viernes, 20 de junio de 2014

Capítulo 8 (51). Dos no bailan si uno no quiere.

Lo recordaba perfectamente. Todo. Hasta el último detalle.
Hacía unas horas, Alex y yo habíamos estado hablando de algo que me había dejado de piedra. Su hermano mayor, Marco, había estado hablando conmigo anónimamente desde hacía muchísimo tiempo. Se había inventado una personalidad. Me había hecho odiar a Alex; me quería hacer romper con él. Y todo era porque estaba enamorado de mí. Nos conocíamos desde pequeños, pero nunca me imaginé saliendo con él. Con Alex, al contrario, sí, porque éramos de la misma edad. Pero él me sacaba dos años, que aunque no es mucho, bastó para que yo lo viera como un hermano mayor. Y resulta que llevaba enamorado de mí... Pues supongo que desde que me vio salir con Alex y se dio cuenta de que me quería. O yo qué sé.

Habíamos estado hablando de toda la movida que se llevaba con su hermano. Pero una vez más, no me contó su secreto. No quería saberlo. Tan solo quería que ese distanciamiento terminara. Al final, nos habíamos despedido y bueno, ahí estaba yo. En mi casa, mirando por la ventana las vistas de una cálida noche de verano.

¿Y qué se hace en las buenas noches de verano?
Efectivamente. Salir.


Elegí un conjunto normalito.
Una camiseta negra de tirantes con letras doradas que decían "Go on",
unas mallas color beige largas y unos zapatos de tacón negros.
Para complementar un poco me puse unas pulseras doradas
y cogí un bolso de mano (lo que viene a ser un clutch) dorado.

Como siempre, fui al NBM deseando que, por lo menos una noche, pudiera pasarlo bien sin líos ni nada. No quería encontrarme a aquel tipo. ¿Por qué engañarme? No sabía su nombre ni quería saberlo. En cambio, aquel otro chico, Raúl. Él sí era simpático y parecía que quería ser mi amigo, no mi rollo de una noche. Si tenía que ver a alguien, debía ser él.

Llegué y como siempre pasé desapercibida. Los tacones y que solo me quedaba un año para ser mayor de edad ayudaban bastante. Me puse a bailar y, por extraño que parezca, me vino a la mente el momento en el que el chico este, el que no quería ver, el que no conocía, me quitó el sombrero. No lo llevaba aquel día. Justo pusieron canciones que no me gustaban mucho pero que tampoco estaban mal así que decidí quedarme a bailar y a pasármelo bien. Era raro irme siempre por mi cuenta pero llamar a Anaís para salir por la noche no me parecía una buena idea, sinceramente. Querría volver pronto a casa y querría ir por sitios plagados de gente. Querría ir a una cafetería y dar una vuelta. No. A mi me gustaba ir a discotecas, a pubs... Y no sé pero prefería ir sola aunque me daba un poquito de vergüenza a ir con alguien y aburrirme toda la noche. 

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que alguien se puso a bailar conmigo detrás de mí. De hecho, no lo noté hasta que me abrazó y después me tapó los ojos. "No", pensé. "No puede ser él, otra vez no", gritaba mi mente. Tragué saliva y levanté mis manos para tocar las suyas. Claramente eran manos de hombre. Mi corazón empezó a latir a mil por hora y, con un movimiento decidido, despegué sus manos de mi cara y me giré. 

Mi reacción tuvo que ser extraña porque me giré enfadada pero mi expresión cambió al instante. ¡No era él! ¡Era Raúl! Estaba tan contenta que hasta le dediqué una sonrisa y bueno, una conversación. ¡Ah! Y un baile.
-¡Hola! ¿Qué tal? - pregunté.
-¡Hola! Pues muy bien, ¿y tú? - dijo Raúl.
-Bien también, gracias - dije yo.
-Ya tenía ganas de volver a verte. Sobretodo hoy, que todos mis amigos me han dado plantón - dijo riéndose.
-Yo también tenía ganas de verte. Genial, así te tengo para mí sola - dije. Me arrepentí al instante.
-Bien, eh... - dijo él.
-Perdona ha sonado raro. Quería decir que yo también he venido sola - dije riéndome. Él también se rió y el momento incómodo se esfumó.
-¿Quién era aquel tío? - preguntó de repente.
-¿Qué tío? - pregunté extrañada.
-El del otro día. Te estabas yendo y un tío entró y te habló y bueno... Parecías muy molesta - dijo.
-No era nadie... Pero gracias por preocuparte - dije sorprendida de que se hubiera fijado.
-Siento no haber intervenido pero... - empezó a decir.
-Da igual. Mejor así - dije rápidamente. A saber qué hubiera pasado si Raúl se hubiera metido en medio. 
-Pues me alegro de que no te haya hecho nada - dijo.
-Y yo, jaja - dije. Y él también se rió.

Pasaron las horas y nos lo estábamos pasando genial... Pero Raúl recibió una llamada.
-Mierda. Oye, Gema, lo siento pero tengo que irme. Me acaba de llamar mi hermana, le ha pasado una cosa... Y bueno, que tengo que ir a verla, lo siento - dijo. 
-No pasa...  - empecé a decir. Pero él, con un gesto rápido, me dio un beso en la mejilla y salió pitando.
¿Acababa de...darme un beso? Me llevé la mano derecha a la mejilla, justo donde sus labios habían estado hacía segundos, y no pude evitar morderme el labio inferior. Como siempre. 
"Cálmate, Gema. Ha sido un beso de amigos. Además, ya tienes bastante culebrón amoroso, ¿no crees?", me dije a mí misma... Y entonces... Me acordé de Jon.
Ya nada me retenía en el NBM así que cogí mis cosas y caminé hasta la puerta. 

Pero la suerte, seguía sin estar de mi parte.

-¡Hombre! ¿Pero a quién tenemos aquí? - dijo mi amiguito.
- Vaya, voy ha tener que pedir una escolta porque parece que me estás siguiendo - dije seria. Muy seria.
-¿Yo? ¿Siguiéndote? Ni lo sueñes - dijo con un tono de arrogancia que hizo que me entraran arcadas.
-No, si no sueño contigo. Casualmente solo apareces en la vida real. ¿Será por qué no te necesito en mi mundo de ensueño? - dije en tono de burla.
-Vamos, nena, no seas tan cínica. ¿Por qué te portas así conmigo? - dijo pasándome el brazo por los hombros.
-Me porto así contigo porque es lo que te mereces - dije quitándome su brazo de encima y dejando por completo ese juego estúpido.
-Oye - dijo agarrándome del brazo -. Quería... Disculparme por lo que pasó la otra noche.
-Da igual- dije sin más. Aunque importaba, y mucho.
-No, enserio. Vale que seas menor y tal... Pero no debería haberte tratado así - dijo con una mirada triste.
-Mira, de verdad, ya está, lo dejaste claro. Lo nuestro, si es que existe, es imposible y por ello vas a pasar de mí - dije.
-No, no, no. Ni hablar. Mira, al entrar y verte no sabía cómo actuar... - dijo.
-Así que has recurrido a ser un tipo arrogante de mierda - dije interrumpiéndolo.
-Básicamente - dijo él con una sonrisa.
Pero esta, era una sonrisa sincera.
Yo también sonreí y estuvimos un rato mirándonos.
-¿Vamos afuera? - dijo él finalmente.
-No creo que sea buena idea. La última vez que hicimos eso acabé llorando como una niña tonta - dije. Aunque me arrepentí al instante.
-En ese caso... ¿Me concederías un baile? - dijo con una gran sonrisa.
-Bueno... Solo esta canción. Luego me voy - dije devolviéndole la sonrisa.

-Gema... No voy ha negar que... eres distinta - dijo. Y parecía estar hablando con mucha sinceridad.
-¿Distinta? -pregunté.
-Sí... No podía ser que fueras una chica guapa, lista, irresistible y de mi edad. No podía ser. Era imposible que una personalidad tan fuerte como la tuya pudiera acabar conmigo. Siempre me pasa. Algo tiene que estropearlo todo. Estoy harto de que... Joder. De que todas las chicas de las que me enamoro acaben dejándome. No es que sea un mujeriego... Ni un canalla. Es solo que creía que actuando así, atraería a más chicas. No me malinterpretes. Solo quería encontrar a alguien. Yo... - dijo reflejando tristeza con su mirada.
-Shhh... - dije mirñandolo fijamente -. Da igual. Pero que sepas, que es el peor método de ligar del mundo jaja - dije.
Él sonrió.
-Eres increíble - dijo mientras sonreía. Esa sonrisa...
Me mordí el labio.
Y le besé.
-Lo soy - dije sonriéndo.
-Pero... - dijo. ¿Por qué? ¿Tenía que haber un pero? Ya lo había perdonado.
-¿Pero qué?  - dije confundida separándome de él.
-Pero no puede ser... Yo tengo veinticinco... Tú diecisiete... Es una locura - dijo mirando al suelo.
-Pero... Acabas de decir que soy distinta - dije sin poder evitar que mi voz se entrecortara.
-Sí - dijo sin mirarme.
-Y que te has enamorado de mí - dije casi llorando.
-Yo no he dicho... -empezó a decir. Pero le interrumpí.
-¡Lo has dicho! - grité -. No directamente, pero lo has dicho.
-Sí - dijo, aunque esta vez me miró.
-¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué? -pregunté ya llorando.
-Perdona, es que... Joder, no puede ser, de verdad. Yo quería disculparme por lo del otro día, no quería... - empezó a decir.
-¡Déjame! No sé qué coño hago bailando contigo - dije cogiendo mis cosas.
-Dos no bailan si uno no quiere - dijo.
-Ya. Pero es que los dos queríamos. Solo que tenías que estropearlo - dije. Y me fui. 

No estaba triste. Ni seguía llorando. 
Lo último que le había dicho era una verdad como una casa; Ambos queríamos estar con el otro. Pero entonces, se le habían cruzado los cables y lo había mandado todo a la mierda. Estaba enfadada. Frustrada, tal vez.
Pero no triste.

Fui hasta casa andando, como siempre, y creo que no dejé de pensar en lo mismo hasta que finalmente me dormí. No podía dejar de pensar en lo que me había dicho.

Y en que estaba enamorado de mí.

Continuará...

(Perdón por no haber subido nada pero me fui de vacaciones. Espero que os guste este capítulo y que me comentéis cualquier cosa. ¡Ah! Y gracias por seguir leyendo mientras no estaba).



miércoles, 11 de junio de 2014

Capítulo 7 (50). Shock.

No podía creer que me hubiera estado ilusionando con salir con un chico mayor que yo. A ver, ¿cómo se me había ocurrido? Había conocido a otro chico genial en la discoteca y... Y no podía dejar de engañarme a mi misma. No quería otro chico, no quería borrar de mi vida a Jon. Quería volver con él. Sólo quería que pasara una semana para poder volver con él. Si él aún me quería, claro.

Mi madre irrumpió en mi habitación y se sentó a mi lado. No tenía cara de buenas noticias así que me autosugestioné que me iba a dar una mala noticia.
-Gema.
-Dime - dije esperando que lo soltara de una vez.
-No vamos a ir a Vizcaya todavía - dijo mirando al suelo.
-¿¡Qué?! - no me lo podía creer - ¿Por qué?
-Porque nuestro apartamento se ha inundado... Hasta el segundo piso.
-¿Cómo puede haber pasado eso?- Me parecía imposible que la lluvia hubiera hecho eso.
-Pues el vecino del apartamento del tercer piso se dejó la bañera llenándose y se le olvidó. Salió a dar una vuelta y el agua se le salió por todo el apartamento y bajó escaleras abajo. También entró al apartamento del segundo piso y luego al nuestro. Cuando volvió dice que se encontró las escaleras llenas de agua y vio que estaban todos los pisos afectados así que llamó al seguro y después nos ha llamado a los propietarios afectados.
-Madre mía... - dije casi sin creerme esa historia. ¿Entonces cuándo íbamos a volver? Mi madre pareció leerme la mente.
-Volveremos en Agosto. Todo el mes, claro.
-Entonces nos queda todo un mes aquí.... - dije casi sin creérmelo.
-Exacto. Lo siento, Gema -. Y se fue.

Llamé a Anaís para que viniera inmediatamente a mi casa. No podía aguantármelo más. Tenía que contarle todo lo del chico este y lo de Jon y lo que sentía y tantas cosas que si no llegaba en dos segundos me iba a dar un ataque.

Anaís llegó al poco rato y entró en mi habitación como si se tratara de una emergencia. Puso el pestillo porque sabía que yo querría tener intimidad y se sentó a mi lado en mi cama.
-¿Qué pasa? - preguntó.
-Todo - dije con desgana.
-Cuéntame - dijo ella mostrándose comprensiva.
-Te mentí. Con lo del chico ese... El que era mayor que yo... Te mentí... - dije para empezar. Total, ¿por qué dar rodeos?
-Mmm, vale... ¿En qué me mentiste exactamente? - preguntó.
-En lo del beso - respondí.
-¡Pero Gema eso es maravilloso! - dijo ella sin entender por qué estaba mal -. Si no lo besaste no tienes de qué preocuparte.
-No me refiero a que no le besé. Me refiero a que primero le besé... Y luego me acosté con él... - dije. Genial. Silencio.
-¿Te... te acostaste con un extraño? - preguntó Anaís casi sin voz.
-Bueno, no es un extraño - dije.
-¿Lo conocías? - preguntó rápidamente.
-No - respondí.
-¿Sabes su nombre? - preguntó.
-¡No! - respondí.
-¡Entonces era un extraño! - gritó Anaís antes de pensar que mis padres podrían haberla escuchado.
Pero no lo hicieron.
-Ana... No sé qué me pasó. Ni si quiera había bebido y la primera impresión que me dio fue odiosa. Pero me besó y... Bueno, nos besamos, y salimos y todo era genial... Y... No sé... Y ya - dije.
-Madre mía, Gema. No sé cómo lo haces - dijo.
-No, si yo tampoco - dije pensando que esa no era yo.
-En fin... - suspiró Ana -. Podríamos ver alguna peli o...
-¿Te apetece salir? - dije interrumpiéndola y girándome bruscamente hacia ella.


Estábamos cerca del parque y hacía un calor insoportable. La camiseta blanca que llevaba se me empezaba a pegar a la piel y me daba la sensación de que se me veía todo. Al menos llevaba falda (una falda naranja), por lo que iba la mar de cómoda. También resultaba cómodo el moño que me había hecho; hacia tal calor, que habría sido horroroso llevar el pelo suelto. 

Llegamos al parque y fuimos hacia la fuente. Caminando lentamente y llenándonos de vida cuando una ráfaga de aire (caliente, bueno, templado) nos alcanzaba. ¿Cómo podía hacer tanto calor? Anaís sacó el móvil y miró la aplicación del tiempo. "38º", leí mirando el móvil de Anaís. Al llegar junto a la fuente metí la mano en el agua y, de repente, me sentí viva. Me quité las sandalias y me metí en la fuente. Empecé a salpicar agua a todas partes y Anaís se quejó. Pero luego, no pudo resistirse.
-¡Amo el agua!- gritó Anaís a los cuatro vientos (por supuesto eso era un decir, no había nada de aire, y si lo había, era caliente).
-¡Jajaja! Mira que eres payasa - dije mientras le echaba agua.
-¡Ah! ¿Desde cuándo esto es una guerra de agua? - preguntó tras dar un saltito.
-Desde... ¡Ahora! - dije echándole agua.

Acabamos empapadas.
Anaís acabó calada hasta las bragas y lo sé porque gracias a su vestido blanco, ahora se le veían. Y yo, acabé con una camiseta transparente pegada al cuerpo y con el pelo suelto y chipiado. Cogimos nuestras cosas y nos fuimos casi corriendo, por miedo a que nos viera alguien. No es que nos diera vergüenza lo que habíamos hecho; era simplemente que se nos veía todo. 

Dejamos el parque atrás dando rodeos cada vez que veíamos que alguien venía.
Yo lo tenía fácil; me bastaba con taparme con el bolso.
Pero Anaís no podía taparse entera así que dimos el gran rodeo por la calle de Alex.

-¡Cállate!
-¿¡Quieres bajar la voz?!
-¡¿Es que no te das cuenta?!
-¿¡De qué?!
-¡Lo sabe, lo sabe!
-¿¡Cómo va a saberlo?! ¡No desvaríes!
-¡Que sí! ¡Que te digo que lo sabe!
-¿¡Y qué pruebas tienes de que es por mi culpa?!
-¡Sólo lo sabes tú!
-¡No estés tan seguro! ¿Acaso no puede haberse enterado sola?
-¿Cómo? Tan solo le he hablado un par de veces y... Además... Es imposible...

Fueron bajando el tono hasta que sólo pudimos escuchar palabras sueltas.
Y sí,eran Alex y Marco, que estaba discutiendo.
Otra vez.

-¿Eran ellos? - preguntó Anaís.
-Me temo que sí - dije.
-¿Deberíamos...? - empezó a preguntar.
-No - la corté-. Es mejor así.

Al rato me di cuenta de que nos habíamos secado y no había tanta prisa por escabullirnos hasta la casa de Anaís unas calles más arriba y cambiarnos de ropa. Pero sabía que Anaís no estaría de acuerdo en volver y yo tampoco quería hacer eso exactamente así que la acompañé hasta su casa para luego retroceder sobre nuestros pasos. 

No sabía cómo hacer que Alex bajara pero lo único que se me ocurría era mandarle un WhatsApp diciéndole que bajara. Me disponía ha hacerlo, aunque sabía que, seguramente, había una manera mejor, cuando el propio Alex salió echo una furia de su casa. Lo seguí y vi cómo pegaba patadas y puñetazos a todo lo que encontraba. Cuando se calmó, decidí salir de las sombras.

-Hola... - susurré rompiendo el silencio.
-¿Qué haces tú aquí? - dijo girándose sorprendido.
-Bueno yo... Pasaba por aquí... - dije.
-¿Qué has oído? - dijo con una mirada fría.
Nunca lo había visto actuar de esa manera. Incluso me dio algo de miedo. Me bloqueó por unos instantes.
-Gema, ¿¡qué narices has oído?! - dijo acercándose a mi como un loco.
Tuve que retroceder de lo perturbado que parecía en esos momentos. Las lágrimas empezaban a asomar por mis ojos y yo empecé a negar con la cabeza mientras me alejaba de él. 
-Espera, ¡Gema! - dijo Alex al darse cuenta de lo que había hecho.
-¡Déjame! - grité corriendo al notar que me seguía.
Estaba a punto de llorar y no quería verlo. No quería ver a nadie. ¿Cómo podía haberme hablado así mi mejor amigo?

En seguida me alcanzó y me cogió del brazo. 
Me calmé y me pidió disculpas numerosas veces, pero su cara seguía atormentándome.
-¿Por qué estás así? - le pregunté cuando casi estaba calmada.
-Es... Por lo que no os puedo contar - dijo mirando al suelo.
-¿Por qué? ¿Por qué no puedes contármelo? Soy tu mejor amiga. O al menos tú eres mi mejor amigo.
-Se supone que ya lo sabes - dijo haciéndome recordar la "conversación". Mi hermano cree que te he contado una cosa.
-Pero no me la has contado.
-Exacto.
El silecio se hizo y nos dimos cuenta de que nuestras últimas palabras habían trascurrido casi en medio minuto. No, no, no. Debíamos pararnos ha hablar, tranquilamente. Así no nos íbamos a entender. 

Nos sentamos en un banco y no dijimos nada hasta que me harté.
-Mira. Siento si te meto en un aprieto. Pero, o me lo cuentas, o no volveré ha hablarte - dije con frialdad. Sabía que no era justo para él pero ya estaba harta de todo y quería saberlo. Total no se lo iba ha decir a nadie.
-¿¡Qué?! - bramó.
-Que me lo cuentes - dije manteniéndome firme a pesar de que estaba temblando.
-¿Por qué me haces esto? - preguntó confuso.
-Porque esto no hace bien ha nadie. Si me lo cuentas me calmaré, te calmará, no se lo diré a nadie y te ayudaré ha hacer que Ana y Alberto no te pregunten - dije sonando convincente. Y eso que era la pura verdad.
-Está bien - dijo tras un suspiro.
-Bien - dije.
-¿Qué quieres saber? - preguntó como si no tuviera opción y se hubiera rendido.
-Pues, me gustaría saber por qué tu hermano y tú discutís de esa manera. Y quiero la versión larga - dije.

Me lo contó casi todo. Casi.
Me contó que su hermano tenía un secreto y era que estaba enamorado de una chica de la que no tendría que estar enamorado. Al parecer le gustaba desde hacía mucho tiempo y por eso trataba mal a Alex. Y claro, ¿qué podía tener Alex que ver con esa chica? Bueno, pues tenía que ver, y bastante. Porque Alex estaba saliendo con ella. Por eso, siempre intentó que rompieran. Y por eso, lo llevó a verla de vacaciones. Porque quería que rompieran. Y bueno, resultó que esa chica... Era yo.

-Sólo hay una cosa que no entiendo - dije.
-Dime - dijo él como si me acabara de revelar algo que cambiaría el mundo.
-¿Por qué me hablabas con un número anónimo? Mira, está claro que eres tú. Siento revelártelo de esta manera pero sabía que eras tú. Me contabas cosas de las discusiones con tu hermano y... Se notaba... Acaso tu secreto es... Bueno... Pensé que... Podrías seguir enamorado de mí...
-¿Qué? Gema, ¿Es que no lo entiendes? No te he hablado anónimamente ni sigo enamorado de ti. Fue él, Gema. Fue mi hermano.

Y entonces, todo cobró sentido.


Shock.



Continuará...

(Perdón por haber tardado tanto en subir)



martes, 10 de junio de 2014

Capítulo 6 (49). Corrí porque ya no veía nada. Quería apretar la almohada y llorar contra ella.

No sabía qué hacer.
Estaba tumbada en la cama leyendo detenidamente la conversación con "Alex".
No me había cambiado de ropa en lo que llevaba en casa y ni siquiera el disco de Cher Lloyd me hacía sonreír. ¿Cómo iba a ayudar a Alex haciéndole creer que no sabía que era él?
A ver, en parte estaba bien porque si no había recurrido a mí desde un principio, me permitía involucrarme de manera que él estuviera a gusto. El problema era que, si se suponía que no lo conocía, corría el riesgo de meter la pata y contarle algo que solo "Gema y Alex" sabían.

Cené una ensalada con carpaccio (♥) y apagué el móvil.
"Gema, te estás rallando", pensé. "Te estás rallando demasiado".
Me miré al espejo y, sin pensármelo dos veces, fui a cambiarme de ropa.


Elegí una camiseta negra con un dibujo de la cabeza de un tigre,
unos shorts negros y por si acaso una chaqueta blanca.
Me puse unos zapatos negros con cuña y cogí un pequeño bolso 
que tenía a mano. Me puse un sombrero negro (¿por qué no?)
y salí a la calle dispuesta a tomarme algo en el NBM.

No pretendía hacer nada fuera de lugar, pero me tomé unas cuantas copas de yo qué sé antes de dignarme a bailar. Lo bueno era que como no llevaba tacones de aguja ni mucho menos, pude bailar sin caerme ni hacer el retrasado como tantas veces antes...
La verdad es que me avergonzaba de haber sido tan cría. Y sobretodo de que no hacía más que un año o dos de aquello. Tal vez estaba madurando. No sé. 

Un tío se me pegó cuando estaba bailando y, por una vez, dejé el cinismo a un lado y decidí bailar con él. Me lo estaba pasando tan bien, que hasta le sonreí. Y él me sonrió. No me había fijado en lo guapo que era hasta que había sonreído. Me mordí el labio y se rió. (¿¡Por qué tenía que hacer eso siempre?! ¿¡Acaso no podía limitarme a pensar?!). 

-Perdona - dije mirando hacia otro lado.
-No pasa nada - dijo riéndose.
-Dios, qué vergüenza - dije sin mirarlo.
-Ey, mírame - dijo. Y le hice caso - Lo que suponía.
-¿Qué pasa?
-Pues que eres muy guapa.
No pude evitar sonreír.
-Gracias - dije.
-Venga, que se supone que estamos de fiesta - dijo animándome a seguir bailando.
Dios, era un amor. Y guapisísísísimo. El NBM debía de ser mi disco de la suerte o algo así. Aunque esta vez era diferente. No era un guaperas arrogante que (por lo que yo creo) solo quería acostarse conmigo. Para evitar problemas, decidí solo bailar con él. 

No eran ni las 12 y, a pesar de que el nombre de la discoteca (Never Before Midnight) expresaba claramente cuando no debías irte, decidí que ya que ya no estaba bailando con aquel chico, debía irme. Localicé a este chico y le hice una seña de despedida. Vino hasta mí y me dio dos besos.
-Oye, encantado de conocerte.
-Igualmente - dije.
-Soy Raúl.
-Yo soy Gema - dije.
-Espero verte por aquí.
-Igualmente - dije.
Y nos despedimos. Él se desvaneció entre la multitud, de manera que ya no me era posible localizarlo y yo, me dirigí hacia la puerta.

Pero, justo al abrir la puerta, me encontré con una cara conocida.

-¡Vaya! Otra vez aquí. ¿Has venido a buscarme?
-Obviamente no - dije al ver lo chulito que venía -. De hecho, creo que he detectado que venías y por eso me estaba marchando.
-Venga, no me vengas con tu cinismo. Vamos a tomarnos algo - dijo pasándome el brazo por los hombros.
-Te he dicho que me estaba yendo - dije quitándome su brazo de encima y mirándolo fijamente.
-No me jodas que acabo de llegar - dijo con su sonrisa arrogante.
Joder, joder, joder.
Joder.
¿Por qué tenía que atacarme con su sonrisa?
No, no, no.
No.
-Te he dicho que no. Que me habría ido hace rato de no ser por ti.
-Bueno, hace rato... Nos acabamos de encontrar.
-¿Ves? Me aburres tanto que cinco minutos me parecen horas.
-Venga, no seas así - dijo cogiéndome por el brazo y sonriendo. Sí, de nuevo.
-Por favor... Déjame - dije seria.
Dios, si hasta me había dolido a mí. No debería haberle respondido así, pero era tarde para rectificar. 
-Perdona...
-No. Tienes razón, perdona - dijo serio.
-Tranquilo... Tus extraños trucos de ligue funcionarán con otra - dije sonriendo como cuando intentas que un niño no se sienta culpable. 
-Pero, yo quería que funcionaran contigo - dijo.
-Venga, no me hagas pucheros. Vamos a dar una vuelta, pero no esperes nada - dije sonriendo.
-¡Vale! - dijo obediente como un cachorro.

Dimos una vuelta por allí cerca y estuvimos hablando. Fue raro porque sentí que podía confiar en él y sin embargo iba de chulo la mayor parte del tiempo. Aunque bueno, técnicamente yo no podía saber eso: nos habíamos visto dos veces. Era raro porque era salir de la discoteca y se portaba bien. Tenía que probar el experimento de entrar en la disco a ver si cambiaba de nuevo jaja.

-Oye, debería irme, ya son casi la una.
-No...
-De verdad, es que de hace tarde.
-¿Qué más da? ¿Acaso tus padres van a echarte la bronca? - dijo con ironía.
Joder, obviamente él pensaba que no vivía con ellos. O, como mínimo, que era mayor de edad. Dejé de caminar y sentí un escalofrío. Pues había dado en el clavo con su ironía.
-Joder - dijo él girándose cuando vio que me había quedado atrás -. ¿Vives con tus padres?
-Sí, bueno... - dije yo.
-Qué mal, ¿no? ¿No te gustaría tener aunque sea un estudio o un pequeño apartamento? 
-Bueno... - dije esta vez.
-¿De verdad te gusta seguir con tus padres? A ver que yo los veo todos los domingos pero me gusta vivir solo.
-Hombre... - dije.
-Perdona no te he dejado hablar.
-No si no importa...
-Cuéntame tu situación - dijo mirándome fijamente.
Cogió mi sombrero y se lo puso. Se lo quité inmediatamente y me lo puse.
-No me quites el sombrero - dije.
-Vale, pero no me cambies de tema.
-Hombre, yo no veo mal vivir con mis padres.
-¿Y eso? A ver, ¿cuántos años tienes? Seguro que conozco algún sitio en que encuentres algo bonito y barato.
-No... Da igual...
-Que sí. A ver... ¿24? ¿25?
-No, no...
-Oye que te quiero ayudar a encontrar algo para ti. Si quieres puede ser cerca de donde vives. Si me das tu dirección... - dijo. Pero no pudo terminar de hablar porque le interrumpí.
-Que no, que de verdad que no quiero nada.
-¿¡Pero por qué?! Aunque ahora no lo veas claro luego te gustará.
-¡Porque tengo diecisiete años!

Y se hizo el silencio.

-Vaya... ¿en serio? - dijo tras unos minutos.
-Sí. 
-Joder - dijo mirando a todas partes.
-Eso es precisamente lo que quería evitar.
-¿El qué?
-¡Eso! Tu reacción, lo que piensas de mí ahora.
-Hombre, es que pasar de pensar que me gustaba una chica de mi edad a una menor...
-¿Te gusto?
-A ver... Sí, pero...
-¿Pero...?
-Pero joder tengo 25 años.
-Veinticinco...
-Sí, veinticinco. Así que lo mejor será que me vaya a... - dijo señalando a ninguna parte con el pulgar. Pero, de nuevo no pudo acabar, porque lo interrumpí, pero con un beso.
-¿¡Qué haces?! - dijo él apartándose de mi.
Lo miré decepcionada. O entristecida. No sé, no tenía ni idea de qué sentía. Tal vez rabia. Noté que no veía bien y es que las lágrimas estaban a punto de salir. Me alejé lentamente de él negando con la cabeza y él me miró arrepentido.
-Perdona... - dijo acercándose a mi.
-No, no. Vete, no vaya a ser que te vean con una menor - dije.
-Joder, ¿es que no te das cuenta? Ofrecí alcohol a una menor, me acosté con una menor...
-Eres tú el que no se da cuenta. El que cree que está tratando con una niña. Y vale, sé que no soy adulta ni madura ni mucho menos, pero tu actitud tampoco es muy adulta ni madura ni mucho menos, así que deja de pensar en que te has acostado con una menor y empieza a pensar en que te acostaste conmigo. Y te gustó.
Me di la vuelta y corrí. Corrí porque ya no veía nada.
Corrí porque me dolía el corazón.
Corrí porque había sido una estúpida.
Corrí porque había confiado en alguien a quien conocía de una noche.
Y corrí porque quería olvidarme de todo y que él, a su vez, me olvidara.

Llegué a casa y entré por la ventana como tantas veces antes y me quité la ropa. Me desmaquillé de malas maneras y me metí a la cama. Todo así, en dos minutos. Porque no quería estar despierta. Quería apretar la almohada y llorar contra ella. Quería dejar de pensar en por qué me afectaba tanto.
Y
en 
por
qué
me 
atraía
tan...


to.

Continuará...

(Próximo capítulo nº50 así que... esperemos que pase algo interesante)





viernes, 6 de junio de 2014

Capítulo 5 (48). Secretos y whatsapps.

Antes de nada no os asustéis por la distribución de los capítulos. Los he metido (estos últimos) en Mayo para tener el archivo del blog en mejores condiciones pero sabed que estoy publicando y que los siguientes ya los pondré en Junio. Luego ya los pondré en Julio hasta llegar a la fecha normal y ya todo será como hasta ahora.
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Pues me levanté por el ruido de los WhatsApps.
Estuve leyendo los WhastApps hasta que tuve que elegir entre el número desconocido o Anaís....
Y elegí Anaís.

-Gema, respóndeme, ¡por favor! ¡Es muy urgente! Es lo de... ya sabes... Alex.

Ni siquiera le mandé un WhatsApp, la llamé directamente al móvil mientras corría el pestillo de la puerta. Quería vestirme mientras hablaba con Anaís para salir de casa nada más colgar. Quería quedar con todos.

-¿Ana?
-¿Gema? -respondió.
-¿Qué ha pasado? Cuéntamelo todo - dije haciendo más fuerte la palabra "todo".
-A ver, a ver tranquilízate. No sabemos nada - dijo ella.
No entendía a qué venía la urgencia.
-Entonces... - dije para que me dijera algo... importante.
-No sabemos nada, por ahora - dijo con voz misteriosa.
-¿¡Por ahora?! ¿¡Qué quieres decir con eso?! - estallé.
-Pues que Alberto y Alex quedaron ayer y al final Alex acabó contando que él sabía un secreto de su hermano que nadie podía saber: Ni si quiera él. Y claro, como su hermano también sabe algo de él... no nos lo puede contar.
-Ya veo... Entonces no me visto - dije en voz baja.
-¿Qué dices? - preguntó extrañada.
-Nada, nada - dije cerrando el armario.
Y bueno, colgamos.

Me tumbé en la cama.
Tenía que habla con Alex, tenía que hacerlo. No estaba bien. Esa discusión fue más de lo que nos pareció. Él y Marco están totalmente enfrentados y... y yo tengo una mísera semana para arreglarlo...
Abrí el WhatsApp dispuesta a quedar con Alex cuado vi que no había leído los mensajes del número desconocido (aunque bueno, estaba prácticamente segura de que era el pensado de Enrique).

-Oye.
-Vaya, esta vez no me has mandado ninguna rima.
-No, enserio, necesito hablar con alguien...
-Vaya. ¿Qué te pasa?
-He... tenido una discusión muy fuerte con alguien que me importa y...
-¿Novia?
-¿Novia? Ya sabes quién me interesa...
-Cierto. Entonces, ¿quién?
-Familiar.
-Ah...
Eso no era Enrique... Sonaba como Alex.
-¿Te puedo preguntar una cosa?
-Depende de qué.
-¿Tu nombre empieza por A? Sé sincero.
-No.
-Vale... En ese caso... Cuéntame qué ha pasado.
-No. Por favor. Necesito pensar en otra cosa. Cambia de tema.
-Pues... En una semana me voy de vacaciones.
-¿Ah sí?
-Sí.
-No tenía ni idea.
-¡Claro que no! Jajajaja si no te lo había dicho cómo lo ibas a saber.
-Jajajaja.
-Una cosa. Si tu nombre no empieza por A... ¿empieza por E?
-No. ¿Vas a preguntarme primero las vocales o cómo va esto?
-Es que... estaba convencida de que eras un chico que... que se llama Enrique...
-Pues... no. Bueno me tengo que ir.
-Adiós...
-Adiós.

No era Enrique. Estaba claro. Al principio dudaba pero eso de pedirme hablar... No, no era él. Para confirmar, me metí en su blog y vi que tenía novia y todo. Vaya, ya se había olvidado de mí. ¡Bien! Pero entonces... Tenía que ser Alex. Me había debido mentir con lo de la A. Bueno, tendría que averiguarlo en otro momento porque mi madre me estaba llamando para ir a comer.

Por la tarde, estuve leyendo un rato y luego decidí quedar con Anaís pero al final me arrepentí y decidí pasarme por casa de Alex en vez de por la suya.


Me puse una camiseta color crema con rayas negras,
unos shorts vaqueros y unas manoletinas marrones con la punta dorada.
Cogí mis gafas de sol y unas pulseras. 
Por último cogí un bolso marrón y salí de mi casa.

Al llegar a su casa escuché una fuerte discusión. Venía de la habitación de Alex y se podía escuchar desde la calle porque se había dejado la ventana abierta... Y eso que vivía en un ático duplex...

-¡Vete por donde has venido!
-¡Esta también es mi casa!
-¡Pero no es tu habitación!
-¿¡Y qué?! ¡Tú me has llamado! ¡Te lo dije claramente, si dices algo lo cuento todo!
Sus padres no debían estar... Y yo tampoco debería...
Pero me quedé un rato.
-¡Mira déjalo! ¡Contigo todo son chantajes!
-¿¡Chantajes?! ¡Podría soportar que ella se enterara!
¿Ella? ¿Quién era ella? Así que el secreto de Marco tenía que ver con una chica... 
-¡Joder, es que insistes en que yo...-no se entendió lo que dijo- y no es así! 
-¿¡Entonces por qué no paras de entrometerte?!
-¡Porque no puede ser, joder!
-¡Pero amenazaste con contarlo!
-¡Pero eso lo provocaste tú! ¡Tú viniste y pensé que ibas a decirlo!
-¿¡Yo?! ¿¡Cómo iba a contarlo?! 
A partir de ahí hablaron mucho más bajo. Supongo que se había acabado todo. Eso sí, acababa de espiar. Y eso estaba mal. Así que lo mejor que podía hacer era limitarme a volver a mi casa.

De camino a casa, me llegaron algunos WhatsApps así que me paré en un banco. Total, hacía un buen día. Todos los WhatsApps venían del número desconocido.
-Oye.
-Dime.
-No puedo más... Necesito, no sé...
-¿Qué ha pasado?
-Nos hemos vuelto a pelear...
-Vaya... 
Fingí no saber nada y él me contó que no paraban de discutir y que no sabía cómo acabar con ello porque "eso" por lo que discutían les distanciaba muchísimo. Tenía bastante claro que era Alex y que él no quería que yo supiera que él quería hablar conmigo de manera que yo "no supiera" quién era. Lo único raro era cómo había conseguido ese número... Pero bueno, yo estaba decidida a ayudarlo.

Pero un momento... Si era Alex... Jon no me echaba de menos... Y Alex estaba enamorado de mí...
"Mierda", pensé.
Y me limité a guardar el móvil e ir a casa.
Tenía una semana para hacer que Alex y Marco se reconciliaran y ese número desconocido era la solución.

Continuará...