viernes, 17 de abril de 2015

Capítulo 17 (60). Maldito Jon.

Al días siguiente, mis padres se levantaron pronto ya que querían ir a un pueblo cercano a pasar el día. Ni siquiera me preguntaron si quería acompañarles; supusieron que había quedado con mis amigos. La verdad es que me habría ido con ellos. Qué vueltas da la vida.

Me puse a ver la tele. No iba a llamar a Unai pidiéndole explicaciones. ¿Estaba muy rallada? Sí. ¿Estaba desesperada? Sí. ¿Iba a dejarlo ver? No.
Jamás.

Mientras pensaba y veía la tele, el móvil sonó.
Imaginé que era Unai así que corrí a cogerlo pero, antes de contestar, me dio por mirar quién me llamaba... Y colgué. Era el pesado de Enrique. ¡Otra vez! Una y otra y otra vez. Jamás se cansaba de molestarme y perseguirme allá donde fuera. Parecía el único interesado en mi vida. Pues menudo plan.

Me lavé el pelo y me lo planché. No sé muy bien por qué, pero lo hice. Supongo que para matar el tiempo. ¡¿Por qué?! ¿Por qué había llegado a Vizcaya y parecía que seguía en casa? Se suponía que al llegar iba a verlos a todos y me iban a dar una explicación lógica acerca de lo que había pasado. Después, seguiríamos como el verano pasado.

Jon... lo echaba mucho de menos.
Ya, la verdad, no me importaba mucho su estaba con otra... sólo quería verlo. Hablar con él. Aclarar las cosas. Seguía enamorada de él, obviamente, pero hacía tanto que no lo veía y que no oía su voz... que ya todo parecía un sueño. Sobretodo después de la calurosa bienvenida que todos me habían dado.

Comí, básicamente, una manzana. No tenía hambre. No había hecho nada productivo en toda la mañana. De repente, sonó el móvil. Miré a ver si era Enrique de nuevo  si era Unai... pero no. era Anaís.

-¿Ana?
-Gema.
-Dime.
No dijo nada durante unos segundos. Estaba... seria. Intentaba encontrar las palabras para decirme lo que fuera que quería decirme.
-¿Ana?
-Perdona... A ver...
Oí que alguien le susurraba "Díselo ya". Supuse que era Alberto.
-¿Te ha llamado Enrique?
-¿Qué?
Me quedé de piedra. ¿Para qué quería saber eso? ¿Acaso era una broma?
-Gema...
-Ni Gema ni leches. ¿Se puede saber qué clase de broma es esta? Sabes perfectamente lo mucho que me molesta. Sabes que no lo soporto, me llamas y ¡me preguntas si me ha llamado! ¿Sabes qué? Ya están las cosas bastante jodidas para que vengáis tu novio y tú a gastarme bromas.
-Pero Gema.
-No, Ana, no. No me has pillado en un buen momento. No estoy para bromas.
-Espera, Gem...

Colgué.

¿Se puede saber qué pretendía preguntándome eso?
Estaba claro que era una broma. Por eso la interpretación al principio.

Me sentí un poco mal porque para una broma que me gastaba... Me había pasado un poco pero joder, ya estaban pasando bastantes cosas. Intentaba mantener la calma. Eso era todo.

Vi la tele un rato y volví a recibir una llamada. Parecía una secretaria, estaba por pedir un sueldo y todo. Dejando a un lado las tonterías, decidí comprobar quién me estaba llamando... ¡Unai! Menuda sorpresa. Estaba esperando su llamada. Pero no respondí. ¿Para qué? Me iba a pedir disculpas y después me acabaría convenciendo para quedar.

Pues iba a salir. Pero sola. No tenía problema para salir sola por mi ciudad iba a tenerlo en Vizcaya... Para nada.

Volvió a llamar y, por alguna razón, decidí responder.
-Gema -comenzó a decir rápidamente hasta que hablé yo.
-No, Unai. Ayer me dejaste colgada. ¡Estuve esperando casi tres horas, por Dios!
-Gema, escucha... - intentó decir, pero yo no le dejé.
-¡Que no! No pienso aceptar tus disculpas ni volver a quedar ni nada. Solamente quiero que me dejes en paz. Jon pasa de mi, las gemelas pasan de mí y tú, directamente, juegas conmigo así que paso.
-Joder, Gema, ¿tan difícil es escuchar lo que ten...?
-¡Sí! Lo es. Lo es porque estoy harta, Unai. No sé nada de vosotros desde hace meses y has pasado de mí, me has dejado plantada. ¿Soy la única que os cogió cariño en el mes que vivimos juntos? Esto es para nada el verano pasado y...
-¡Ya está bien! Tengo algo importante que contarte - me interrumpió.
-¡¿No consideras esto importante?! ¡Pues muy bien! Por mí, ¡podéis iros a tomar por...!
-¡GEMA! ¡JON TUVO UN ACCIDENTE Y AYER TUVO PROBLEMAS EN EL HOSPITAL!
-Qu-qué. Di. Ces.
-¿Gema? ¿Estás bien?
Jon... ¿un accidente? Me llevé una mano a la boca y las lágrimas comenzaron a salir. Eso era lo que me había estado ocultando... Y probablemente lo que me iba a contar el día anterior...
-Gema, quería decírtelo, pero no por teléfono.
Jon... ¿Qué le había pasado?
Me odié tanto por haber pensado que pasaba de mí...
¡Joder! Yo y mis impulsos.
-Gema...
-¿Dónde está?
-En el hospital.
-Vale. Voy ahora.
-¿Estás segura?
-Unai, ahora mismo, me estoy muriendo por dentro.
Y colgué.

Cogí lo primero que pillé y salí a la calle. Fue entonces cuando empecé a llorar más todavía.
No podía ni imaginar el tiempo que llevaría Jon en el hospital... Y yo pensando que se había olvidado de mí... ¿¡Pero qué otra cosa podía ser?! Nadie me había informado acerca de ello. ¡Nadie! Joder. Jon.

Me calmé y comencé a caminar más rápido. Sabía dónde estaba el hospital más o menos así que mejor sería que me concentrara en no perderme. Llegué y pregunté por él en la recepción y fui a coger el ascensor. Como no llegaba, decidí ir por las escaleras. Comencé a correr escaleras arriba y cada vez sentía más ansiedad por llegar. Ya no me salían las lágrimas. Llegué a la planta y busqué su habitación. Me iba aproximando al número de su habitación y mi corazón se iba acelerando.

Y entonces, la vi. Estaba ante la puerta.
La abrí y vi a Irantzu y Estitxu al lado de una cama. Se sorprendieron al verme. Unai estaba al otro lado de la cama y dijo mi nombre. Yo me quedé mirando la cama. En ella, estaba Jon. Di un paso hacia adelante pero me quedé ahí.

Comencé a llorar y no pude evitar volver a pensar en todo lo que había pensado sobre él. Joder.
-Maldito Jon - susurré evitando sollozar.

Continuará...

lunes, 6 de abril de 2015

Capítulo 16 (59). Hora 0.

El día había llegado. Después de una etapa de estrés, problemas y sí, más problemas (pasando por una pequeña etapa de escapadas nocturnas y más problemas todavía) la historia se repetía. Me levanté temprano para asegurarme de que lo llevaba todo, metí alguna que otra cosa más en la maleta junto con un nuevo libro que acababa de comprar llamado "Where She Went· y desayuné.

Me vestí rápidamente y vi un rato la tele.


Al rato pensé en todo lo que podía pasar ese día. Llegaría a Vizcaya por la tarde así que aún tendría tiempo de hacer algo. Mis padres, como siempre, se irían por ahí y yo no iba a ser menos. ¿Pero qué podía hacer? ¿Qué pasaría si me presentaba en la playa y veía a Jon? ¿Qué pasaría si me encontraba con las chicas? Llevábamos meses sin hablarnos y el único que había dado señales de vida era Unai... Que por cierto, solo había conseguido preocuparme más. 

Algo había pasado en Vizcaya, ¿pero qué? ¿Acaso había pasado algo y ya no querían hablarme? No, él parecía preocupado. No quería decírmelo. Probablemente porque era algo serio... ¿Y si le había pasado algo al apartamento? Bueno, eso no sería un problema podríamos alquilar otro aunque sí que es algo serio... ¿Y si era algo más fuerte? ¿Más importante? ¿¡Pero qué?! 

De pequeña yo leía mucho. Mucho más que ahora, por cierto. Mi madre me decía que mi imaginación probablemente me venía de los libros que leía... ¡Pero ahora ni si quiera podía imaginar qué estaba pasando!

Y salimos de casa. 
Ni siquiera llamé a Anaís. Ya habíamos hablado acerca de qué había pasado y cómo me sentía así que ya no estaba preocupada. Ni ella ni Alberto. El único problema era Alex, del cual no sabía nada desde hacía bastante tiempo pero bueno, llevaba más tiempo sin saber de Jon y, la verdad, ya estaba harta de intentar hablar con él y que no me contara nada. Que solo respondiera con violencia.

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Llegamos más tarde de lo previsto. Yo no había dicho nada a mis padres sobre lo que pensaba que podía haberle pasado al apartamento porque eran solo suposiciones mías. Entrando, por la carretera por la que nos habíamos ido, me acordé de cómo me despedí de Jon. De cómo vino corriendo porque yo le había engañado para no tener que despedirme. De cómo corrí hacia él, de cómo nos besamos.

Y cuando quise darme cuenta, estábamos ya en el apartamento. Bajé del coche y cogí mi maleta. Subí las escaleras bastante preocupada por mis sospechas hasta que llegué arriba y vi que todo estaba bien. Una ola de alivio pasó mi corazón hasta que me di cuenta de que si no era eso, ¿qué era lo que me ocultaba Unai?

Bebí un vaso de agua y deshice la maleta. Me instalé y recordé el verano pasado. Todo estaba igual solo que ahora el apartamento era mío. No podía creer que estuviera allí otra vez y que a la vez no estuviera. Físicamente estaba allí, en el mismo sitio, pero el ambiente era distinto. El aire fresco con olor a sal me reconfortaba, eso era igual, pero ya no sentía que estuviera en el mismo sitio. No me sentía arropada por el calor y las vistas. No me sentía segura. Me sentía forastera. 

Mis padres se fueron a tomar algo y yo me quedé sola. Me tiré sobre el sofá en el que tantas veces me había tirado el verano anterior y saqué el móvil. Llamé a Unai y le pedí quedar. La conversación fue rápida; yo le dije que ya había llegado y que quería quedar, él me dijo que vale y yo le dije de ir a la plaza. La plaza... habían pasado muchas cosas en ella.

Ni siquiera me cambié de ropa. Bajé con mi vestido azul y una chaqueta, por si acaso, aunque hacía mucho calor. Me senté a esperar. Era normal que fuera a tardar, le acababa de llamar y tendría que arreglarse y venir hasta aquí.

Esperé cuarenta minutos y ya supuse que tardaría poco. Pero no fue así. No llegó. Esperé dos horas más y no vino. Quise llamarlo... ¿pero para qué? Simplemente me levanté y me fui de paseo. Estaba de vuelta en Vizcaya pero todo era diferente. Me sentía fría por dentro y muy sola, la verdad. No quería tener que llamar a un amigo mil veces para que quedara conmigo. Simplemente quería que todo fuera como antes, que nos lo pasáramos bien, que nos siguiéramos ciegamente... Sé que estuve con ellos un mes, pero a veces un mes vale más que años... Y no sé cómo ni por qué, pero Dana vino a mi mente de repente.

Miento. Sí que lo sabía. Ella había sido una de mis mejores amigas durante años y la cosa entre nosotras había acabado muy pero que muy mal... La verdad es que ya no me importaba. Quedaba el dolor de aquel día en el que todo terminó pero ahora mismo me preocupaban otras cosas.

El tiempo parecía haberse detenido en Vizcaya. Es como si después de mi partida, un día cualquiera, el tiempo se hubiera parado y ya no fuera a pasar nada interesante nunca más. Era como estar en la hora 0.

Continuará...

(Los libros que mencione y tenga reseñados os los dejaré aquí por si queréis ver la reseña)