jueves, 10 de abril de 2014

Capítulo 41. Un día. Segunda parte.

"Porque tenía que acabar" Gema.

-¿Qué hora es? - pregunté preocupada.
-¿Qué más da? - respondió él.
- Jon, tenemos que ir a la fiesta - dije muy seria.
- O no.
- Creo que no lo entiendes. Quiero ir. Es mi fiesta.
- ¿No prefieres quedarte conmigo?
- Jon, no es un buen momento para que te pongas tonto. Me voy mañana...
Entonces él se acercó a mi y me besó la clavícula. Subió poco a poco hasta llegar a mi barbilla. Después me besó en la boca y me empujó para tumbarme.
-¿Se puede saber qué haces? - dije intentando parecer seria pero sonriendo.
- Ponerme tonto... muy tonto.
- Para...
Pero no paró.
-Para...
Nada.
-¡Para! - grité a la vez que lo apartaba de un empujón.
-Vale, vale, tranquila.
-No te reconozco. Me voy mañana ¿y tú solo piensas en eso?
-Por eso mismo pienso en "eso".
-Pues creo que deberías pensar en ir a la fiesta conmigo y pasarlo bien, ¿no crees? - dije sin darle a opción a responder ya que me fui directamente a mi habitación.

Me miré en el espejo y traté de convencerme de que solo estaba así porque todo llegaba a su fin. Traté de convencerme de que todo iba a salir bien. De que no se iba a estropear todo en el último momento.

Era una fiesta en la playa así que me puse una camisa floral con unos shorts vaqueros. Luego me puse unos pendientes largos con detalles del color de la camisa, unas sandalias planas de ese mismo color y cogí un bolso (sí del mismo color) para llevarme el bikini.

Cuando estuve lista, me maquillé un poco y salí al salón. Jon estaba nervioso. Lo supe porque aunque estaba quieto sentado en el sofá, le temblaban las piernas. "¿Y eso?", pensé. Aparecí decidida y en cuanto me vio, Jon se levantó y me cogió del brazo. Me giré y lo miré enfadada.

-Gema...

No le salían las palabras. Ya había oscurecido.

-Tengo que irme - dije para que se decidiera: o venía o se quedaba. O me hablaba ahora o nunca.
-Gema, es que...

Supongo que quería pedirme perdón. Pero...

-Mira, adiós - dije. Me di la vuelta, me cogió del brazo otra vez y me giró. Me hizo chocar contra él y acto seguido, me besó.

Cuando me soltó, no podía reaccionar. ¿Qué debía decir? ¿O debía irme sin decir nada? Sus ojos me miraban y brillaban: la luna ya había salido y se reflejaba su luz en sus pupilas.
-¿Y esto? - dije al fin.
-No sabía qué decir... Yo... Lo siento.
-Tranquilo - ¿hola? Yo no quería decir eso.
-No, es que... Joder, me siento fatal.
-Vámonos a la fiesta, anda.
-Perdóname.
-Jon... - dije en plan "no tengo tiempo para esto".
-No pienso pasar por esa puerta hasta que no me perdones.
Sonreí.
        >>Mierda.
-¿Quieres venir? No ha sido nada. Una tontería, no tengo que perdonarte nada.
-M-mm - "dijo" mientras negaba con la cabeza.
Reí.
       >>¿Mierda?
-¡Vale, vale! Está bien. Te perdono.
-Ahora ven más cerca. Apenas lo he oído...
Sonreí y me puse enfrente de él.
-Te perdono.
-Más cerca.
Me acerqué y él me cogió de la cintura.
-Te perdono.
-Ahora al oído.
Me acerqué a su oreja derecha mientras lo abrazaba (y él me abrazaba a mí). Rocé su oreja con mis labios y...
-Te perdono.
-Ahora bésame.
Y lo besé.

Separé mis labios de los suyos y lo cogí de la mano. Tiré de él hasta la entrada y entonces, se dignó a cooperar.

Llegamos a la fiesta diez minutos tarde. Tampoco era tan tarde. Habían preparado una especie de discoteca en la playa. Eran cuatro postes conectados con unas cintas y unas telas muy lisas (y transparentes). Cuando todos me abrazaron y decidieron que había que empezar la fiesta, Unai le hizo una señal al dj y la música empezó a sonar. Supuse que pondría canciones muy famosas o en plan "de party hard" pero no. Puso mis canciones favoritas. Empezando por Air balloon de Lily Allen. 

Casi no podía creerlo. Seguro que me habían cogido el móvil o algo.

Jon me cogió de la mano y esta vez, fue él el que tiró de mi para ir al centro de la pista de baile. Yo no dejaba de negar con una sonrisa. ¿Se considera negación? Él empezó a bailar de manera estúpida y no pude evitar reírme. Y entonces empezó el estribillo. Empecé a bailar con él. No podíamos dejar de reír. Incluso llegué a cantar Air balloon, air balloon... Nanananana, nananana... 

Él se puso detrás de mí y me sujetó por la cadera mientras yo me apoyaba contra él. Levanté los brazos para buscar su cara. Cuando lo encontré incliné el cuello hacia la derecha y él me besó el cuello. Dejé de bailar con las caderas y me dije la vuelta. Él me agarró por la cadera. Lo miré fijamente a los ojos. La música, esa canción, y él, me hicieron estar en el paraíso. Y justo empezó el estribillo de la canción. Air balloon, air balloon... Y lo besé. Subió una de sus manos hasta mi espalda para atrerme a sí mismo. Yo en cambio, bajé mis manos. Dejé de rodearle el cuello y también intenté atraerlo hacia mí. Cosa que era imposible porque estabámos completamente pegados. "Por Dios, esta canción no me va a dejar parar", pensé. Y es que era verdad. Mi relación con la música era muy importante.

Entonces acabó la canción pero seguimos besándonos. La siguiente canción empezó y entonces dejé de besarlo por unos segundos. Era She looks so perfect de 5 seconds of summer. 
-¿Qué pasa? - preguntó él.
-Esta canción... - empecé a decir - me encanta...
Y seguí besándolo.
Entonces, fuimos a la única pared que había, al lado del dj y me empujó contra ella. Me hizo daño, sin querer, y se lo hice saber. "Perdona", susurró. Había dejado de besarme. Estaría pensando algo así como "contrólate". Me sujetó la cara con las dos manos pero no me miró a los ojos.
-No quiero que te vayas - dijo.
-Yo tampoco quiero irme - dije.
-Entonces, quédate.
Y volvió a besarme al ritmo de 5 seconds of summer.

Subí una pierna para ponerla apoyada en la pared y él no dudó en subirla encima de su cintura. Cerré los ojos, había quien nos miraba y no quería parar y decirle a Jon "Para, nos están mirando". Como si nunca me mirara la gente al ir por la calle... Al menos bajé la pierna.

La canción acabó e intenté adivinar en mi mente qué canción sería la siguiente. Tenía tantas canciones en el móvil que a saber. Y entonces, empezó Trumpets de Jason Derulo. Jon me miró y después bajó la mirada para inspeccionar mi camisa.

Supe al instante lo que estaba pensando.

¿Era obligatorio que la canción llevara la frase "Everytime that you get undressed"? ¿Enserio?

Me besó y me desabrochó un poco la camisa. Tenía muchos botones. Iba despacio, supongo que no quería pasarse y cagarla. Cuando llevaba la mitad de la camisa le paré la mano y se la puse sobre mi cintura.
Él sonrió.
-Perdona - dijo mientras pegaba su frente con la mía.
Nos miramos fijamente. "Dios", pensé. Era muy guapo.
-No pasa nada - dije.
Más que una fiesta de bailar, parecía una fiesta de besar. Y no lo digo por nosotros, sino porque también Unai e Irantzu estaban haciendo lo mismo. "Menos mal", pensé. No quería ser la única que se liaba con su novio la noche antes de despedirse de él. Para siempre.

Aunque de todas formas, nadie iba a hacer lo mismo. Era la única.

Él también se giró para mirar a Unai y a Irantzu y entonces le giré la cara para que me mirara y lo besé. Me cogió por la cintura y fue bajando las manos. Salté y él me cogió. Se me llevó corriendo hasta que estuvimos tan lejos de la fiesta que estaba muy oscuro pero se veía una gran luz que era la pista de baile. Íbamos riendo y nos tropezamos. Bueno, él se tropezó conmigo y cayó sobre mí. Me hice un poco de daño pero me dio igual. Nada comparado con el dolor que sentiría cuando le dijera adiós.

-Ten más cuidado - dije entre risas.
-Perdona, es que no veía lo que pisaba.
-Ya me imagino - dije riendo todavía más.
Me besó cariñosamente y se tumbó a mi lado.

-Mira esa estrella.
-¿Cuál? ¿La estrella polar?
-Sí, esa. Siempre he pensado que era algún familiar o antepasado que velaba por mí en el cielo.
-¿Enserio?
-No te rías.
-No, no es eso. Es que... mi madre me dijo lo mismo cuando murió mi abuelo.
-¿Sí?
-Que sí, en serio.
-Qué fuerte. Bueno, pues sea verdad o no que es un familiar que nos cuida... quiero que cada vez que la mires te acuerdes de mi.
-Jon, me voy ha acordar de ti cada vez que toque arena. Cada vez que huela a mar. Cada vez que me ponga el bikini y... cada día que me despierte por la mañana y tú no estés ahí. Cada día que tenga que ir al instituto, y no me apetezca tú no estarás ahí para darme una, aunque solo sea una, razón para ir con la sonrisa plantada en la cara.
-Joder, no voy ha poder volver a levantarme sin pensar si llamarte, si quedar contigo, si... no sé. Todo lo que hago me gusta que sea contigo.
-Y ami...
Entonces, me cogió de la mano y entrelazó sus dedos con los míos.
-Te quiero.
-Y yo... ¿Te puedo decir una cosa?
Me miró extrañado.
-Claro - respondió.
-Cuando me has sacado de la fiesta...pensaba que íbas a...
-A qué.
-Bueno, a...
-No lo cojo.
-Pensaba que querías hacerlo.
Sonrió y volvió a mirar al cielo.
-Por supuesto que quería hacerlo. Pero prefiero pasar la noche hablando contigo que haciéndolo contigo.
Me sorprendió.
-¿Seguro? - dije.
-Al cien por cien.
-Me alegro, porque yo también - dije girándome hacia él.
Él también se giró y me miró fijamente. Sonrió.
-¿Qué? - pregunté.
-Me encanta ese mechón - dijo mientras me ponía un mechón que me caía por encima de toda la cara detrás de la oreja.
No pude evitar sonreír.
Nos giramos pero no soltamos las manos y seguimos mirando al cielo.

Tras un rato, pensé que debía volver al apartamento pero no quise.
-¿Por qué tenía que acabar?
-¿Qué? - preguntó él.
-No entiendo por qué lo mejor que me ha pasado en la vida tenía que acabar.
Me acarició el pulgar con el suyo mientras pensaba una respuesta.
-Porque sí. Porque tenía que acabar.
-Supongo.

Lo abracé y lo besé una última vez. Me acerqué a su oreja y volví a susurrarle.
-Me tengo que ir.
Me impulsé para levantarme peor él me cogió por el brazo y me tiró encima de él.
-Ahora estamos en paz. Yo me he caído encima de tí y ahora tú encima de mi.
Sonreí y me levanté. Lo levanté tirando de su brazo y lo besé.
-Adios... - dije después.
-Te acompaño.
-No, quédate a disfrutar de lo que queda de fiesta.
-¿De qué sirve ir a una fiesta de cumpleaños si no está el cumpleañero?
-No es mi cumpleaños - dije.
-Lo has entendido perfectamente.
-Lo sé. Pero es que necesito pensar.
-¿Qué tienes que pensar?
-Pues... qué hacer.
-¿A qué te refieres?
-A... ¿tenemos que romper?

Silencio.

-No.
-Entonces, ¿qué haremos? No queda otra.
-Gema. Gema. Por favor, no.
Noté que tenía un nudo en la garganta.
-Por favor. No. - repitió.
Me miraba muy fijamente tragando saliva de manera que lo escuchaba. Como no contestaba sus ojos se pusieron rojos y empezaron a salir pequeñas lágrimas de ellos.
-Jon, mañana hablamos.
-Vale... -dijo. Y me abrazó. Me apretó muy fuertemente contra él y aspiró el olor de mi pelo. - No quiero perderte. No puedo. Hasta mañana.

Había sacado su lado más sensible y sentimental. Se empezó a alejar y no pude irme sin decir nada.
-Hasta mañana.

Continuará...


   

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