sábado, 26 de julio de 2014

Capítulo 12 (55). Helados y besos.

-Y básicamente esa es la historia - dije concluyendo mi relato.
-Madre mía, Gema. ¿Y por qué no lo habías contado? - preguntó Alberto.
-Bueno, Ana sabía parte de la historia pero la verdad es que no tengo ni idea. Además... - dije.
-¿Además? - preguntó Anaís.
-Además... queda muy poco para que tenga que irme... - dije.
Se callaron y miraron al suelo. Todos sabíamos lo que iba a pasar. Primero, llegaría allí y estaría sola, después buscaría a mis amigos o lo que sea que fueran y me llevaría alguna que otra sorpresa. Pasaría las peores vacaciones de mi vida y, finalmente, volvería para comenzar mi último año de instituto. El peor. El más difícil y estresante. De lujo, vamos.

-Puedes llamarme todos los días, las veinticuatro horas del día - dijo Anaís mirándome de nuevo.
-Llamarnos. Puedes llamarnos a los dos - corrigió Alberto a su novia.
-Vale, una cosa... ¿Os importa que haga una llamada? - pregunté levantándome de la mesa.

Necesitaba llamarlo. Necesitaba oír su voz. Si volvía a pensar en Jon una sola vez más, mi cabeza iba a explotar. Solo necesitaba oír su... "Mierda", pensé. No tenía su número de teléfono. Nunca habíamos llegado a darnos los números. "Mierda, mierda, mierda", pensé dando vueltas. Anaís y Alberto me miraban extrañados así que me puse el móvil en la oreja y fingí que hablaba con mi madre. Más tarde volví a sentarme y vi sus caras esperando una explicación.
-Tenía que llamar a mi madre porque bueno, nada, nada, son cosas suyas... Perdonadme, chicos pero creo que debería volver a casa... Voy ha llevarle un helado a mi madre... - dije levantándome de nuevo de la silla. Cogí dos helados de nata y me despedí de mis amigos. La mentira de mi madre coló, hasta que me vieron irme del parque por el lado contrario por el que se iba a mi casa.

-¿Qué haces aquí?
-Traigo helado - dije con una sonrisita falsa-. Bueno, en realidad no sé qué hago aquí.
-Pasa - dijo él.
Entré y vi el mismo pasillo que... aquella noche. La misma cocina... Dejé los helados en la mesita que había entre la tele y el sofá y me senté. Él se quedó de pie y me di cuenta de que acababa de ducharse porque tenía el pelo mojado y sólo llevaba puesta una toalla.
-Adrián... Perdona que te moleste pero es que necesitaba verte - dije.
-No pasa nada. Tú nunca me molestas -dijo sonriéndome y sentándose a mi lado.
Sonreí.
Él continuó mirándome, fijamente, con las gotitas de agua cayendo por su cara. Quería decirle algo, pero no podía. Por alguna razón me sentía intimidada y entonces, descubrí por qué. Lo necesitaba, había ido hasta allí solamente para verle. Había dejado una reunión con amigos para... sí, para verle. Lo necesitaba y al ver lo imposible que parecía todo, me sentí de piedra.
-¿Te pasa algo? -preguntó al ver el miedo reflejado en mis ojos.
-No, es solo que... - dije temblando.
Me pasó un brazo por los hombros y me acercó a él. Después, simplemente me abrazó y me dio un beso en la frente. Una vez más quería besarlo. De verdad que quería, pero simplemente, no podía. Lo abracé fuertemente y le di un beso en la mejilla. Creo que fue instantáneo, porque mi corazón se aceleró.

Rápidamente, nos miramos a los ojos y me soltó. Esta vez, me sujetó la cara entre sus manos y me besó. Lo abracé fuertemente una vez más y él me soltó la cara. Me inclinó hacia atrás mientras me desabrochaba los botones de la camisa. Acto seguido, terminé de tumbarme y él comenzó a besarme el cuello. Miré hacia la mesita y vi los helados.
-Se van a derretir - dije.
-Tranquila, podemos aprovecharlos - dijo él con una sonrisa específica. Esa sonrisa que me volvía loca. Y lo besé. Pasé mis brazos por su cuello y toqué su pelo rizado y mojado. El pasó su mano por detrás de mi cabeza y me levantó un poco. Rápidamente, aproveché el pequeño espacio entre los dos para desabrocharme los shorts y quitármelos. Después, aproveché que se giró para quitarme la camisa y, cuando me tumbé, descubrí por qué se había girado. Tenía uno de los helados en la mano y empezaba a gotearle por los dedos. Me senté y cuando me disponía para chupar el helado, me dio con el helado en la cara y empezamos a reirnos. Me dejé caer sobre el sofá y, al instante, comenzó a besarme el cuello hasta que llegó a mi barbilla, donde tenía toda la nata. Mientras me besaba. descubrí sus manos recorriendo mi espalda y después, sentí que mi sujetador ya no apretaba. Me lo quitó y lo tiró al suelo.
-Menos mal que has venido - me dijo al oído antes de... bueno, sujetar mis muñecas contra el sofá.

Nos despertamos y ya eran las nueve así que me vestí y él fue a la nevera, a ver qué tenía para cenar. Sacó unos macarrones que, aseguraba, eran del día anterior, y puso la mesa. Me senté en frente de él y entonces me dijo:
-Ten.
-Gracias - dije al ver que me estaba dejando una camiseta para que me cambiara.
Fui al baño para asearme un poco y cambiarme. Me gustaba cómo olía su camiseta y cómo me quedaba. Era enorme pero también lo más cómodo. Salí y me senté.
-Te queda bien - dijo sonriendo.
-Ya, claro. Me queda cuatro tallas grande pero me queda bien - dije después de reirme.
-Jajajaja - dijo y de repente se cayó -. ¿Qué insinúas?
Enseguida vi que se reía y me reí yo también.
-Te parecerá bonito, me había duchado y has venido aquí a fastidiar - dijo entre risas.
-¡¿Yo?! - dije entre risas -. Pues nada, a fastidiar.
Cogí el tenedor, pinché unos macarrones y le di en la nariz.
-¡JAJAJAJAJA! - exclamé.
-Serás... - dijo lanzándome un macarrón.
Seguí riéndome y le lancé un macarrón pero le di en el ojo.
-Mierda, mierda. Perdón. ¿Estás bien? - pregunté acercándome a él.
-Sí - dijo él agarrándome y besándome.
Me senté con una sonrisa y una mirada vengativa y él se rió.
-No quiero que este día acabe nunca - dije.
-Pues... hemos dormido toda la tarde... así que... ¿Salimos? -propuso.
-¡Genial! Pero... ¿Qué me pongo? No puedo llevar la ropa de antes, está sudada - dije.
-Espera aquí - dijo.

Al rato, volvió con un vestido precioso, unos tacones y un bolso negros. En el bolso había una laca de uñas, un pintalabios y una sombra de ojos.

-¿¡De dónde has sacado eso?! - grité al verlo todo.
-Mi hermana vino ayer a dormir después de una fiesta porque está pasando unos días aquí y bueno, los demás vestidos (uno para cada noche para irse de fiesta) no los ha llevado pero creo que no le importará que te lo deje. Además, lo acabo de lavar así que mañana lo lavo y listo -dijo.
-¿Tienes una hermana? ¿Dónde está? ¿Seguro que no le importará? Bueno, me parece un poco mal pero me lo voy ha poner - dije.
-Jajaja. Sí, tengo una hermana. Ha venido con su novio y hoy van a pasar la tarde y la noche con unos amigos así que no hay problema. Tranquila, que lo lavaré. Venga, póntelo.

Solo había una cosa que podía estropear el plan; que el vestido no fuera de mi talla. Pero no, el vestido me quedaba muy bien y era super bonito. "Ojalá fuera mío", pensé, "Y a saber qué más vestidos tendrá..."

Bajamos al NBM de la mano y, por una vez en mucho tiempo, sentí que el día estaba siendo perfecto. Me olvidé de todo. De ir a Vizcaya, del rollo de Alex y su hermano... Todo. Sólo quería pasármelo bien con mi chico.

Adrián me sacó a la pista de baile. Todo era nuevo para mí. Jamás me había sentido así y no exagero. Jon era el único chico que me había hecho sentir tan bien en toda mi vida. Pero luego, luego llegó Adrián.

Y de verdad que yo quería. En serio. De verdad que quería mantenerme con la actitud positiva con la que había llegado pero es que me había prometido a mí misma pasarlo bien y no pensar en Jon y ya había incumplido la promesa. Con el vestido de la hermana de mi novio... Bailando con él... ¿Acaso no era suficiente? Había peleado mucho por aquello. ¿Qué me pasaba? Y entonces sentí algo que ya había sentido antes. Sí. Lo mismo que sentí el día en que nos dieron las notas cuando Alex me preguntó por Jon: sentí que me ahogaba. Y caí al suelo.

La oscuridad no era siniestra. Al contrario: era muy confortable. Todo era confuso, pero al ser tan suave y leve, era soportable. De repente, una figura rectangular irrumpió en mi oscuridad. Era un libro. "Mi libro". Era irónico: Hace unos días, yo me identificaba con la protagonista, Ana, pero ahora ya no. Ana, precisamente, acabó saliendo de esa incertidumbre en la que se encontraba y acabó con el chico de sus sueños sin importar lo que los demás pensaran... Yo había peleado por un chico. ¿Pero era el amor de mi vida? Era demasiado joven como para determinar a una relación así "amor de mi vida". Simplemente, era que no estaba segura de haber hecho bien. Pero... ¿por qué? Ahora todo estaba bien... O no. El problema era Jon. Tenía un muy mal presentimiento sobre él. Ya no era que lo quisiera o no; era que temía que me hubiera engañado, o que hubiera cambiado y ahora fuera una persona completamente diferente. Y lo sabía. Sabía que hasta que no lo supiera no iba a poder olvidarlo. Necesitaba ir a Vizcaya, ¿pero cómo? Todavía no podía. Me pedí paciencia a mí misma. Entonces me di cuenta. "Para ir a Vizcaya, primero tengo que salir de la oscuridad", pensé. Y entonces fue cuando me sentí demasiado consciente y despierta. Y abrí los ojos.

Una figura masculina se me acercó rápidamente. Recordé el día de las notas. Cuando Alex se me acercó rápidamente en la enfermería y me hizo sonreír...
-Alex... - dejé escapar de mi boca.
Y ya está. Ya la había cagado.
La masa de gente a mi alrededor de disipó y pude ver que estaba en el baño del NBM. Sólo quedaba una persona. Y esa persona estaba mirándome fijamente.

Me incorporé y me levanté.

-¿Quién es? - preguntó seriamente.
-¿Quién es quién? - pregunté haciéndome la tonta. Sin duda ya no era Ana. La Gema de 16 años era Ana. ¿Quién era yo? Muy buena pregunta.
-Alex - respondí.
-¿Y quién es? - preguntó apretando los puños.
-Es un amigo... Seguro que te he hablado de él, de que tiene un problema y de que su hermano... - intenté explicar hasta que él habló.
-¿Por qué has dicho su nombre? - preguntó.
-¡Y yo qué sé! Adrián, es un amigo - dije nerviosa.
-¡Entiendo que sea un amigo! Lo que no entiendo es... - empezó a decir. Esta vez, yo interrumpí.
-¡Deja de rallarte por lo de los novios! Por Dios, te quiero a ti. He estado luchando por esto - dije acercándome más y cogiéndole de las manos. Se soltó.
-Gema, sé que me has sido sincera y tal... Que me has contado cosas de tus novios y eso... Pero joder, es frustrante... - dijo.
-Pero... - dije confusa. No entendía lo que me quería decir. No entendía qué estaba pasando. - ¿Sabes algo que yo no sé?
-No es eso... A ver, no es que no me fíe de ti...  - dijo mirando al suelo. Y entonces lo entendí.
Abrí mucho los ojos y di un paso hacia atrás.
-¿¡Estás insinuando que te he puesto los cuernos con mi mejor amigo?! - grité.
-No es eso... - dijo sin mirarme.
-¡Mírame! Sí, sí. Lo estás insinuando. No te fías de mi. Pero lo peor no es eso, sino que me mentiste. Tú también crees que soy una puta, incluso cuando te conté toda la historia... ¡Tú no me quieres, joder! Tú solo querías... ¿sexo? ¿O era más retorcido humillarme? - grité ya sin importarme nada ni nadie.
-¿¡Que yo quería sexo?! Gema, mírame - dijo al fin siendo él de nuevo y estirando los brazos hacia afuera -. Y ahora mírate - bajó los brazos -. Me has cambiado, y llevas el vestido de mi hermana. ¿Crees que cambiaría mi propia personalidad y dejaría ropa de mi hermana por un polvo? ¿De verdad lo crees? A lo mejor sólo estabas pensando en tí misma. Dices que no te importa lo que los demás digan, pero te importa. Dices que... dices que me quieres... ¿pero, dime, de verdad me quieres?
¿Y si él tenía razón?
¿Y si no le quería?
¿Y si yo era quien se estaba rallando?
Todos los problemas venían de Jon, de Vizcaya, del verano...
Pero eso no era del todo cierto, porque mi mejor amigo y yo habíamos perdido el contacto y ya no podía confiar en nadie. Estaba sola. ¿Y qué hay peor que una adolescente sola y loca? No estaba loca.
¿Y si... y si estaba loca... por Jon?
Muchos problemas, poco tiempo.
Y lo estaba perdiendo todo.
-¿Me quieres? - repitió Adrián haciéndome volver al suelo -. ¿O crees que ya ha sido suficiente?
No podía responder a esa pregunta. Y no era porque fuera complicado responder a eso. Sino porque ni yo misma lo sabía.
-Adrián... No te voy ha pedir que nos demos un tiempo porque no tendría sentido... Tengo muchos problemas ahora mismo. No me conoces, pero sabes un poco cómo soy y eso es más que muchas personas que me conocen desde hace más tiempo. Tú... tú has sido uno de mis mayores problemas... Pero ahora... - dije hasta que él me interrumpió.
-No hace falta que sigas. Lo entiendo. Estás liada y esta relación sin sentido es demasiado. No estamos enamorados, Gema. Teníamos problemas y nos acostamos... Nada más. Te entiendo. Entiendo que quieras dejarme y... estoy de acuerdo - dijo.
-No. Yo no iba ha decir eso - dije.
Me miró confundido y me acerqué hasta estar cara a cara con él.
-Iba a decir, que no puedo confiar en nadie. Estoy sola. Tú eres mi excepción - dije. Sonrió y me besó.

Me puso contra la pared del baño y empezó a besarme. Bajó por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Me subió el vestido y se bajó el pantalón. Lo siguiente, fue cogerme por la cintura con un brazo y apoyarse en la pared justo al lado de mi cabeza con el otro.

Al llegar a casa, me sentí aliviada. No estaba sola.
Pero era consciente de que tenía muchas cosas por zanjar, y cuanto antes mejor. Y entonces se me ocurrió. Había sufrido demasiado ya; al día siguiente zanjaría todos y cada uno de los asuntos que me preocupaban. Sólo dejaría a Jon para el final. Quedaban días para ir a Vizcaya. Al día siguiente sería el fin de una mala etapa de mi vida.

Continuará...


2 comentarios:

  1. Holaaa, me encanta la historia, pero podrías cambiar el tipo de letra, es que aún que esta es muy bonita, se lee un poco mal...
    Un beso enorme y sigue co las historia!

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    1. ¡Hola! Peerdón por la irregularidad de la historia y de todas las cosas pero estoy super liada y tengo ya el siguiente capítulo escrito solo que quiero corregirlo y, me siento fatal por no haberlo subido ya jajaja. La verdad es que puse esta letra así de grande para poder leerla bien pero no te preocupes, ahora que tengo un huequito la cambio y listo. ¡Besos! -A

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