lunes, 7 de abril de 2014

Capítulo 40. Un día. Primera parte.

(Yujuu, capítulo cuarenta!)

"Porque tenía que pasar". Gema.

Me levanté como cualquier día. Lo sé. No era un día cualquiera. Simplemente no era consciente de que tan solo me quedaba un día allí: en mi segunda casa. Intenté recordar lo que había dicho cuando mis padres me habían dicho que íbamos a venir... "¿¡Qué?!". No quería irme. Pobre de mi. Si no hubiera visitado Vizcaya jamás habría conocido a Jon y a mis nuevos amigos. Jon. No podía pensar en lo que pasaría cuando se despidieran. ¿Qué le diría antes de macharse? Esperaba que algo bonito porque sus últimas palabras no las olvidaría jamás, y mejor que fueran preciosas.

Desayuné. Hacía mucho que no desayunaba en condiciones. Era extraño, sentía que tenía todo el tiempo del mundo. Cuando recapacité y me di cuenta de que tenía que aprovechar y olvidarme de... bueno, del tema de "Ángel" (Marco) porque era una tontería. Pensé en quedar con todos en la caseta, ¿por qué no?

Quedamos allí y me puse otro de mis vestidos favoritos. Por supuesto, lo conjunté con mis cuñas preferidas y unos pendientes redondos del mismo azul del vestido. No era un vestido muy... especial. Simplemente era sencillo, con flores y un pequeño cinturón. No me gustaba por ser precioso, sino por cómo que quedaba.

Al llegar, todos me miraban en plan "no te vayas", "no queremos que te vayas", ¿por qué tienes que irte?"... Parecía un funeral y no podía dejar que eso pasara así que solo dije:
-Esta noche, hacemos una fiesta de despedida.

Y fue entonces cuando Estitxu sacó de su bolso una bolsa de plástica llena de globos: ya la habían planeado.
-Dios mío...
¿Enserio? ¿Tantas cosas habíamos vivido? ¿Era suficiente?
>>Entonces me dí cuenta de que eran mis mejores amigos.
    (Además de mis amigos de Madrid)
Por poco lloro al ver los globos.
-¿Ya está preparada?
-Sí - respondieron todos.
A lo mejor no sobraba tanto como creía...

Nos fuimos a bañarnos. En realidad ese no era el plan, solo estábamos en la orilla. Pero cuando Jon me tiró al agua vestida y todo, los demás me siguieron. Casi había olvidado lo bien que me lo pasaba con ellos. Y no quería volver a olvidarlo. Nunca.

Pasaron las horas y me encontraba mal así que me fui con la toalla (me había quitado el vestido y tapado con una toalla porque había empezado ha hacer frío como para estar con la ropa mojada) y las cuñas en la mano hasta el apartamento.

Entonces, descubrí que tenía sombra.
                                           Pero mi sombra era un palmo más alta que yo.

-¡Gema!
Me giré y descubrí a Jon corriendo detrás de mi.
-¿Jon?
-Joder cómo corres. Y eso que vas descalza.
-Pues por eso mismo. No quiero que la gente me vea medio desnuda.
-Se te veía más carne con el bikini.
-Cierto. Aunque poco has visto tú mi bikini...
-¿Por?
-¿¡Porque siempre me tiras al agua vestida?!
-Ah sí. Cierto, jaja.
Sonrió con el cuello inclinado mientras se rascaba el cuello por detrás.
Me mató.
-Perdona.
-Tranquilo, que lo hagas tú me da igual.
-¿Sí?
-Sí - dije yo justo antes de que me callara con un largo beso.
Cuando el tiempo siguió su curso, lo aparté con la mano y me di la vuelta para entrar por la puerta. Él me abrazó por detrás y me besó el cuello.
-Tengo que abrir la puerta.
-Pues hazlo. Eres increíble. Seguro que puedes hacerlo conmigo dándote la lata, ¿no crees?
Sonreí y él hizo lo mismo.
Giré el pestillo (por fin) y empujé hacia adentro. Casi nos caemos y empezamos a reirnos.
-Bueno, hasta luego.
-¿Qué?
-Que adiós.
-¿Me dejas aquí con el calentón?
-No, no. Calentito te has puesto tú solito.
-Pues lo siento, pero quiero más - dijo agarrándome la mano con la que me sujetaba la toalla.
-Jon, por si no lo has visto, esto es un portal.
-Me da igual dónde si es contigo.
-Jon... para - dije cuando él empezó a moverme la mano para que soltara la toalla.
-Si quererte es un delito... Sí. Soy culpable.
Sonreí.
Joder, era imposible ponerse dura con él si a cada cosa respondía con una frase más bonita que la anterior.
-Va enserio. Suéltame.
-Pero, ¿por qué?
Ahora o nunca.
-¡Porque tengo que subir! Estás poniéndote pesado.
-Si estoy siendo pesado es porque llevamos "juntos" un mes y me da la sensación de que no es suficiente.
Mierda. Otra vez.
-Lo sé. A mí me pasa lo mismo - dije entrelazando los dedos de mi mano libre con los suyos.
-Joder, te quiero.
-Y yo.

Nos habíamos quedado mirándonos un rato y sin darnos cuenta, se había hecho de noche.
-Tengo que subir para prepararme para la fiesta.
-Sí. Yo también.
-¿No vas a oponerte?
-No quiero ponerme pesado - dijo guiñándome un ojo.
-Vale - dije entre risas.
Cuando empecé a alejarme, él me cogió del brazo y me dijo:
-Toma.
Era mi vestido y mi bolsa.
-Gracias - dije.
-¿No me acompañas a la puerta?
-Estás a cinco pasos. Y yo a siete. Estás muy cerca.
-Jajaja. Anda ven.
Me acerqué a él lentamente ya que solo nos separaban dos baldosas. Me cogió de la mano y me llevó hasta la puerta. Ya se veían algunas estrellas y cuando me distraje, tiró de mi mano. Mi toalla cayó en medio de la calle pero no había nadie para verme. Solo Jon. Antes de que pudiera reaccionar para cogerla, Jon me cogió y me besó. Le rodeé el cuello con mis brazos y entramos al portal de nuevo. Subimos arrastrándonos contra la pared de las escaleras sin separarnos ni un milímetro. Al llegar a la puerta, me di cuenta de que aún llevaba la llave en la otra mano pero que había dejado mis cosas abajo. "Da igual", pensé. Abrí la puerta y, literalmente, nos precipitamos sobre el sofá.
-¿Tercera vez ya? - preguntó él.
-Para mí siempre es como la primera.
Y lo que pasó después. Es imaginable.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario