sábado, 26 de julio de 2014

Capítulo 12 (55). Helados y besos.

-Y básicamente esa es la historia - dije concluyendo mi relato.
-Madre mía, Gema. ¿Y por qué no lo habías contado? - preguntó Alberto.
-Bueno, Ana sabía parte de la historia pero la verdad es que no tengo ni idea. Además... - dije.
-¿Además? - preguntó Anaís.
-Además... queda muy poco para que tenga que irme... - dije.
Se callaron y miraron al suelo. Todos sabíamos lo que iba a pasar. Primero, llegaría allí y estaría sola, después buscaría a mis amigos o lo que sea que fueran y me llevaría alguna que otra sorpresa. Pasaría las peores vacaciones de mi vida y, finalmente, volvería para comenzar mi último año de instituto. El peor. El más difícil y estresante. De lujo, vamos.

-Puedes llamarme todos los días, las veinticuatro horas del día - dijo Anaís mirándome de nuevo.
-Llamarnos. Puedes llamarnos a los dos - corrigió Alberto a su novia.
-Vale, una cosa... ¿Os importa que haga una llamada? - pregunté levantándome de la mesa.

Necesitaba llamarlo. Necesitaba oír su voz. Si volvía a pensar en Jon una sola vez más, mi cabeza iba a explotar. Solo necesitaba oír su... "Mierda", pensé. No tenía su número de teléfono. Nunca habíamos llegado a darnos los números. "Mierda, mierda, mierda", pensé dando vueltas. Anaís y Alberto me miraban extrañados así que me puse el móvil en la oreja y fingí que hablaba con mi madre. Más tarde volví a sentarme y vi sus caras esperando una explicación.
-Tenía que llamar a mi madre porque bueno, nada, nada, son cosas suyas... Perdonadme, chicos pero creo que debería volver a casa... Voy ha llevarle un helado a mi madre... - dije levantándome de nuevo de la silla. Cogí dos helados de nata y me despedí de mis amigos. La mentira de mi madre coló, hasta que me vieron irme del parque por el lado contrario por el que se iba a mi casa.

-¿Qué haces aquí?
-Traigo helado - dije con una sonrisita falsa-. Bueno, en realidad no sé qué hago aquí.
-Pasa - dijo él.
Entré y vi el mismo pasillo que... aquella noche. La misma cocina... Dejé los helados en la mesita que había entre la tele y el sofá y me senté. Él se quedó de pie y me di cuenta de que acababa de ducharse porque tenía el pelo mojado y sólo llevaba puesta una toalla.
-Adrián... Perdona que te moleste pero es que necesitaba verte - dije.
-No pasa nada. Tú nunca me molestas -dijo sonriéndome y sentándose a mi lado.
Sonreí.
Él continuó mirándome, fijamente, con las gotitas de agua cayendo por su cara. Quería decirle algo, pero no podía. Por alguna razón me sentía intimidada y entonces, descubrí por qué. Lo necesitaba, había ido hasta allí solamente para verle. Había dejado una reunión con amigos para... sí, para verle. Lo necesitaba y al ver lo imposible que parecía todo, me sentí de piedra.
-¿Te pasa algo? -preguntó al ver el miedo reflejado en mis ojos.
-No, es solo que... - dije temblando.
Me pasó un brazo por los hombros y me acercó a él. Después, simplemente me abrazó y me dio un beso en la frente. Una vez más quería besarlo. De verdad que quería, pero simplemente, no podía. Lo abracé fuertemente y le di un beso en la mejilla. Creo que fue instantáneo, porque mi corazón se aceleró.

Rápidamente, nos miramos a los ojos y me soltó. Esta vez, me sujetó la cara entre sus manos y me besó. Lo abracé fuertemente una vez más y él me soltó la cara. Me inclinó hacia atrás mientras me desabrochaba los botones de la camisa. Acto seguido, terminé de tumbarme y él comenzó a besarme el cuello. Miré hacia la mesita y vi los helados.
-Se van a derretir - dije.
-Tranquila, podemos aprovecharlos - dijo él con una sonrisa específica. Esa sonrisa que me volvía loca. Y lo besé. Pasé mis brazos por su cuello y toqué su pelo rizado y mojado. El pasó su mano por detrás de mi cabeza y me levantó un poco. Rápidamente, aproveché el pequeño espacio entre los dos para desabrocharme los shorts y quitármelos. Después, aproveché que se giró para quitarme la camisa y, cuando me tumbé, descubrí por qué se había girado. Tenía uno de los helados en la mano y empezaba a gotearle por los dedos. Me senté y cuando me disponía para chupar el helado, me dio con el helado en la cara y empezamos a reirnos. Me dejé caer sobre el sofá y, al instante, comenzó a besarme el cuello hasta que llegó a mi barbilla, donde tenía toda la nata. Mientras me besaba. descubrí sus manos recorriendo mi espalda y después, sentí que mi sujetador ya no apretaba. Me lo quitó y lo tiró al suelo.
-Menos mal que has venido - me dijo al oído antes de... bueno, sujetar mis muñecas contra el sofá.

Nos despertamos y ya eran las nueve así que me vestí y él fue a la nevera, a ver qué tenía para cenar. Sacó unos macarrones que, aseguraba, eran del día anterior, y puso la mesa. Me senté en frente de él y entonces me dijo:
-Ten.
-Gracias - dije al ver que me estaba dejando una camiseta para que me cambiara.
Fui al baño para asearme un poco y cambiarme. Me gustaba cómo olía su camiseta y cómo me quedaba. Era enorme pero también lo más cómodo. Salí y me senté.
-Te queda bien - dijo sonriendo.
-Ya, claro. Me queda cuatro tallas grande pero me queda bien - dije después de reirme.
-Jajajaja - dijo y de repente se cayó -. ¿Qué insinúas?
Enseguida vi que se reía y me reí yo también.
-Te parecerá bonito, me había duchado y has venido aquí a fastidiar - dijo entre risas.
-¡¿Yo?! - dije entre risas -. Pues nada, a fastidiar.
Cogí el tenedor, pinché unos macarrones y le di en la nariz.
-¡JAJAJAJAJA! - exclamé.
-Serás... - dijo lanzándome un macarrón.
Seguí riéndome y le lancé un macarrón pero le di en el ojo.
-Mierda, mierda. Perdón. ¿Estás bien? - pregunté acercándome a él.
-Sí - dijo él agarrándome y besándome.
Me senté con una sonrisa y una mirada vengativa y él se rió.
-No quiero que este día acabe nunca - dije.
-Pues... hemos dormido toda la tarde... así que... ¿Salimos? -propuso.
-¡Genial! Pero... ¿Qué me pongo? No puedo llevar la ropa de antes, está sudada - dije.
-Espera aquí - dijo.

Al rato, volvió con un vestido precioso, unos tacones y un bolso negros. En el bolso había una laca de uñas, un pintalabios y una sombra de ojos.

-¿¡De dónde has sacado eso?! - grité al verlo todo.
-Mi hermana vino ayer a dormir después de una fiesta porque está pasando unos días aquí y bueno, los demás vestidos (uno para cada noche para irse de fiesta) no los ha llevado pero creo que no le importará que te lo deje. Además, lo acabo de lavar así que mañana lo lavo y listo -dijo.
-¿Tienes una hermana? ¿Dónde está? ¿Seguro que no le importará? Bueno, me parece un poco mal pero me lo voy ha poner - dije.
-Jajaja. Sí, tengo una hermana. Ha venido con su novio y hoy van a pasar la tarde y la noche con unos amigos así que no hay problema. Tranquila, que lo lavaré. Venga, póntelo.

Solo había una cosa que podía estropear el plan; que el vestido no fuera de mi talla. Pero no, el vestido me quedaba muy bien y era super bonito. "Ojalá fuera mío", pensé, "Y a saber qué más vestidos tendrá..."

Bajamos al NBM de la mano y, por una vez en mucho tiempo, sentí que el día estaba siendo perfecto. Me olvidé de todo. De ir a Vizcaya, del rollo de Alex y su hermano... Todo. Sólo quería pasármelo bien con mi chico.

Adrián me sacó a la pista de baile. Todo era nuevo para mí. Jamás me había sentido así y no exagero. Jon era el único chico que me había hecho sentir tan bien en toda mi vida. Pero luego, luego llegó Adrián.

Y de verdad que yo quería. En serio. De verdad que quería mantenerme con la actitud positiva con la que había llegado pero es que me había prometido a mí misma pasarlo bien y no pensar en Jon y ya había incumplido la promesa. Con el vestido de la hermana de mi novio... Bailando con él... ¿Acaso no era suficiente? Había peleado mucho por aquello. ¿Qué me pasaba? Y entonces sentí algo que ya había sentido antes. Sí. Lo mismo que sentí el día en que nos dieron las notas cuando Alex me preguntó por Jon: sentí que me ahogaba. Y caí al suelo.

La oscuridad no era siniestra. Al contrario: era muy confortable. Todo era confuso, pero al ser tan suave y leve, era soportable. De repente, una figura rectangular irrumpió en mi oscuridad. Era un libro. "Mi libro". Era irónico: Hace unos días, yo me identificaba con la protagonista, Ana, pero ahora ya no. Ana, precisamente, acabó saliendo de esa incertidumbre en la que se encontraba y acabó con el chico de sus sueños sin importar lo que los demás pensaran... Yo había peleado por un chico. ¿Pero era el amor de mi vida? Era demasiado joven como para determinar a una relación así "amor de mi vida". Simplemente, era que no estaba segura de haber hecho bien. Pero... ¿por qué? Ahora todo estaba bien... O no. El problema era Jon. Tenía un muy mal presentimiento sobre él. Ya no era que lo quisiera o no; era que temía que me hubiera engañado, o que hubiera cambiado y ahora fuera una persona completamente diferente. Y lo sabía. Sabía que hasta que no lo supiera no iba a poder olvidarlo. Necesitaba ir a Vizcaya, ¿pero cómo? Todavía no podía. Me pedí paciencia a mí misma. Entonces me di cuenta. "Para ir a Vizcaya, primero tengo que salir de la oscuridad", pensé. Y entonces fue cuando me sentí demasiado consciente y despierta. Y abrí los ojos.

Una figura masculina se me acercó rápidamente. Recordé el día de las notas. Cuando Alex se me acercó rápidamente en la enfermería y me hizo sonreír...
-Alex... - dejé escapar de mi boca.
Y ya está. Ya la había cagado.
La masa de gente a mi alrededor de disipó y pude ver que estaba en el baño del NBM. Sólo quedaba una persona. Y esa persona estaba mirándome fijamente.

Me incorporé y me levanté.

-¿Quién es? - preguntó seriamente.
-¿Quién es quién? - pregunté haciéndome la tonta. Sin duda ya no era Ana. La Gema de 16 años era Ana. ¿Quién era yo? Muy buena pregunta.
-Alex - respondí.
-¿Y quién es? - preguntó apretando los puños.
-Es un amigo... Seguro que te he hablado de él, de que tiene un problema y de que su hermano... - intenté explicar hasta que él habló.
-¿Por qué has dicho su nombre? - preguntó.
-¡Y yo qué sé! Adrián, es un amigo - dije nerviosa.
-¡Entiendo que sea un amigo! Lo que no entiendo es... - empezó a decir. Esta vez, yo interrumpí.
-¡Deja de rallarte por lo de los novios! Por Dios, te quiero a ti. He estado luchando por esto - dije acercándome más y cogiéndole de las manos. Se soltó.
-Gema, sé que me has sido sincera y tal... Que me has contado cosas de tus novios y eso... Pero joder, es frustrante... - dijo.
-Pero... - dije confusa. No entendía lo que me quería decir. No entendía qué estaba pasando. - ¿Sabes algo que yo no sé?
-No es eso... A ver, no es que no me fíe de ti...  - dijo mirando al suelo. Y entonces lo entendí.
Abrí mucho los ojos y di un paso hacia atrás.
-¿¡Estás insinuando que te he puesto los cuernos con mi mejor amigo?! - grité.
-No es eso... - dijo sin mirarme.
-¡Mírame! Sí, sí. Lo estás insinuando. No te fías de mi. Pero lo peor no es eso, sino que me mentiste. Tú también crees que soy una puta, incluso cuando te conté toda la historia... ¡Tú no me quieres, joder! Tú solo querías... ¿sexo? ¿O era más retorcido humillarme? - grité ya sin importarme nada ni nadie.
-¿¡Que yo quería sexo?! Gema, mírame - dijo al fin siendo él de nuevo y estirando los brazos hacia afuera -. Y ahora mírate - bajó los brazos -. Me has cambiado, y llevas el vestido de mi hermana. ¿Crees que cambiaría mi propia personalidad y dejaría ropa de mi hermana por un polvo? ¿De verdad lo crees? A lo mejor sólo estabas pensando en tí misma. Dices que no te importa lo que los demás digan, pero te importa. Dices que... dices que me quieres... ¿pero, dime, de verdad me quieres?
¿Y si él tenía razón?
¿Y si no le quería?
¿Y si yo era quien se estaba rallando?
Todos los problemas venían de Jon, de Vizcaya, del verano...
Pero eso no era del todo cierto, porque mi mejor amigo y yo habíamos perdido el contacto y ya no podía confiar en nadie. Estaba sola. ¿Y qué hay peor que una adolescente sola y loca? No estaba loca.
¿Y si... y si estaba loca... por Jon?
Muchos problemas, poco tiempo.
Y lo estaba perdiendo todo.
-¿Me quieres? - repitió Adrián haciéndome volver al suelo -. ¿O crees que ya ha sido suficiente?
No podía responder a esa pregunta. Y no era porque fuera complicado responder a eso. Sino porque ni yo misma lo sabía.
-Adrián... No te voy ha pedir que nos demos un tiempo porque no tendría sentido... Tengo muchos problemas ahora mismo. No me conoces, pero sabes un poco cómo soy y eso es más que muchas personas que me conocen desde hace más tiempo. Tú... tú has sido uno de mis mayores problemas... Pero ahora... - dije hasta que él me interrumpió.
-No hace falta que sigas. Lo entiendo. Estás liada y esta relación sin sentido es demasiado. No estamos enamorados, Gema. Teníamos problemas y nos acostamos... Nada más. Te entiendo. Entiendo que quieras dejarme y... estoy de acuerdo - dijo.
-No. Yo no iba ha decir eso - dije.
Me miró confundido y me acerqué hasta estar cara a cara con él.
-Iba a decir, que no puedo confiar en nadie. Estoy sola. Tú eres mi excepción - dije. Sonrió y me besó.

Me puso contra la pared del baño y empezó a besarme. Bajó por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Me subió el vestido y se bajó el pantalón. Lo siguiente, fue cogerme por la cintura con un brazo y apoyarse en la pared justo al lado de mi cabeza con el otro.

Al llegar a casa, me sentí aliviada. No estaba sola.
Pero era consciente de que tenía muchas cosas por zanjar, y cuanto antes mejor. Y entonces se me ocurrió. Había sufrido demasiado ya; al día siguiente zanjaría todos y cada uno de los asuntos que me preocupaban. Sólo dejaría a Jon para el final. Quedaban días para ir a Vizcaya. Al día siguiente sería el fin de una mala etapa de mi vida.

Continuará...


viernes, 25 de julio de 2014

Capítulo 11 (54). Mi "novio" del pasado.

Anaís vino a comer.

Nos lo pasamos muy bien pero yo sabía que ella no quería solo pasar el rato. Ella quería saber quién era él. Quién era el chico que el día anterior había pasado por mi casa y al cual había tenido que ignorar. Prometí que se lo contaría. ¿Y qué mejor día que ese si aquella tarde había quedado con él?

El día anterior, lo había ignorado y él se había enfadado mucho. En efecto, teníamos que hablar, pero Anaís no podía saberlo. De hecho, me sorprendió que no reconociera su voz, ya que se trataba de su novio.

Alberto había descubierto algo de lo de Alex y yo quería saberlo. Me dijo que un día se pasaría por mi casa y justo eligió el día en el que Anaís había decidido venir. Todo genial. Quedamos en vernos al día siguiente y Anaís me había convencido para que se lo contara todo. No quería traicionar a mi mejor amigo, ¿pero qué podía hacer? Todos queríamos ayudar.

-Entonces, ¿Alex y Marco están enfadados porque saben un secreto el uno del otro y temen que el otro cuente su secreto y el secreto de Marco es que está enamorado de ti?
-Exacto - respondí a la pregunta de Anaís tras contarle todo, más o menos.
-Vaya... ¿Marco, enamorado de ti? - preguntó perpleja.
-Ya ves. Yo me quedé igual - dije.
-Gema, ¿por qué todos se enamoran de ti? ¿Cuál es tu secreto? - preguntó Anaís riéndose.
-Y yo qué sé... Ni que fuera la chica perfecta. Si por amor he hecho muchas locuras y por tonterías he llegado a desmayarme. Ya no sé si soy fuerte, frágil o bipolar, sinceramente - dije bastante desconcertada.
-Venga, que no pasa nada. Bueno, gracias por la comida pero mi madre quiere ir a comprar ropa así que... - empezó a decir cogiendo sus cosas.
-Vale. Pásatelo bien y cómprate muchas cosas - dije sin ganas pero de verdad.

Llamé por teléfono a Alberto:
-Al fin llamas - respondió su voz al teléfono.
-Perdona. Ana estaba en casa y no quería que lo supiera todo... Aunque se lo acabo de contar - dije.
-¿Qué? ¿Me ignoraste el otro día para contárselo hoy? ¿De qué vas? Fijo que hoy rompe conmigo - respondió bastante molesto.
-No, no. No le he dicho que lo sabes - lo calmé.
-Ah, vale. Entonces... ¿quedamos? - preguntó él.
-Claro. ¿Vamos al parque? - propuse.
-Por mi bien. ¿Allí en una hora? - propuso él esta vez.
-Perfecto. Nos vemos  dije.
-Vale, nos vemos - dijo.
Y colgamos.

Me dolía ocultarle estas cosas a Anaís pero es que ya había traicionado lo suficiente a Alex. De hecho, tendría que explicárselo en algún momento. Pero bueno, por el momento tenía que lidiar con Alberto, que seguro que quería saber qué sabía exactamente Anaís.


Me puse una camisa sin mangas que simulaba la bandera de Estados Unidos y
unos pantalones cortos vaqueros con las estrellitas de la bandera de Estados Unidos.
Luego, me puse unas sandalias planas que encontré. 
Por último me puse un collar, unas gafas de sol
y cogí mi mochilita azul.

Llegué al parque y estuve esperando un rato a que llegara Alberto. Anaís me habló varias veces por WhatsApp pero tuve que mentirle sobre todo lo que estaba haciendo (y lo que iba ha hacer). Al fin Alberto llegó y se sentó a mi lado.

-A ver, qué está pasando - dije para no dar rodeos. Ambos queríamos conocer la información del otro.
-Puff... Anda, dime tú primero lo de Marco... - pidió.
-Mmm, vale - empecé extrañada. Total, a mí me daba igual -. Pues resulta que él estaba enamorado de una chica... Y no quería que ella lo supiera por nada del mundo.
-Vaya. ¿Tan importante es? - preguntó extrañado, como yo.
-Pues... no es importante es... Complicado - respondí.
-¿Complicado? - preguntó.
-Sí... Porque esa chica es la exnovia de Alex - respondí.
-Entonces, ¿ella es menor que él? - preguntó.
-Exacto - respondí.
-Y es una exnovia de Alex... - dijo pensativo.
-No - dije tragando saliva -, ella es la exnovia de Alex. 
-Es lo mismo, ¿no? -preguntó mirándome fijamente.
-No lo es... Porque es la última exnovia de Alex... - dije apartando mi mirada de sus ojos y desviándola hasta el suelo.
De repente, él abrió mucho los ojos.
-No me digas que eres tú - dijo.
-Premio -dije mirándolo de nuevo.
-¿Por qué todos se enamoran de ti? - preguntó.
-Yo qué sé... ¿Y por qué todos preguntáis lo mismo? - dije molesta.
-Joder, Alex, ese tal Jon, yo... - dijo y se arrepintió al instante. Su mirada lo decía a gritos.
-Bueno - dije tragando saliva -. tú y yo no fuimos "novios". Solo nos... liamos...
-Ya. Bueno. Eso - dijo él muy incómodo.
-Bueno, te toca. ¿Cuál es el secreto de Alex? - pregunté con ganas de cambiar de tema y de saber su secreto.
-Pues... -empezó a decir hasta que alguien lo llamó.

-¿Alberto? 
Se giró y automáticamente se giró hacia mí y abrió mucho los ojos.
-¿Gema?
Y entonces los abrí yo. Reconocería la voz de mi mejor amiga en cualquier lugar.
Me giré para mirarla y vino enfurecida.
-¿¡Qué estáis haciendo juntos?! - gritó.
-Nada, solo... - empezó a decir Alberto.
-¿Solo qué? Me habías dicho que no podías quedar después de que volviera a casa de compras. Ya veo por qué - dijo mirándolo con furia.
-Tranquila, solo somos amigos, estábamos... - empecé a decir.
-¡¿Y tú qué?! ¿Otra vez me has mentido? - dijo mientras se le enrojecía el rostro.
-No, no. Es que estábamos... - intenté decir.
-¿No podías elegir otro? ¿¡No podías?! -gritando mientras las lágrimas comenzaban a asomar por sus ojos.
-¡No estábamos haciendo nada malo! - gritó Alberto.
-¡Ya claro! ¡Y yo me chupo el dedo! - gritó Anaís - ¿¡Y qué se supone que habéis estado haciendo?! Mejor no me lo contéis... ¿Cuánto tiempo lleváis...? - dijo sin poder terminar. Rompió a llorar.
-Ana, te prometo que estábamos hablando. No estamos juntos ni mucho menos. Ya sabes que yo tengo novio... - dije aunque ni yo me lo creía. Lo de Alberto era completamente verdad. Es cierto que teníamos antecedentes pero ni siquiera habíamos sido novios. Y aunque así lo fuera, sería un novio del pasado. Lo que no me creía ni yo, era lo de que tenía pareja. Já. Es cierto que la última vez que nos vimos la cosa fue bastante bien pero... De eso a ser pareja... Teniendo en cuenta que Adrián cambiaba de opinión constantemente... En fin. Pero lo peor era que Alberto no sabía nada y ahora tendría que contárselo.... Por no hablar de que Anaís tampoco sabía las últimas noticias...
-¿Tienes novio? - preguntaron a la vez.
-Sí, no tenéis de qué preocuparos. Bueno, me refiero a Anaís. Te juro que solo estábamos hablando - aclaré.
-¿De verdad? - preguntó Anaís - Entonces, ¿por qué me habéis mentido?
-Porque... - suspiré - Porque es de lo de Alex y tal...
-Ah... ¿Y podéis contármelo? - preguntó. ¿Por qué no? Ya lo habíamos intentado ocultar y no había salido bien. Ya se lo explicaría a Alex más adelante. 
-Claro - dije -. Os invito a un helado.
-No, no. Eso corre de mi cuenta - dijo Alberto -. No me miréis así. Quiero enterarme de todo eso del chico este que es novio tuyo.

¿Por qué no?
Ya había sufrido bastante. 
No pensaba ocultarles nada más. De momento nos habíamos unido tres. Faltaba Alex.
Sonreí como respuesta, aunque no sabía ni por dónde empezar.
De todas formas, fuimos a por esos helados.

Continuará...


viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 10 (53). Tirando los trastos desde 1997.

Traspasar todo el día con Anaís, llegó la noche y una extraña meta cruzó por mi mente dispuesta a quedarse. Algo me dijo que esa noche iba a ir al NBM. El chico del cual estaba enam... pillada, del cual no sabía nada -a parte desu edad-, iba ha ir esa noche. Estaba segura. Y esa meta que quería conseguir, era saber su nombre. Quería descubrir cómo se llamaba. Ya me daba igual que no quisiera nada conmigo -bueno, no del todo-, solo quería saber su nombre para que dejara de ser un extraño, a fin de cuentas.

Estuve un buen rato pensando en qué ponerme.


Al final me decanté por una camiseta blanca de manga corta
con letras negras, una falda skater negra
y unas cómodas sandalias negras.

Llegué allí y me planté en la entrada. Al principio estaba decidida pero... Según pasaba el tiempo miles de preguntas aparecían y me hacían dudar sobre lo que iba ha hacer. Si me portaba como había pensado... seguramente no volvería a verle. ¿Y qué? Mi vida era una especie de culebrón -de los malos malísimos- en el cual no dejan de pasar cosas y cosas hasta que ya no crees que sea verosímil. Solo había pasado un año. Ni eso. Un par de meses, como mucho. Algo así como mayo y junio. 

Por aquel entonces, yo era feliz. No solo era feliz sino que mi vida era maravillosa. Tenía un novio con el que hablaba todos los días, a todas horas, y una pandilla de amigos con los que me lo pasaba genial. Mi familia seguía como siempre, nada malo. ¡Todo era genial! Pero el verano llegó dispuesto a poner mi mundo patas arriba.

De ese novio mío, no sabía nada ya hacía un tiempo. Ni de él ni de mis otras supuestas amigas. De nadie. Ya ni sabía si quería verlos y pedir explicaciones o si no volver a verlos nunca, en la vida. En toda mi vida. Mis amigos, ahora, ya no querían quedar porque estábamos de secretos hasta arriba. ¿Acaso había alguien sin secretos? Obvio no. Todos teníamos secretos, yo incluida, y eso no es lo que solíamos hacer; ocultarnos todos nuestros problemas, no dejarnos ayudar... Por no hablar de en casa, que no hago más que evitar a mis padres, mentirles y escaparme de todo por las noches para... olvidar. 

Si comparáramos el verano anterior con este... El resultado sería "error".

-¿Gema? - dijo una voz familiar detrás de mí.
-Hola - dije descubriendo, precisamente a la persona que estaba esperando.
-Será mejor que me va... -empezó a decir.
-¡No! No, quédate, por favor - dije agarrándole del brazo.
-Vale... Esto... ¿Qué tal? - preguntó muy sorprendido por mi reacción.
-Bb... Mal. Fatal - dije al final.
-Oh, vaya. Lo siento - dijo él.-
-No lo sientas. Vámonos de aquí - dije tirando de él hasta la salida (que estaba a unos pasos).

Una vez fuera fuimos a sentarnos a un banco. No sabía qué decir. Quería saber su nombre. Quería hablar con él. Quería desahogarme. Pero tal vez él no quería pararse a escucharme.

-Todo es tan pésimo - dije al fin.
-Puedes contármelo - dijo él.
-Es que... El año pasado, mi verano fue perfecto. Hubo alguna mala racha, pero lo bueno compensó todo lo malo - empecé -. Conocí a un chico, que se convirtió en mi novio y también hice otros tres amigos; un chico y dos chicas. Acabó el verano y todo parecía irse a la mierda... Pero mis padres compraron el apartamento así que... Así que estoy condenada a volver - dije medio llorando.
-Pero hombre, eso es bueno. Así no los perderás, ¿no crees? - dijo él extrañado.
-No. No porque hace dos meses perdimos el contacto. Siempre hablábamos, todos los días o casi todos. Y de repente, un día, todo se terminó. Dejaron de responderme, dejaron de ser mis amigos. ¡Y ahora no quiero volver!
-¿Por eso vienes aquí tan a menudo? 
-Básicamente, sí. Pero hay más. Mis amigos de aquí están muy raros, tienen secretos. Y aunque ya conozco algunos... Hasta yo he acabado teniendo este secreto y solo lo sabe una persona porque se lo he dicho hoy.
-¿Qué secreto?
-Este. Tú. La discoteca. Todo esto que hago cuando me "voy a dormir".
Me inclinó hacia él y me abrazó. Yo le abracé y tuve que preguntar:
-Ahora que lo pienso, no llegaste a decirme tu nombre.
-Porque no quisiste - dijo con una leve sonrisa.
-Pues ahora quiero saberlo.
-Pero yo no te lo quiero decir. 
-¿Por qué? - dije separándome de él.
-Porque... -empezó a decir hasta que lo interrumpí. El problema es que me sentía tan traicionada ya que salté a la defensiva antes si quiera de ser atacada.
-¿Porque nos acostamos nada más conocernos? ¿Porque tengo diecisiete años? ¿Porque vivo con mis padres? ¿Porque soy menos? ¿Porque tengo una vida de mierda ahora mismo? Dime, ¿por qué no quieres decirme tu maldito nombre? - grité levantándome del banco.
-¿Quieres calmarte? Era solo una broma. Se ve que lo estás pasando muy mal porque te estás pasando conmigo - dijo ya sin su sonrisa.
-¡Es que estoy harta de que la gente me traicione! - grité a pleno pulmón.
-¿¡Crees que yo no?! - gritó él de repente -. Yo  también tengo una vida desmoronándose. Poco a poco. Y yo lo veo. Yo veo como tengo un apartamento pequeñísimo que, dentro de poco, ya no podré pagar. Tengo un sueldo de mierda y algo me dice que pronto no lo voy a tener. Además, también estoy estudiando otra carrera en la Universidad y a lo mejor no puedo terminarla. Mis padres creen que me va bien porque no pienso ir a verlos y preocuparles con mis estudios y mi casa porque van a querer ayudarme, que para ellos es sinónimo de pagar todo. Y se van a quedar sin nada. Pero claro, no puedo dejar de verlos, así que cada semana o cada dos semanas que voy a verlos intento parecer feliz por unas horas para que ellos no sospechen y poder irme tranquilo sabiendo que les estoy engañando, claro está, hasta la semana siguiente. Y te preguntarás cómo es que vengo al NBM para gastar un dinero que me hace falta. Pues es que no lo gasto. Trabajo aquí limpiándolo todo después de que todos se vayan. Es un empleo de "medianoche y madrugada". Por eso vengo sobre los diez o las once, por si hay algún día que pueda irse todo el mundo pronto y yo pueda terminar de trabajar antes de las cinco de la mañana. Yo tenía un negocio, pero me traicionaron. Y ahora mi vida pende de un hilo. Pero no contaba contigo.
-Yo... lo siento... - dejé salir con un hilito de voz.
-No pasa nada. Todos estamos jodidos.
-¿Y qué es eso de que no contabas conmigo? - pregunté.
-Pues que... no pensaba que mientras estaba "de incógnito" me iba a enamorar- dijo-. Al principio solo me llamaste la atención pero... Cada vez que nos hemos visto he tenido que contenerme de hacer... - paró en seco y se quedó mirándome.
-Hacer... ¿qué? - pregunté mirándolo a los ojos.
-Esto - dijo. Y me besó.

-Perdona. Perdona, de verdad - dijo.
-No, no, no. No me tienes que pedir perdón - dije.
-Es que... Dios mío no hago más que liarla - dijo avergonzado.
-¿Tú? Por favor, he tenido tantos problemas amorosos en los últimos veranos que debería hacer una película basada en ellos y titularla "Tirando los trastos desde 1997". Soy guapa, ¿y qué? Hay muchas más chicas en el mundo mucho más simpáticas que yo, con mucha más paciencia, mucho más simpáticas y mucho más... equilibradas...
-¿Qué dices, Gema? No sé qué problemas amorosos has tenido, pero de lo poco que te conozco te he cogido mucho cariño. No me llamaste la atención por ser guapa sino... por los gestos que hacías... por... En fin, que eres más que una cara bonita. 
-Muchas gracias pero... últimamente creo que me estoy volviendo loca.
-Gema, según lo que me has contado, te han roto el corazón. Ese chico, pasó de ser tu novio a ser un fantasma. Dejó de existir de repente. Y que esos amigos también te dieran de lado, no creo que haya ayudado mucho. No estas loca, no eres una desequilibrada mental. Te han roto el corazón y, en vez de venir aquí a ganar más personajes para la película esa que dices que deberías hacer, deberías tratar de arreglar las cosas. Se te ve una chica fuerte, y seguro que puedes con ello.
-Dios mío, ahora entiendo por qué quería saber tu nombre a pesar de todo - dije con una gran sonrisa.
-Jajaja. Bueno pues... me llamo Adrián - dijo.
-¿Adrián? Me gusta - dije sonriendo.
-Bueno, voy a ir entrando... Se nos ha pasado la noche hablando - dijo mirando el reloj.
-¡Dios mío! Tienes razón. Debería irme - dije.
Quise besarlo, de veras que quise hacerlo. 
Pero al final, solo le dije:
-Adiós, Adrián.

Y me alejé sonriendo.

Continuará...

(Perdón por no subir... Estoy haciendo un canal de You Tube y tengo que coger el ritmo. Pero bueno, ya os explicaré el "calendario" que tengo preparado para subir los capítulos).

martes, 8 de julio de 2014

Capítulo 9 (52). Cuéntamelo, todo.

Anaís me sorprendió en mi propia casa. Habían pasado unos días desde que nos habíamos despedido y yo había hablado con Alex. Habían pasado unos días desde que había ido al NBM y había vuelto enfadada conmigo misma por haber sido tan estúpida. El caso es que Anaís vino.

-Gema - dijo mirándome fijamente.
-¿Qué? - pregunté sentándome en la cama.
-Pues... - dijo sentándose a mi lado intentando encontrar las palabras para decirme 'eso' que había venido a contarme.
-Suéltalo ya - dije.
-Quiero saberlo - dijo.
Yo la miré sin tener ni idea de qué me estaba hablando.
-Cuando volviste. Quiero saber qué pasó y por qué lo hiciste - dijo mirándome fijamente.
-¿Pero de qué...? - empecé a decir hasta que me interrumpió.
-Cuando me dejaste en casa, volviste a casa de Alex. Quiero saber qué pasó - dijo.
¿Era eso? ¿Quería saber de qué hablé con Alex?
-Gema, pensaba que me lo contarías. Pero he tenido que venir hasta aquí - dijo.
-Ana... Es complicado... Volví para saber qué estaba pasando y bueno... Luego salí de noche y... Llevo días sin salir de casa - dije.
-Madre mía, ¿qué ha pasado? Cuéntamelo, todo - dijo Anaís.
Quería pensar algo pero estaba muy cansada. Demasiado como para mentir a mi mejor amiga y luego continuar con la mentira. Así que empecé por el principio.
-Fui a casa de Alex para hablar con él porque pensaba que seguía enamorado de mí y que ese era su secreto respecto a su pelea con Marco. Pero al llegar, Alex salió dando golpes a todo y... - dije antes de que la imagen de Alex gritándome como un psicópata.
-¿Y...? - preguntó Anaís.
-Y Alex me gritó y...
-¿¡Que Alex qué?! - gritó Anaís interrumpiéndome.
-¡Baja la voz! Alex me gritó, sí. Y hasta me dio miedo - dije.
-Madre mía... Qué fuerte. ¿Y qué pasó después? - preguntó.
-Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se calmó y luego... - y entonces me acordé de que le había dicho a Alex que le iba a ayudar a guardar el secreto. ¡Pero no podía seguir mintiendo a Ana! Estaba echa un lío.
-¡Y luego qué! - dijo Anaís impaciente.
-Es que... Anaís le prometí que le ayudaría a guardar el secreto...
-Oh, vaya, como no somos amigos ni nada... - dijo irónica.
-Anaís, entiéndeme, se lo prometí - dije.
-Vale, vale, no me lo cuentes. Pero dime al menos de qué va, así por encima - pidió.
-Bueno, pues Alex tiene un secreto y Marco otro y este último creía que Alex me lo había contado pero era mentira. Ambos estaban hartos de discutir cada vez que uno de los dos pensaba que el otro lo había revelado por eso Alex estaba tan cabreado. Al final me contó el secreto de Marco, el cual... me dejó de piedra, sinceramente y bueno, prometí guardar el secreto y ayudarlo a guardarlo y por la noche salí - dije.
-Mmm, ya veo. Jo, a saber cuál es el secreto - dijo Ana -. Continúa. ¿Qué pasó por la noche?
-Pues todo malo, para terminar el día completito - dije.
-¿Malo? ¿Te encontraste al chico ese? - preguntó.
-Es complicado... Ya me lo encontré hace tiempo y la cagué. Dimos una vuelta y le dije cuántos años tenía...
-¿¡Y qué dijo?! - preguntó Anaís eufórica.
-Pues que el tenía veinticinco... Y que lo nuestro no podía ser... - dije.
-¡¿En serio?! Veinticinco años, ¡madre mía! - gritó Anaís.
-¡Baja la voz! - grité.
El pomo de la puerta de mi habitación se giró.

-¿Gema? - preguntó mi madre que todavía estaba durmiendo.
-Perdona, ¿te hemos despertado? - dije.
-Sí, bueno, pero no pasa nada. Hola, Ana - dijo mi madre.
-¡Hola! - dijo Ana.
-Bueno, bajad la voz, chicas - dijo mi madre cerrando la puerta.

-¿Crees que ha oído algo? - preguntó Ana.
-¿Estás de coña? No ha oído nada, pero tenemos que tener cuidado, ahora está despierta y podría escuchar -dije.
-Vale, bueno sigue - dijo Ana.
-El caso es que discutimos por el tema de la edad y me fui. Pero el otro día, cuando volví a salir, me lo encontré de nuevo y me pidió perdón...
-¿Y eso? ¿¡Estáis juntos?! - dijo Ana bajando la voz al terminar la frase dándose cuenta de que no debía gritar.
-No, qué va. Yo creía que se lo había pensado y que ahora querría estar conmigo pero nada de eso. Quería disculparse por haberme tratado así pero no quería nada conmigo.
-¿Y por qué te importa tanto? Ni si quiera sabes su nombre - dijo Ana. Y tenía razón.
-Pues porque... No lo sé...  -dije dejándome caer sobre un cojín.
-Madre mía. Te has enamorado de un chico de veinticinco años - dijo Anaís.
-Hombre, yo no diría que me he enamorado. Lo he visto tres veces - dije justificándome.
-Ya, ¿y entonces por qué te importa tanto lo que piensa de ti? ¿Y por qué estás deseando que quiera estar contigo? ¿Y por qué...? - dijo Anaís hasta que me levanté de un salto y la interrumpí.
-¡Vale, vale! Lo he pillado. Tal vez tienes razón... - dije sentándome de nuevo.
-Gema, lo tuyo no tiene solución, ¿eh? Con qué facilidad te enamoras - dijo Anaís.
-Yo creo que nunca me he enamorado. Que me han llegado a gustar y eso, pero creo que nunca me he enamorado... - y esas palabras, me recordaron a Jon... ¿Qué había pasado con él? Ya ni lo sabía. Jon era como un espectro, un débil recuerdo de una vida pasada.
-Pues creo que lo que te ha pasado es que lo de Jon te ha desorientado - dijo Anaís sin darse cuenta de que la había cagado -. Ups... Perdón...
-No, si tienes razón. Todo esto es muy extraño y sin duda tiene que ver con 'lo que pasó' el verano pasado. No sé si quiero volver a ver a Jon pero sé que me ha dolido mucho que dejara de hablarme y ahora, me importa más... Mierda, ni si quiera sé su nombre - dije.
Anaís me abrazó y me dijo:
-Mira, olvídate de todo y recuerda que siempre estaré ahí, ¿vale?
La abracé y entonces alguien gritó bajo mi ventana.

-¡Gema! Tenemos que hablar - dijo la voz. La voz de un chico.

Continuará...

(¿Quién creéis que es el chico que ha ido a casa de Gema?
¡Besos!)