, se ha roto - dijo mi padre.
-Genial. ¿Y ahora qué hago? -dije.
-Toma - dijo mi madre dándome dinero - baja a los chinos y cógete una nueva.
-Vale - dije aceptando el dinero.

Bajé y miré los diferentes tipos de maletas. Vi una que era casi igual que la mía. Solo que esta era negra con líneas de colores en diagonal. Me decanté por esa y volví al apartamento. Pasé la ropa de una maleta a otra y miré el reloj. Ya eran las ocho. "Qué rápido pasa el tiempo cuando quiere", pensé. Hablé con todos y con Jon a parte. Era extraño. No me sentía capaz de mentirle pero lo hacía, y de buena gana, además. Mi madre me llamó para preguntarme algo.
-¿Qué tal estas vacaciones? ¿Mejor que haberte quedado en casa?
-Genial. Mucho mejor que eso. Ojalá pudiéramos volver...
-¿Te gustaría?
-¿Bromeas? Este apartamento es como mi segundo hogar y esta playa, mis nuevos amigos... Todo aquí es genial.
-Pues me alegro de que pienses así.
-¿Y eso?
-Pues que esperaba que te fueras malhumorada por haberte aburrido un montón y me alegro de que no sea así.
-Ah bueno, pues eso.

Al rato, empezamos a bajar las maletas. Ya eran y media y pronto llegarían mis amigos. Estábamos cargando todo en el coche cuando alguien vino corriendo y me abrazó por detrás. Era Estitxu.
-¡Tía, que te vas!
-¿No me digas? - dije entre risas.
-No me lo puedo creer- dijo Irantzu.
-Ya bueno, yo tampoco - dije.
-Joder, esto debe de ser malo para la salud o algo así - dijo Unai.
-Sí, las despedidas son horrorosas - dije pensando en cómo habría sido la despedida con Jon.
-¿Y qué le has dicho a Jon? - preguntó Unai.
-Pues... - empecé - la verdad es que poca cosa porque no queríamos hacerlo más difícil.
-No sé cómo no has pasado todo el día con él. A ver, que no es de mi incumbencia pero no sé, yo habría aprovechado cada segundo - dijo Irantzu.
-Ya, bueno. A ver. Lo habríamos pasado muy bien pero... luego habría sido horroroso. 
-Cierto - dijo Estitxu.
-Bueno, Gema, al coche - dijo mi padre.
Los abracé y miré al reloj. Las nueve en punto. Mi padre era puntual como un reloj.
-Bueno... supongo que este es el adiós - dije.
Se les escapó una lagrimilla y no pude contener mis lágrimas.
-Os echaré de menos - dije.
-Y nosotros - corearon.
Nos abrazamos otra vez y al final subí al coche.
Mi padre arrancó y me despedí de ellos hasta que giramos en una curva y desaparecieron de mi vista.

-¿Dónde estás? - dijo Jon por el chat.
-Lo siento he tenido un problema - dije.
-¿Y eso? - dijo.
-Nada, nada. Ya está solucionado - dije.
-Bueno. ¿Tardarás mucho?
-Pues no lo sé.
-Da igual. Ya estoy llegando a la plaza.
-¿Qué? ¿Y eso?
Mierda, mierda, mierda. 
Si iba por la izquierda, vería a todos los demás y se lo contarían pero si iba por la derecha me vería a mí. 
-Pues que como tardabas en decirme dónde quedar y tal, he decidido ir a buscarte. No quiero perder ni un segundo más a tu lado.
-Pero si iba a llamarte ahora.
-Bueno, pues ya estoy llegando.
-Y... ¿dónde estás?
Recé para que no dijera dejando el paseo de la playa.
-Pues ya estoy dejando el paseo de la playa. Tu casa está al final ¿no? Osea ya casi en la carretera por la que se sale.
Mierda, mierda, mierda.
-Sí, por ahí.

Entonces, vi una silueta al final del camino. Me oculté agachándome un poco, pero quería verlo por última vez, aunque eso significara que me odiara para siempre. Aunque bueno, tarde o temprano lo iba a descubrir. Me incorporé y me puse bien derecha. Tragué saliva y nos cruzamos con él. Fue cosa de un instante. Él me vio, yo le vi. Abrió mucho los ojos y reaccionó. Empezó a correr detrás del coche. Cuando dejamos el paseo, empezó a gritar mi nombre. Se estaba cansando ya pero no desistía. Abrí la ventana a punto de empezar a llorar y grité "¡LO SIENTO!".
Él paró de correr y yo miré hacia adelante.

¿Gema?
¿Gema?
¿Estás ahí?
¿Vas ha hacerle eso?
¿Vas ha hacerte eso a tí misma?
¿De verdad vas ha "terminarlo" de esa manera?
No solo le vas a romper el corazón sino que mírate en el retrovisor, fíjate bien. ¿Has visto qué sofoco llevas?
¿Gema? 
¿Acaso me estás escuchando?
Gema, como tu voz interior, te ordeno que reacciones.

Cogí aire y le grité a mi padre:
-¡PARA! ¡PARA POR FAVOR!
-Vale, vale. ¿Qué pasa?
Abrí la puerta del coche y eché a correr. Jon también corrió hacia mí. Sentía que jadeaba pero me daba igual. Parecía que huía de la muerte, o algo parecido. Llegué hasta él y colisionamos de tal manera que me abrazó y me levantó por los aires. Cuando mis pies tocaron el suelo de nuevo lo abracé y él me besó. Intentábamos atraernos más y más pero sabíamos que eso era imposible.
-¿Por qué? - dijo apoyando su frente con la mía y sujetándome la cara con las dos manos.
-Porque- dije cogiendo aire pero todavía jadeando - no podía hacerlo. No podía despedirme de ti. 
-¿Y los demás?
-De ellos sí que me he despedido.
-Joder. 
Y me besó.
No esperaba esa respuesta pero en ese momento solo quería besarlo.
El clarkson sonó así que me vi obligada a separarme unos centímetros de él y...
Y entonces dije "Adiós". 
Mi corazón se paró de repente y mis pulmones dejaron de respirar. 
Lo había hecho. Había terminado el libro. La historia. Todo. Adiós.
Entonces él me miró. Me recorrió de arriba abajo con la mirada y dijo "adiós". 
Su mirada cambió. Su mirada me dejó en Game Over.

Me alejé hacia atrás dando pequeños pasos. No quería darme la vuelta. No podía. Pero entonces empecé a llorar y tuve que darme la vuelta y correr. Correr lo más rápido posible. Para que todo acabara cuanto antes y para descargar mi adrenalina. Jon no me siguió. Él se quedó viendo cómo me alejaba. Al llegar al coche, abrí la puerta, lo miré y me metí en el coche.
-¿Quién era ese? -preguntó mi madre.
-Mi novio - dije-. Bueno, mi ex-novio.

El coche arrancó y miré el móvil.
-Te quiero.
Eso decía el mensaje de Jon.

-Gema... ¿recuerdas cuando te he dicho que si te lo habías pasado bien?
-Ajá.
-Bueno pues, que sepas que te lo vas a volver a pasar igual de bien las próximas vacaciones.
-Mamá, no será lo mismo vayamos a donde vayamos.
-¿Y si te digo que volveremos?
-¿¡Vamos a volver?! - salté en el asiento.
-Hemos comprado el apartamento.
-¿¡Qué?! ¡Oh, Dios mío, os quiero! ¡Para! ¡PARA!
Volví a bajar del coche y corrí de nuevo. Jon ya se estaba alejando así que, llorando de alegría empecé a gritar:
-¡VOLVERÉ! ¡VOLVERÉ! 
Jon se dió la vuelta y justo entonces me choqué contra él. Nos caímos al suelo. Tomé aire y le dije:
-Volveré.

Todavía me estaba mirando, comprobando que fuera real y no un fantasma del "pasado". 
-¿Cómo? - preguntó.
-Mis padres han comprado el apartamento.
-Entonces... ¿te veré cada verano?
-¡Sí! Y supongo que en algún puente o por ejemplo en Navidad también.
-¡¿Enserio?! - dijo mientras me cogía la cara con ambas manos.
-¡Sí! - dije justo antes de que me besara.
-Entonces... ¿volvemos a estar juntos?
-Nunca hemos roto.
Y nos besamos. 

Los demás amigos estaban en el paseo y al vernos vinieron corriendo. Les contamos todo. Hasta lo de que yo pensaba irme sin decirle nada. Nos abrazamos y al fin me fui. Subí al coche y me mantuve girada hasta que, en una curva, desaparecieron. Deja vu. 

Sonreí. Miré las estrellas que ya habían salido y entonces, me dormí. 

Buen viaje.

-Gracias, voz interior.

Continuará...





jueves, 10 de abril de 2014

Capítulo 41. Un día. Segunda parte.

"Porque tenía que acabar" Gema.

-¿Qué hora es? - pregunté preocupada.
-¿Qué más da? - respondió él.
- Jon, tenemos que ir a la fiesta - dije muy seria.
- O no.
- Creo que no lo entiendes. Quiero ir. Es mi fiesta.
- ¿No prefieres quedarte conmigo?
- Jon, no es un buen momento para que te pongas tonto. Me voy mañana...
Entonces él se acercó a mi y me besó la clavícula. Subió poco a poco hasta llegar a mi barbilla. Después me besó en la boca y me empujó para tumbarme.
-¿Se puede saber qué haces? - dije intentando parecer seria pero sonriendo.
- Ponerme tonto... muy tonto.
- Para...
Pero no paró.
-Para...
Nada.
-¡Para! - grité a la vez que lo apartaba de un empujón.
-Vale, vale, tranquila.
-No te reconozco. Me voy mañana ¿y tú solo piensas en eso?
-Por eso mismo pienso en "eso".
-Pues creo que deberías pensar en ir a la fiesta conmigo y pasarlo bien, ¿no crees? - dije sin darle a opción a responder ya que me fui directamente a mi habitación.

Me miré en el espejo y traté de convencerme de que solo estaba así porque todo llegaba a su fin. Traté de convencerme de que todo iba a salir bien. De que no se iba a estropear todo en el último momento.

Era una fiesta en la playa así que me puse una camisa floral con unos shorts vaqueros. Luego me puse unos pendientes largos con detalles del color de la camisa, unas sandalias planas de ese mismo color y cogí un bolso (sí del mismo color) para llevarme el bikini.

Cuando estuve lista, me maquillé un poco y salí al salón. Jon estaba nervioso. Lo supe porque aunque estaba quieto sentado en el sofá, le temblaban las piernas. "¿Y eso?", pensé. Aparecí decidida y en cuanto me vio, Jon se levantó y me cogió del brazo. Me giré y lo miré enfadada.

-Gema...

No le salían las palabras. Ya había oscurecido.

-Tengo que irme - dije para que se decidiera: o venía o se quedaba. O me hablaba ahora o nunca.
-Gema, es que...

Supongo que quería pedirme perdón. Pero...

-Mira, adiós - dije. Me di la vuelta, me cogió del brazo otra vez y me giró. Me hizo chocar contra él y acto seguido, me besó.

Cuando me soltó, no podía reaccionar. ¿Qué debía decir? ¿O debía irme sin decir nada? Sus ojos me miraban y brillaban: la luna ya había salido y se reflejaba su luz en sus pupilas.
-¿Y esto? - dije al fin.
-No sabía qué decir... Yo... Lo siento.
-Tranquilo - ¿hola? Yo no quería decir eso.
-No, es que... Joder, me siento fatal.
-Vámonos a la fiesta, anda.
-Perdóname.
-Jon... - dije en plan "no tengo tiempo para esto".
-No pienso pasar por esa puerta hasta que no me perdones.
Sonreí.
        >>Mierda.
-¿Quieres venir? No ha sido nada. Una tontería, no tengo que perdonarte nada.
-M-mm - "dijo" mientras negaba con la cabeza.
Reí.
       >>¿Mierda?
-¡Vale, vale! Está bien. Te perdono.
-Ahora ven más cerca. Apenas lo he oído...
Sonreí y me puse enfrente de él.
-Te perdono.
-Más cerca.
Me acerqué y él me cogió de la cintura.
-Te perdono.
-Ahora al oído.
Me acerqué a su oreja derecha mientras lo abrazaba (y él me abrazaba a mí). Rocé su oreja con mis labios y...
-Te perdono.
-Ahora bésame.
Y lo besé.

Separé mis labios de los suyos y lo cogí de la mano. Tiré de él hasta la entrada y entonces, se dignó a cooperar.

Llegamos a la fiesta diez minutos tarde. Tampoco era tan tarde. Habían preparado una especie de discoteca en la playa. Eran cuatro postes conectados con unas cintas y unas telas muy lisas (y transparentes). Cuando todos me abrazaron y decidieron que había que empezar la fiesta, Unai le hizo una señal al dj y la música empezó a sonar. Supuse que pondría canciones muy famosas o en plan "de party hard" pero no. Puso mis canciones favoritas. Empezando por Air balloon de Lily Allen. 

Casi no podía creerlo. Seguro que me habían cogido el móvil o algo.

Jon me cogió de la mano y esta vez, fue él el que tiró de mi para ir al centro de la pista de baile. Yo no dejaba de negar con una sonrisa. ¿Se considera negación? Él empezó a bailar de manera estúpida y no pude evitar reírme. Y entonces empezó el estribillo. Empecé a bailar con él. No podíamos dejar de reír. Incluso llegué a cantar Air balloon, air balloon... Nanananana, nananana... 

Él se puso detrás de mí y me sujetó por la cadera mientras yo me apoyaba contra él. Levanté los brazos para buscar su cara. Cuando lo encontré incliné el cuello hacia la derecha y él me besó el cuello. Dejé de bailar con las caderas y me dije la vuelta. Él me agarró por la cadera. Lo miré fijamente a los ojos. La música, esa canción, y él, me hicieron estar en el paraíso. Y justo empezó el estribillo de la canción. Air balloon, air balloon... Y lo besé. Subió una de sus manos hasta mi espalda para atrerme a sí mismo. Yo en cambio, bajé mis manos. Dejé de rodearle el cuello y también intenté atraerlo hacia mí. Cosa que era imposible porque estabámos completamente pegados. "Por Dios, esta canción no me va a dejar parar", pensé. Y es que era verdad. Mi relación con la música era muy importante.

Entonces acabó la canción pero seguimos besándonos. La siguiente canción empezó y entonces dejé de besarlo por unos segundos. Era She looks so perfect de 5 seconds of summer. 
-¿Qué pasa? - preguntó él.
-Esta canción... - empecé a decir - me encanta...
Y seguí besándolo.
Entonces, fuimos a la única pared que había, al lado del dj y me empujó contra ella. Me hizo daño, sin querer, y se lo hice saber. "Perdona", susurró. Había dejado de besarme. Estaría pensando algo así como "contrólate". Me sujetó la cara con las dos manos pero no me miró a los ojos.
-No quiero que te vayas - dijo.
-Yo tampoco quiero irme - dije.
-Entonces, quédate.
Y volvió a besarme al ritmo de 5 seconds of summer.

Subí una pierna para ponerla apoyada en la pared y él no dudó en subirla encima de su cintura. Cerré los ojos, había quien nos miraba y no quería parar y decirle a Jon "Para, nos están mirando". Como si nunca me mirara la gente al ir por la calle... Al menos bajé la pierna.

La canción acabó e intenté adivinar en mi mente qué canción sería la siguiente. Tenía tantas canciones en el móvil que a saber. Y entonces, empezó Trumpets de Jason Derulo. Jon me miró y después bajó la mirada para inspeccionar mi camisa.

Supe al instante lo que estaba pensando.

¿Era obligatorio que la canción llevara la frase "Everytime that you get undressed"? ¿Enserio?

Me besó y me desabrochó un poco la camisa. Tenía muchos botones. Iba despacio, supongo que no quería pasarse y cagarla. Cuando llevaba la mitad de la camisa le paré la mano y se la puse sobre mi cintura.
Él sonrió.
-Perdona - dijo mientras pegaba su frente con la mía.
Nos miramos fijamente. "Dios", pensé. Era muy guapo.
-No pasa nada - dije.
Más que una fiesta de bailar, parecía una fiesta de besar. Y no lo digo por nosotros, sino porque también Unai e Irantzu estaban haciendo lo mismo. "Menos mal", pensé. No quería ser la única que se liaba con su novio la noche antes de despedirse de él. Para siempre.

Aunque de todas formas, nadie iba a hacer lo mismo. Era la única.

Él también se giró para mirar a Unai y a Irantzu y entonces le giré la cara para que me mirara y lo besé. Me cogió por la cintura y fue bajando las manos. Salté y él me cogió. Se me llevó corriendo hasta que estuvimos tan lejos de la fiesta que estaba muy oscuro pero se veía una gran luz que era la pista de baile. Íbamos riendo y nos tropezamos. Bueno, él se tropezó conmigo y cayó sobre mí. Me hice un poco de daño pero me dio igual. Nada comparado con el dolor que sentiría cuando le dijera adiós.

-Ten más cuidado - dije entre risas.
-Perdona, es que no veía lo que pisaba.
-Ya me imagino - dije riendo todavía más.
Me besó cariñosamente y se tumbó a mi lado.

-Mira esa estrella.
-¿Cuál? ¿La estrella polar?
-Sí, esa. Siempre he pensado que era algún familiar o antepasado que velaba por mí en el cielo.
-¿Enserio?
-No te rías.
-No, no es eso. Es que... mi madre me dijo lo mismo cuando murió mi abuelo.
-¿Sí?
-Que sí, en serio.
-Qué fuerte. Bueno, pues sea verdad o no que es un familiar que nos cuida... quiero que cada vez que la mires te acuerdes de mi.
-Jon, me voy ha acordar de ti cada vez que toque arena. Cada vez que huela a mar. Cada vez que me ponga el bikini y... cada día que me despierte por la mañana y tú no estés ahí. Cada día que tenga que ir al instituto, y no me apetezca tú no estarás ahí para darme una, aunque solo sea una, razón para ir con la sonrisa plantada en la cara.
-Joder, no voy ha poder volver a levantarme sin pensar si llamarte, si quedar contigo, si... no sé. Todo lo que hago me gusta que sea contigo.
-Y ami...
Entonces, me cogió de la mano y entrelazó sus dedos con los míos.
-Te quiero.
-Y yo... ¿Te puedo decir una cosa?
Me miró extrañado.
-Claro - respondió.
-Cuando me has sacado de la fiesta...pensaba que íbas a...
-A qué.
-Bueno, a...
-No lo cojo.
-Pensaba que querías hacerlo.
Sonrió y volvió a mirar al cielo.
-Por supuesto que quería hacerlo. Pero prefiero pasar la noche hablando contigo que haciéndolo contigo.
Me sorprendió.
-¿Seguro? - dije.
-Al cien por cien.
-Me alegro, porque yo también - dije girándome hacia él.
Él también se giró y me miró fijamente. Sonrió.
-¿Qué? - pregunté.
-Me encanta ese mechón - dijo mientras me ponía un mechón que me caía por encima de toda la cara detrás de la oreja.
No pude evitar sonreír.
Nos giramos pero no soltamos las manos y seguimos mirando al cielo.

Tras un rato, pensé que debía volver al apartamento pero no quise.
-¿Por qué tenía que acabar?
-¿Qué? - preguntó él.
-No entiendo por qué lo mejor que me ha pasado en la vida tenía que acabar.
Me acarició el pulgar con el suyo mientras pensaba una respuesta.
-Porque sí. Porque tenía que acabar.
-Supongo.

Lo abracé y lo besé una última vez. Me acerqué a su oreja y volví a susurrarle.
-Me tengo que ir.
Me impulsé para levantarme peor él me cogió por el brazo y me tiró encima de él.
-Ahora estamos en paz. Yo me he caído encima de tí y ahora tú encima de mi.
Sonreí y me levanté. Lo levanté tirando de su brazo y lo besé.
-Adios... - dije después.
-Te acompaño.
-No, quédate a disfrutar de lo que queda de fiesta.
-¿De qué sirve ir a una fiesta de cumpleaños si no está el cumpleañero?
-No es mi cumpleaños - dije.
-Lo has entendido perfectamente.
-Lo sé. Pero es que necesito pensar.
-¿Qué tienes que pensar?
-Pues... qué hacer.
-¿A qué te refieres?
-A... ¿tenemos que romper?

Silencio.

-No.
-Entonces, ¿qué haremos? No queda otra.
-Gema. Gema. Por favor, no.
Noté que tenía un nudo en la garganta.
-Por favor. No. - repitió.
Me miraba muy fijamente tragando saliva de manera que lo escuchaba. Como no contestaba sus ojos se pusieron rojos y empezaron a salir pequeñas lágrimas de ellos.
-Jon, mañana hablamos.
-Vale... -dijo. Y me abrazó. Me apretó muy fuertemente contra él y aspiró el olor de mi pelo. - No quiero perderte. No puedo. Hasta mañana.

Había sacado su lado más sensible y sentimental. Se empezó a alejar y no pude irme sin decir nada.
-Hasta mañana.

Continuará...


   

lunes, 7 de abril de 2014

Capítulo 40. Un día. Primera parte.

(Yujuu, capítulo cuarenta!)

"Porque tenía que pasar". Gema.

Me levanté como cualquier día. Lo sé. No era un día cualquiera. Simplemente no era consciente de que tan solo me quedaba un día allí: en mi segunda casa. Intenté recordar lo que había dicho cuando mis padres me habían dicho que íbamos a venir... "¿¡Qué?!". No quería irme. Pobre de mi. Si no hubiera visitado Vizcaya jamás habría conocido a Jon y a mis nuevos amigos. Jon. No podía pensar en lo que pasaría cuando se despidieran. ¿Qué le diría antes de macharse? Esperaba que algo bonito porque sus últimas palabras no las olvidaría jamás, y mejor que fueran preciosas.

Desayuné. Hacía mucho que no desayunaba en condiciones. Era extraño, sentía que tenía todo el tiempo del mundo. Cuando recapacité y me di cuenta de que tenía que aprovechar y olvidarme de... bueno, del tema de "Ángel" (Marco) porque era una tontería. Pensé en quedar con todos en la caseta, ¿por qué no?

Quedamos allí y me puse otro de mis vestidos favoritos. Por supuesto, lo conjunté con mis cuñas preferidas y unos pendientes redondos del mismo azul del vestido. No era un vestido muy... especial. Simplemente era sencillo, con flores y un pequeño cinturón. No me gustaba por ser precioso, sino por cómo que quedaba.

Al llegar, todos me miraban en plan "no te vayas", "no queremos que te vayas", ¿por qué tienes que irte?"... Parecía un funeral y no podía dejar que eso pasara así que solo dije:
-Esta noche, hacemos una fiesta de despedida.

Y fue entonces cuando Estitxu sacó de su bolso una bolsa de plástica llena de globos: ya la habían planeado.
-Dios mío...
¿Enserio? ¿Tantas cosas habíamos vivido? ¿Era suficiente?
>>Entonces me dí cuenta de que eran mis mejores amigos.
    (Además de mis amigos de Madrid)
Por poco lloro al ver los globos.
-¿Ya está preparada?
-Sí - respondieron todos.
A lo mejor no sobraba tanto como creía...

Nos fuimos a bañarnos. En realidad ese no era el plan, solo estábamos en la orilla. Pero cuando Jon me tiró al agua vestida y todo, los demás me siguieron. Casi había olvidado lo bien que me lo pasaba con ellos. Y no quería volver a olvidarlo. Nunca.

Pasaron las horas y me encontraba mal así que me fui con la toalla (me había quitado el vestido y tapado con una toalla porque había empezado ha hacer frío como para estar con la ropa mojada) y las cuñas en la mano hasta el apartamento.

Entonces, descubrí que tenía sombra.
                                           Pero mi sombra era un palmo más alta que yo.

-¡Gema!
Me giré y descubrí a Jon corriendo detrás de mi.
-¿Jon?
-Joder cómo corres. Y eso que vas descalza.
-Pues por eso mismo. No quiero que la gente me vea medio desnuda.
-Se te veía más carne con el bikini.
-Cierto. Aunque poco has visto tú mi bikini...
-¿Por?
-¿¡Porque siempre me tiras al agua vestida?!
-Ah sí. Cierto, jaja.
Sonrió con el cuello inclinado mientras se rascaba el cuello por detrás.
Me mató.
-Perdona.
-Tranquilo, que lo hagas tú me da igual.
-¿Sí?
-Sí - dije yo justo antes de que me callara con un largo beso.
Cuando el tiempo siguió su curso, lo aparté con la mano y me di la vuelta para entrar por la puerta. Él me abrazó por detrás y me besó el cuello.
-Tengo que abrir la puerta.
-Pues hazlo. Eres increíble. Seguro que puedes hacerlo conmigo dándote la lata, ¿no crees?
Sonreí y él hizo lo mismo.
Giré el pestillo (por fin) y empujé hacia adentro. Casi nos caemos y empezamos a reirnos.
-Bueno, hasta luego.
-¿Qué?
-Que adiós.
-¿Me dejas aquí con el calentón?
-No, no. Calentito te has puesto tú solito.
-Pues lo siento, pero quiero más - dijo agarrándome la mano con la que me sujetaba la toalla.
-Jon, por si no lo has visto, esto es un portal.
-Me da igual dónde si es contigo.
-Jon... para - dije cuando él empezó a moverme la mano para que soltara la toalla.
-Si quererte es un delito... Sí. Soy culpable.
Sonreí.
Joder, era imposible ponerse dura con él si a cada cosa respondía con una frase más bonita que la anterior.
-Va enserio. Suéltame.
-Pero, ¿por qué?
Ahora o nunca.
-¡Porque tengo que subir! Estás poniéndote pesado.
-Si estoy siendo pesado es porque llevamos "juntos" un mes y me da la sensación de que no es suficiente.
Mierda. Otra vez.
-Lo sé. A mí me pasa lo mismo - dije entrelazando los dedos de mi mano libre con los suyos.
-Joder, te quiero.
-Y yo.

Nos habíamos quedado mirándonos un rato y sin darnos cuenta, se había hecho de noche.
-Tengo que subir para prepararme para la fiesta.
-Sí. Yo también.
-¿No vas a oponerte?
-No quiero ponerme pesado - dijo guiñándome un ojo.
-Vale - dije entre risas.
Cuando empecé a alejarme, él me cogió del brazo y me dijo:
-Toma.
Era mi vestido y mi bolsa.
-Gracias - dije.
-¿No me acompañas a la puerta?
-Estás a cinco pasos. Y yo a siete. Estás muy cerca.
-Jajaja. Anda ven.
Me acerqué a él lentamente ya que solo nos separaban dos baldosas. Me cogió de la mano y me llevó hasta la puerta. Ya se veían algunas estrellas y cuando me distraje, tiró de mi mano. Mi toalla cayó en medio de la calle pero no había nadie para verme. Solo Jon. Antes de que pudiera reaccionar para cogerla, Jon me cogió y me besó. Le rodeé el cuello con mis brazos y entramos al portal de nuevo. Subimos arrastrándonos contra la pared de las escaleras sin separarnos ni un milímetro. Al llegar a la puerta, me di cuenta de que aún llevaba la llave en la otra mano pero que había dejado mis cosas abajo. "Da igual", pensé. Abrí la puerta y, literalmente, nos precipitamos sobre el sofá.
-¿Tercera vez ya? - preguntó él.
-Para mí siempre es como la primera.
Y lo que pasó después. Es imaginable.

Continuará...